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miércoles, setiembre 26, 2007

Anestesistas y Porteros, ¿ambos esenciales?


Hay gente que cree que es esencial que un anestesista o un cirujano estén obligados a realizar su trabajo diariamente, pero no consideran que sea esencial pagarles por lo que ese trabajo merece. Creen además que ciertas profesiones tienen una obligación “moral” con la sociedad y que están en “deuda” con ella porque recibieron educación “gratuita”. Y creen además, que a cambio de años de estudio y por asumir responsabilidades a diario, ganan demasiado.

Sin embargo, cuando el Dr. Jorge Batlle publicó en la página Web de Presidencia que un portero del BHU o del BCU ganaban una fortuna, a pocos les pareció “esencial” bajarle el sueldo, quitarle beneficios o directamente eliminar ese cargo. No lo hizo aquel gobierno “neoliberal” y todo indica que no lo hará este gobierno “progresista”.

Tampoco es cierto que éstos médicos hayan recibido una educación “gratuita”. Sus familias y ellos mismos pagan impuestos que en parte se dedicaron a educarlos. Pero también los enfermeros, los obreros y los porteros recibieron educación gratuita. El tema es que éstos últimos no pudieron o no supieron aprovechar esta oportunidad y abandonaron sus estudios. Algunos por tener que trabajar, otros directamente por negados. Pero resulta ahora que los más talentosos y los más persistentes que terminaron sus carreras, tienen que servir gratis a los otros.

Otra gran confusión es creer que recibir asistencia médica es un “derecho”, pero olvidan que alguien carga con la obligación de pagar por ese servicio médico. Lo justo es que cada uno pueda pagar su propio pago de salud, su propio alimento y su propia vivienda. Aquellos que no son capaces de auto sustentarse (por el motivo que sea), no tienen el “derecho” de exigirle a su vecino que lo haga por él. Y tampoco al Estado ¿Acaso el estado no llena sus bolsillos vaciando los bolsillos de mi vecino?

El único derecho que podemos exigirle al Estado es el derecho a generar nuestro propio sustento al elegir libremente la profesión, el comercio o el oficio que queramos. Serán nuestros talentos y virtudes los que nos darán la vivienda, educación o salud que corresponda. Lo que recibamos de más, es pura caridad. Y la caridad no puedo exigirla, sino agradecerla.

Lo esencial es que se pague a la gente por un verdadero intercambio de valor por valor y no valor a cambio de necesidad o súplica. Lo esencial es que entendamos que no somos todos iguales. Por lo tanto, anestesistas y porteros, no son ambos esenciales.


Dr. Guillermo Sicardi, MBA
gsicardi@adinet.com.uy

domingo, setiembre 23, 2007

Nueva Zelandia, otra vez Nueva Zelandia

Ningún miembro de este gobierno (ni sus jerarcas, ni sus porteros), asistió al “Diálogo sobre Nueva Zelandia” que mantuvieron Emiliano Cotelo y Simon Adamson, neocelandés que vive en Uruguay y maneja un fondo de 125 millones de dólares para invertir en nuestro país en agro negocios y traer tecnología de punta para sector lechero.


Es notorio que NZ no es un buen ejemplo por estos lares. Para empezar, NZ es un país exitoso y para nuestras mentes empobrecidas, éxito es una mala palabra. Ellos figuran en el primer lugar del ranking “Removiendo Obstáculos al Crecimiento” para facilitar la creación de nuevas empresas. Uruguay, como siempre, a mitad de tabla para abajo. Y nuestros hermanos mercosurianos y bolivarianos, figuran en los lugares 101, 119 y 120. De los peores de la clase.

NZ no puede ser un buen ejemplo para el PIT-CNT. Allá hay condiciones laborales flexibles, se puede despedir a los malos trabajadores sin pagar indemnización y no cabe en sus mentes ocupar una empresa por mas de un año. Seguramente no hay aguinaldo, ley de la silla ni 8 horas para trabajar en el campo. Pero tienen una desocupación nula y un ingreso per cápita 3 veces mas que el nuestro. Y los empleados están felices en sus trabajos. “Felices”, otra mala palabra.

NZ es un mal ejemplo para los empleados públicos uruguayos. Allá no hay inamovilidad, los responsables de los servicios tienen metas para cumplir, si las logran cobran un bonus, y si no, son despedidos. Ellos se sienten orgullosos por “servir” y los nuestros por “currar”. NZ achicó el estado, despidieron a miles de empleados públicos que no agregaban valor, redujeron el déficit y exigieron eficiencia.

NZ no es un buen ejemplo para muchos de nuestros políticos. Ellos figuran en los primeros lugares del ranking de Transparencia Gubernamental, es el país mejor rankeado como destino turístico, las inversiones extranjeras son bienvenidas, sus gobernantes no presionan a los empresarios para bajar el precio del kiwi o del tipo de cambio. Saben que de eso se encarga el mercado.

NZ no es buen ejemplo para nuestros universitarios. Allá hay 8 Universidades, todas estatales. Pero todas cobran matricula, investigan y se asocian con privados para vender sus invenciones y todas compiten entre sí. “Competir” ….que mala palabra.!!

NZ sí es un buen ejemplo para los que desean vivir mejor en base al esfuerzo, el uso de la inteligencia, de la innovación y de la iniciativa individual. Por eso había tan poca gente en la charla. Sin embargo, cuando vino Chávez, se peleaban por la primera fila. Queda claro entonces en que espejo nos estamos mirando. Y que destino nos espera.

Dr. Guillermo Sicardi, MBA
gsicardi@adinet.com.uy

viernes, setiembre 14, 2007

Batlle y la oportunidad perdida …


Una vez le preguntaron al Dr. Jorge Batlle si su aspiración máxima era alcanzar la primera magistratura, a lo que éste respondió: “Mi máxima aspiración es cambiar la mentalidad del Uruguay”.

Se refería a las creencias limitantes que tienen los uruguayos y las uruguayas. El 70% cree que no es posible hacerse rico trabajando honestamente. “Yo soy pobre pero honrado, Usted es rico pero ladrón”.

El 65% cree que no es necesario hacer “crecer la torta”, hacer crecer la empresa donde trabaja, hacer crecer sus conocimientos. Se pelean por “repartir”, por sacarle al que “tiene más”, y cerca del 25% de los jóvenes no estudia ni trabaja.

El 75% cree que la culpa de nuestros problemas las tienen otros. Desde el imperialismo yankee o el FMI, a la empresa, al jefe o a la situación social. Sólo un 25% se hace responsable de sus propios actos.

Pero la peor de todas las creencias es pensar que es mejor ser empleado público (63%) a ser emprendedor (sólo un 7%). Esta creencia no es fruto de la imaginación. Es efecto de la falta de decisión política para destruirla. Y la oportunidad perdida estuvo durante la crisis del 2002.

Cuando el Ministro de Economía se jactaba de “pagar todos los sueldos en fecha”, (con dólares mendigados a Mr. Danger), no hacía más que fortalecer la creencia que “otros” nos arreglan los problemas y que ser empleado público es “fantastic”. Cuando nos publicaban los obscenos sueldos de un portero del BCU y en la página siguiente la lista de concordatos y quiebras, nos decían claramente que no vale la pena arriesgar. Cuando no despidieron inmediatamente a un Director del BHU por “hacer gauchadas”, fortalecían el concepto que sólo con “curros” se puede vivir.

Estas creencias limitantes no son ideológicas, son filosóficas. Hay personas que tienen como filosofía de vida la ley del “mínimo esfuerzo con el máximo de satisfacción”. Otros prefieren ser ovejas conducidas por un pastor y someterse a la peor degradación humana que es someter su mente a la mente de otro.

Pero también están los que adoptan la filosofía de valerse por sí mismos. Los que no piden, los que no mendigan, los que no reclaman. Estos pequeños Atlas se fueron y se seguirán yendo a valerse por sí mismos a otras tierras. Aprendieron que los gobernantes uruguayos, sin distinción, no están dispuestos a imponer un férreo sistema que defienda las virtudes y castigue los vicios.


Dr. Guillermo Sicardi, MBA
gsicardi@adinet.com.uy

jueves, setiembre 06, 2007

El rol del dueño


Los marxistas creen que el verdadero trabajo en una empresa lo hacen los obreros y que el dueño se apropia de parte de ese esfuerzo físico quedándose con una plusvalía y dando lugar a la necesidad de una lucha de clases que termine en la dictadura del proletariado.

Es notorio que los marxistas no entienden el rol del dueño, el rol del CEO, el rol del emprendedor. Y es más grave cuando entre los marxistas tenemos a nuestro Presidente de la República, al Ministro de Relaciones Exteriores, a la de Bienestar Social la cúpula del PÑIT-CNT y a varios dirigentes universitarios.

El dueño de la empresa, o el Gerente General en su caso es el factor fundamental del negocio. Los trabajadores fabrican el producto, pero hay alguien que arriesga su propio dinero o sus bienes en garantía para que ellos suceda, que organiza el trabajo, asigna responsabilidades, tiene una visión de futuro y hacia allí dirige sus esfuerzos. Por saber además como vender el producto, como financiarlo y como hacer para coordinar todos esos esfuerzos internos y luchar contra la competencia, es que el dueño gana su sueldo. Se le llama “ganancia” y no “salario”, pero es la misma recompensa a su labor.

Los marxistas creen que esa tarea implica “explotar” a los trabajadores. No se dan cuenta que es la mente, no los músculos, lo que genera riqueza. El dueño gerencia. Eso implica tomar las decisiones más importantes e integrar todas las operaciones de la empresa: decidir que producir, a que precio vender, a quien venderlo y mucho más.

Un obrero le preguntó al Gerente General de una importante empresa por qué ganaba 10 veces menos que él. El Gerente le respondió: “Si usted comete un error grave es probable que usted pierda su empleo. Si yo cometo un error grave, es probable que 300 personas pierdan su empleo. Por eso gano 10 veces más que usted, y creo que es poco”.

Nuestra sociedad ha despreciado el rol del dueño, por eso sólo 7% de la población quiere serlo. Si comprendemos el verdadero aporte de quien asume riesgos, de quien innova y decide, seguramente estimulemos más emprendimientos, para, algún día, ser todos un poco más ricos.

Dr. Guillermo Sicardi, MBA

gsicardi@adinet.com.uy
http://sicardi.blogspot.com

sábado, setiembre 01, 2007

Sucios, Feos y Malos


Abraham Lincoln, el 16° Presidente de los EEUU (1861-1865), abolió la esclavitud y restauró la unidad federal luego de la Guerra Civil contra la secesión. Nació en una zona rural muy pobre y se graduó en derecho formándose como autodidacta. Superó adversidades y se superó a si mismo en todo momento. De esas experiencias personales y como servidor público, escribió el siguiente decálogo:

1. No se puede crear prosperidad desalentando la Iniciativa Propia.
2.
No se puede fortalecer al débil, debilitando al fuerte.
3.
No se puede ayudar a los pequeños, aplastando a los grandes.
4.
No se puede ayudar al pobre, destruyendo al rico.
5.
No se puede elevar al asalariado, presionando a quien paga el salario
6.
No se puede resolver sus problemas mientras gaste más de lo que gana.
7.
No se puede promover la fraternidad de la humanidad, admitiendo e incitando el odio de clases.
8.
No se puede garantizar una adecuada seguridad con dinero prestado.
9.
No se puede formar el carácter y el valor del hombre quitándole su independencia (libertad) e iniciativa.
10.
No se puede ayudar a los hombres permanentemente, realizando por ellos lo que ellos pueden y deben hacer por sí mismos.

Nuestra sociedad aplica el antidecálogo. Por eso nos parecemos menos a los países prósperos y más a los países harapientos.

1. Creemos que es mejor ser empleado público (63%), que empresario (7%)
2.
Creemos que el rico vive del pobre y es exactamente al revés
3.
Creemos que las inversiones extranjeras son malas (61%) y queremos limitar el crecimiento de las empresas agrarias.
4.
Creemos que es bueno “que pague más el que tiene mas”, pero no queremos reconocer que el que tiene mas es porque “es” más y “hace” más.
5.
Creemos que la riqueza no hay que crearla, hay que repartirla y para eso creamos los Consejos de Salarios y el IRPF
6.
Creemos que podemos gastar más de lo que tenemos y el Estado uruguayo sigue endeudándonos para pagarles a los empleados públicos sus inmerecidos sueldos, aguinaldos, licencias y beneficios.
7.
Creemos en la lucha de clases. Los principales dirigentes del PIT-CNT y del gobierno la defienden o al menos no la repudian.
8.
Creemos en el “mas o menos”, en la cosa mal hecha, en la mediocridad aceptable.
9.
Creemos que es bueno que otros tomen las decisiones por nosotros. Y así vemos buena la reforma de la salud, la intervención estatal en la educación, los monopolios y los controles burocráticos. Todo ello limita la libertad individual.
10.
Creemos que hay que cubrirle las “necesidades” a la gente, en vez de creer que cada uno debe cuidar de uno mismo. El ingreso ciudadano, las prebendas y las limosnas, hacen que la gente no desarrolle sus propios talentos y virtudes, sino sus vicios.

Este antidecálogo no es propiedad de este Gobierno, es propiedad de nuestra sociedad. Si esto sigue así, nos transformaremos en los mismos marginales que consagrara el film de Ettore Scola y seremos cada vez más Sucios, cada vez más Feos y cada vez más Malos.

Dr. Guillermo Sicardi, MBA
gsicardi@adinet.com.uy