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sábado, abril 29, 2006

¿A dónde emigran los frenteamplistas?

Si tuviera que dar respuesta a la pregunta del título, basándome en las consignas que durante 30 años la izquierda uruguaya estampó en cuanta pared tuvo a su paso como ¡Abajo el Imperialismo Yankee! o ¡Viva Cuba!, jamás diría que un frenteamplista de buena cepa, escogería los Estados Unidos como destino para su nuevo hogar.

Si me basara en la militancia de su líder en el Hospital Filtro, tratando de evitar que terroristas de la ETA fueran juzgados por un Poder Judicial independiente en un país democrático, nunca apostaría a que un frenteamplista optara por la España neoliberal y antiprogresista de José María Aznar, como refugio para su familia.

Sin embargo, la gran mayoría de ellos eligen a los EE.UU. y a España como los lugares más convenientes para desarrollarse profesionalmente y encontrar las oportunidades que aquí les son esquivas.

¡Qué paradoja!. Mientras aquí reclaman empleos públicos inamovibles, allá reclaman oportunidades para demostrar sus talentos y sus virtudes. Mientras aquí reclaman que se cierre la economía y exigen (¿a quién?) “Rentabilidad o muerte”, allá reclaman que la abran y les den un lugar para competir. Mientras aquí no arriesgan nada, allá se juegan hasta la ropa que llevan puesta. Mientas aquí apuestan a la mediocridad colectivista y a repetir un pasado de fracasos, allá dan rienda suelta a su creatividad y a su esfuerzo individual.

¿Y que han hecho los neoliberales en Estados Unidos y en España para hacer de esos países destinos tan atractivos para los uruguayos y las uruguayas frenteamplistas? Simplemente han apostado a la libertad, al respeto del derecho y a la iniciativa privada.Con esto han logrado crear riqueza, oportunidades de desarrollo, y sobre todo una visión esperanzadora del futuro.

Los norteamericanos han sabido crear empleos, sin que el Estado sea dueño de ninguna refinería, sin ser propietarios de ninguna línea de navegación aérea; sin tener una empresa de telefonía, sin suministrar energía eléctrica, sin dar préstamos hipotecarios y perder 350 millones de dólares por año, y sin tener, entre otras tantas cosas, una fábrica de whisky caro y ordinario.

Es increíble que los ciudadanos norteamericanos, que no son dueños de nada de esto, sean mucho más ricos que nosotros, que somos “dueños” de tantos “empresas”, que son “estratégicas”, que nos hacen más “soberanos” y que son “nuestras”

¿Dónde quedaron sus tan declamados principios, su culto a la pobreza virtuosa, sus radicalismos y sus utopías? Creo que esos slóganes los dejaron en la puerta de Macy´s o de El Corte Inglés, ya que les ocupaban mucho lugar para llenar el bolso con el confort y los deseos realizables que fueron a buscar.

Por eso es que emigran a España o a Estados Unidos, eso es lo que legítimamente van a buscar, aunque no tengan el coraje de admitirlo.

Y allí encuentran confort, oportunidades y esperanza, porque también allí encuentran la LIBERTAD imprescindible para construir su futuro. Libertades políticas sí, pero también libertad económica. Libertad para abrir una farmacia, sin importar si hay otra en la esquina. Libertad para contratar buenos empleados y libertad para despedir a los haraganes. Libertad para decidir a quién le compro la nafta y a quién el servicio de teléfono. Libertad para arriesgar y libertad para ganar. Libertad para elegir y responsabilidad para convivir.

Esta es la manera en que estos pueblos logran, no sólo darle empleo a sus ciudadanos, sino también a millones de inmigrantes de las más diversas culturas, religiones y costumbres, provenientes de países tan remotos como ignotos, tal cual uno muy pequeño llamado Uruguay.

¿No ha llegado la hora de que los uruguayos sentemos aquí y ahora las mismas bases donde construir nuestra prosperidad? ¿No es el momento de emprender un vigoroso camino hacia la libertad y recorrerlo con determinación, entusiasmo y sin mirar ni un segundo hacia atrás?

Los frenteamplistas no emigran a la Cuba socialista, que tanto aman.

No van con sus familias y sus hijos a convivir con la guerrilla de las FARC en Colombia. Ellos no hacen eso, ni siquiera lo sueñan.

Pero aquí sí sueñan con esas utopías irrealizables, pero no son capaces de concretar en la realidad cotidiana nada positivo y duradero. Juegan con un futuro idealizado, pero no se comprometen con la cruda realidad del presente.

Pero cuando de salvar su pellejo se trata, dejan sus discursos y sus pancartas en el “paisito” y saben bien hacia que fronteras guiar sus destinos. Conocen bien la ruta a seguir. Y conducen ordenadamente por el carril de la derecha. Saben que por allí llegaran seguros.

Guillermo C. Sicardi

Eppur si muove

EPPUR SI MUOVE ...

Cuando Galileo Galilei manifestó su adhesión a la teoría de que el Sol es el centro del sistema planetario y la Tierra uno de sus varios planetas que giran a su alrededor, dio lugar a que la Iglesia y su Papa, Urbano VIII, consideraran como herejía sus afirmaciones.

La inquisición le inició un proceso ante el Sacro Colegio Cardenalicio donde compareció el sabio para abjurar de su doctrina. Parece que cuando terminó, arrodillado, de leer su retracción, el anciano al levantarse murmuró:”Eppur si muove” (“Y sin embargo se mueve”.)

La intolerancia de los dogmas, en este caso el dogma de la Iglesia, hizo que la ciencia, el avance tecnológico y las mejoras que traen para el común de los mortales, se demoraran durante siglos. La contundencia de los hechos presentados por Galileo, no quisieron ser vistos por quienes se beneficiaban de un statu quo absurdo, pero que, de admitirlo, podría amenazar su poder..

Esta situación se repite hoy en nuestros días, cuando los países, sus gobernantes y sus ciudadanos, no quieren reconocer la contundencia de los hechos y no se animan a recorrer los caminos que conducen a una mejor calidad de vida, mejores ingresos y mejores empleos.

El pasado Jueves 20 se inauguró el Ciclo “Qué hacen los que HACEN”, donde se comparó la situación de Nueva Zelanda con Uruguay, dentro del ranking que organiza el Banco Mundial “Removiendo Obstáculos al Crecimiento” (www.doingbusiness.org)

Este estudio muestra muy claramente que los países que crecen (y con su crecimiento económico crecen también las oportunidades para sus ciudadanos), son aquellos países que han liberado su economía de trabas y obstáculos a la iniciativa de su gente; que facilitan los tramites para crear una empresa y no frenan la creatividad con burocracia; protegen los derechos de propiedad fisica e intelectual; facilitan el acceso al crédito y se organizan adecuadmente para que el cumplimiento de los contratos y el recupero de los creditos en caso de quiebra, tengan una importante significacion y no sea un mero mecanismo para burlar acreedores.

Pero además estos países se ocupan de defender al trabajador, no con leyes y reglamentos que lo atan de por vida a un empleo, sino que se lo defiende gracias a un mercado de trabajo ágil, donde se puede contratar libremente a los buenos y despedir, sin costos, a los haraganes.

Nuestro país se niega a hacer estos cambios. Y como bien expuso el Dr. David Yuravlivker del Banco Mundial, a Uruguay le llevará 34 años alcanzar los niveles actuales de España en el supuesto de que Uruguay crezca a una tasa constante del 3% anual y España se quede estancada. Esto explica, en gran parte, la incontenible emigración de nuestros jóvenes a la madre patria.

Podemos seguir haciendo grandilocuentes declaraciones, invocar vaya a saber que dioses, pero lo cierto es que Estonia y Lituania figuran entre los 20 primeros lugares y nosotros, desde un triste lugar 85, nos abrazamos con Venezuela que está en el 120, uno de los últimos lugares de la lista.

El Papa Juan Pablo II, en 1992, pidió perdón por los sufrimientos que ocasionó la iglesia católica a Galileo Galilei: "Una trágica incomprensión mutua” –señaló el Papa 350 años después del juicio contra Galileo- “que ha sido interpretada como el reflejo de una oposición radical entre ciencia y fe”, dijo entonces.

Espero que los uruguayos no demoremos otros 350 años para hacer los cambios que tenemos que hacer. Esto no es un problema de religión, de política, de ideologías, ni de fe.

La realidad es como es. “Eppur si muove”.


Dr. Guillermo Sicardi, MBA