Buscar este blog

viernes, julio 24, 2009

El Estado, no el capitalismo, el gran culpable de la crisis


Bancos "zombies" Por Guillermo M. Yeatts
Presidente Fundacion Atlas

Aunque se culpe al "capitalismo salvaje", es necesario señalar que la crisis financiera mundial, desencadenada en el verano de 2008 en los Estados Unidos, fue producto de distorsivos y profundos procesos de intervención del Estado en los mercados financieros, cuyo objetivo era dinamizar artificialmente el nivel de actividad, evitando resolver los problemas de fondo.

Es interesante señalar que algunas décadas atrás nuestro país vivió una experiencia similar a esta que tanto conmueve al mundo. Nos referimos específicamente a lo sucedido hacia fines de la década de 1970, cuando el Banco Central garantizaba la totalidad de los depósitos bancarios. La consecuencia natural de esta medida fue una carrera de crecientes tasas de interés en pugna por atraer depósitos. En esta competencia participaban incluso entidades con pérdidas considerables y evidentes, como el Banco de Intercambio Regional (BIR). Como era de esperar, el sistema colapsó cuando los bancos no pudieron seguir financiando sus pérdidas con nuevos depósitos.

En este caso fueron los ciudadanos quienes cargaron con las pérdidas de estos bancos "zombies". Este concepto se utiliza comúnmente en la literatura fantástica para aludir a "un muerto resucitado por medios mágicos por un hechicero para convertirlo en su esclavo".1 En estos casos, se da una mutua dependencia, ya que el banco es funcional y se mantiene "vivo" gracias al subsidio que le otorga el Estado, que pretende evitar el costo político de un nivel de actividad bajo o de una crisis financiera.

Si analizamos lo sucedido en los Estados Unidos, podemos observar la influencia del gobierno sobre el mercado crediticio por las leyes federales promulgadas en 1990, que exigían que los bancos asignaran un porcentaje de su cartera a sectores de menores recursos y que, a la vez, establecían que la Administración Federal de Viviendas (FHA) extendiera un seguro de default a los bancos que otorgaran hipotecas sub-prime.

Como consecuencia de estos préstamos subsidiados, se incrementó fuertemente la demanda de viviendas, lo que tuvo como consecuencia un crecimiento de los precios del sector inmobiliario a razón de un 13% anual desde 2001 hasta 2006.

Los bancos de inversión vieron una oportunidad de convertir activos no líquidos (hipotecas sub-prime) en activos líquidos para venderlos a bancos de primera línea. El concepto de estas inversiones era riskless investments (inversiones no riesgosas), porque tenían una garantía real (hipoteca), inversión diversificada (multitud de hipotecas), un instrumento líquido (MBS [Mortgages Based Securities]), interés atractivo (versus bonos del Tesoro), una garantía de default (de AIG, Credit Default Swap) y un informe favorable investment grade (S&P-Moody). En consecuencia, florecieron -con riego artificial- las hipotecas y las monumentales comisiones y bonificaciones para los bancos de inversión.

Muy grande para quebrar

Pero la sanidad de estas atractivas inversiones no era profunda y las debilidades comenzaron a ponerse de manifiesto. Los primeros signos de default se hicieron visibles en 2007 y estallaron finalmente en el verano de 2008 en los Estados Unidos cuando el gobierno dejó quebrar a Lehman Brothers.

Pero el potencial "costo político" del necesario saneamiento de los mercados hizo que se dejara de lado el criterio clásico de justicia ("a cada uno lo suyo") y que predominara una redistribución de la pérdida. En este contexto nació la expresión "muy grande para quebrar" (TBTF [too big to fail]), que reflejaría el espíritu de las políticas venideras.

En consecuencia, la política del gobierno de Bush, y luego del de Obama, garantizó los depósitos y los money market accounts a través de FDIC (Federal Deposit Insurance Corporations) y el programa de TARP (Troubled Asset Relief Program) del Tesoro norteamericano, que son adelantos y préstamos a corporaciones y bancos.

Se estima que hoy existen en el mercado financiero 220 mil millones de dólares de activos tóxicos, mientras que FDIC apenas tiene reservas por 13 mil millones. No obstante, el Tesoro le ha concedido una línea de crédito de 100 mil millones de dólares para financiar potenciales pérdidas que serían pagadas eventualmente por los ciudadanos.

A raíz de la garantía de depósitos que extiende el gobierno de los Estados Unidos a los bancos, no existe ningún incentivo por parte de los depositantes para determinar la salud del banco elegido. La elección de la entidad bancaria está directamente relacionada con la tasa de interés que se paga por los depósitos. Aquellos bancos que necesariamente dependen del incremento de depósitos para sobrevivir son los responsables de la escalada de tasas.

Déjà vu redistributivo

La historia argentina es rica en descalabros financieros y nos hace ver las medidas adoptadas en los Estados Unidos como un déjà vu redistributivo, una pesadilla que ya hemos vivido.

No obstante esto, la experiencia, la imaginación y la tecnología que tenemos los argentinos para crear bicicletas financieras podría ofrecerles a los bancos "zombies" de los Estados Unidos (TBTF) el know how necesario para perdurar en el tiempo y asegurarse de tener al Estado como un socio confiable.

El sistema consiste en que un cliente le pida al banco un préstamo por un millón y el banco le ofrezca dos millones. Que utilice uno para convertirse en accionista del banco y el otro para cubrir sus necesidades de capital de trabajo. De esta manera, todos los días el banco incrementará su capital con accionistas y enjuagará su pérdida con aportes a su patrimonio financiados por la garantía de depósitos que -en última instancia- será pagada por los ciudadanos.

El resultado de estas maniobras ocasiona un daño moral irreparable al mercado, dado que la población en general asume que los ladronzuelos del sistema son los capitalistas y no los políticos que extienden prebendas y subsidios con dinero ajeno.

martes, julio 14, 2009

La Constitución de la REPUBLICA

El sábado 18 de Julio se cumplirá un nuevo aniversario de la jura de la primera constitución uruguaya, la de 1830. Más que recordar el momento histórico, interesa detenerse a reflexionar acerca de lo que significa vivir al amparo de una constitución.

La idea central es que la Constitución, al mismo tiempo que instituye el poder, lo limita. La constitución establece las reglas para determinar quién gobierna, quién manda, y al mismo tiempo traza el marco dentro del cual ese poder ha de ejercerse. Es la constitución la que dice a través de qué procedimientos se llega a ocupar legítimamente los cargos de gobierno, cuánto duran los mandatos, qué pueden y deben hacer los que mandan y cómo han de hacerlo. Además, la constitución declara que las personas tienen derechos, que los gobernantes siempre deben respetar y que señalan otro límite a su autoridad.

Antes de que las constituciones irrumpieran en la época moderna, a fines del siglo 18, lo que había eran reyes que creían –o fingían creer- que gobernaban porque Dios los había elegido para cumplir esa tarea. Los reyes hacían lo que querían, así fuera declarar una guerra internacional, establecer impuestos que condenaban al hambre al pueblo o poner preso a un hombre por el resto de su vida.

Así estaban las cosas cuando estalló la Revolución Francesa (1789), que terminó con los reyes y proclamó la idea republicana: la soberanía radica en la nación (nadie tiene un “derecho divino” a mandar a los demás), los poderes deben dividirse para contenerse y controlarse recíprocamente, todas las personas son iguales ante la ley y tienen una serie de derechos que nadie puede cercenar.

Las repúblicas sudamericanas pelearon sus guerras de emancipación y se constituyeron como estados soberanos sobre la base ideológica aportada por la Revolución Francesa. De ella tomamos los conceptos fundamentales con los cuales pretendimos ordenar la vida colectiva. Doscientos años después de haber iniciado la tarea, los americanos del sur aún no hemos logrado completarla.

El apego a la constitución, empero, tiene también sus desventajas para ciertos gobernantes. A ellos, la constitución los frena, los limita, les impide ejercer el poder a su arbitrio.

Quienes son sinceramente republicanos se someten de buen grado a los “frenos y contrapesos” de la constitución. Pero hay otros que están convencidos de que “el fin justifica los medios”, por lo que ven a la constitución como a un obstáculo a superar en pos del logro de los fines perseguidos, sean estos “la seguridad nacional”, “el desarrollo”, “la justicia social” u otros cualesquiera.

Doscientos años después de la Emancipación, así estamos los americanos del sur. No hemos logrado zafar del subdesarrollo. Seguimos luchando contra el atraso, la pobreza, la ignorancia y la exclusión social. Pero no está claro que todos hayamos aprendido de la historia común. Siguen apareciendo en nuestro continente los líderes que, en nombre del pueblo, se llevan por delante la constitución o pretenden modificarla una y otra vez, por las buenas o por las malas, hasta que se adapte a su proyecto político como un guante a la mano.

En Uruguay también supimos de dictadores y atropellos a la constitución, así como sabemos de admiradores de Chávez y de Fidel Castro.

Nuestra historia, sin embargo, también exhibe otros momentos de apego al Derecho como norma de la convivencia, de respeto y tolerancia entre los ciudadanos de distintas ideas, de trabajo y progreso, de integración social y de amparo a los más débiles y de defensa de la razón y de la justicia (no de la envidia ni del odio entre clases sociales).

Nada de eso - que es lo mejor de nuestra historia y de nosotros mismos - existió nunca fuera de la constitución. Todo eso, lo que fuimos y lo que queremos ser, es lo que simboliza la Constitución de la República Oriental del Uruguay y lo que los republicanos habremos de celebrar en nuestros corazones, con o sin acto oficial, el próximo 18 de Julio.

¡Viva la República!


resumen del artículo elaborado por el Dr. Ope Pasquet

domingo, julio 12, 2009

El triángulo que debe ser un cuadrado

Carlos Maggi

Al admirable triángulo republicano (igualdad, fraternidad y legalidad) le falta un lado: la libertad, que no se ve porque viene envuelta en el respeto por la letra y el espíritu de las normas vigentes.

En América Hispana hay países "legalmente" gobernados… de manera autoritaria (Venezuela, Bolivia, Ecuador); y hay un país sometido a un sistema totalitario (Cuba). En estos casos, a pretexto del venerable triángulo de la Ilustración (siglo XVIII) o a propósito de la utopía marxista (siglo XIX) se ejerce la dictadura (República sin libertad personal).
Isaiah Berlin define:
-La "libertad humana es la ausencia de restricciones; la falta de coacción fuera de control".
Mariano Grondona aplica esa definición a la realidad política del continente:
-"Hugo Chávez y Evo Morales asaltan desde el poder las instituciones republicanas".
Los autogolpistas, no golpean de golpe; actúan con anestesia, a pequeñas dosis: no respetan la separación real de los tres Poderes; burlan la renovación periódica de los gobernantes; modifican la Constitución para concentrar el poder y para perdurar en el cargo. La opresión culmina cuando se prohíbe la libre circulación de las personas. En la Unión Soviética y en sus países dominados (la mitad del mundo) no estaba permitido viajar o elegir un domicilio fuera de fronteras. El caso se repite en Cuba.

Resulta que el gobierno electo tiene fines abstractos, ajenos al respeto y al bienestar de cada uno. La gente quiere huir y ya es tarde.
Las elecciones sin fraude no legitiman el abuso posterior en el cual pueden incurrir los electos. Muchas veces la usurpación se santifica mediante consultas populares. El caso más desgarrador se dio en Alemania, cuando sobre la base de plebiscitos, pusieron en manos de Hitler el poder absoluto; y así les fue.
Este prólogo preventivo sirve de sostén a una interpretación subterránea de lo sucedido en las elecciones internas del 28/6/09.

Cuando el Frente ganó las elecciones nacionales (2004) los ultras explicaron:
-Tenemos el gobierno, pero no tenemos el poder-y hubo quien agregó: Estar en el poder sin poder, es la peor de las situaciones.
La democracia, un sistema porcentual y relativo, impacienta a los absolutos; y es por esta precisa razón, que los encuestadores son despistados.
Eduardo Botinelli de Factum, una de las mediciones más acertadas, admitió:
-"Se nos puede achacar que nos mintieron y no nos dimos cuenta".
Y así fue. Se llevaron la gran sorpresa en lo que más importa: los partidos tradicionales le ganaron al Frente Amplio por una diferencia cinco veces mayor que el margen de error estimado.
¿De dónde nace esa desmedida?

El quid del asunto estuvo en los electores y no en los medidores. A nadie le gusta confesar: tengo miedo, voto porque me asusta lo que puede pasar.
Mujica anuncia que para mantener la tranquilidad va a empezar con una política de derecha y adelantó que toda la economía quedaría en manos de Astori. ¿Y lo demás? ¿Quién garantiza que no habrá ciudadanos de segunda clase, perseguidos?
La conducción de la economía cubana no es lo que cuenta, cuando se revisan los hechos de una dictadura sangrienta.

Lo que cuenta para ser libres, se juega en otro ámbito. Si gana el Frente, en la mente del presidente Mujica, en su moral, en el sentido de su vida, en su concepción del mundo; su formación y sus actos, indican que la autoridad de los que mandan, importan para él, más que los lujos de la libertad burguesa.
La libertad burguesa (la nueva manera de pensar del siglo de las luces) es una de las mayores conquistas de la Humanidad, que vivió milenios sometida a la superioridad aristocrática de los mandones.
La preservación de esa libertad fue, justamente, el motor que movió a votar a miles de uruguayos, el domingo pasado, sin ningún aspaviento; por mera precaución. El instinto de conservación es la fuerza psíquica más potente; por eso fueron tantos.
También corresponde pensar que el Frente tenía la interna resuelta; Mujica estaba puesto y los frentistas se dejaron estar. Admitido.
Pero es verdad que del otro lado, los desasosegados votaron en una proporción inesperada. Fueron a las urnas y calladitos y como quien no quiere la cosa, clavaron el voto como un puñal.

El resultado de las internas no determina el resultado de las elecciones de octubre, cuando Mujica cuente con toda la fuerza electoral, más la fuerza del escarmiento:
-La vez pasada no voté; y perdimos, ahora…
Pero no va a ser a ser fácil superar más de 16 puntos de ventaja como marca el escrutinio.
-¡Ganamos! Sacudimos la amenaza que nos quita el sueño.
Para el triunfo de los blancos, contribuyeron muchos colorados que prefirieron terciar en la interna nacionalista; también hubo muchos frentistas del 2004, que volvieron al redil tradicional. Son movidas subterráneas; inconfesables.

FILOSOFÍA Y ACCIÓN. "Tenemos el gobierno, pero no tenemos el poder ¡Qué bueno sería que desde la Presidencia, se allanara el camino para llevar hasta sus últimas consecuencias, nuestro modo absoluto de pensar".
Mujica estimula esa esperanza en los radicales; y al mismo tiempo crea un anticuerpo: el susto de mucha gente que prefiere vivir tranquila y hacer lo que quiere, sin un gobierno autoritario que mande lo que manda una vieja utopía.

A los pocos meses de cruzársela sobre el pecho, la banda con los colores de la patria empieza a tirar de sisa. Entonces los más vehementes, simplifican: los que no están con el gobierno, están en contra del gobierno y son fachos. Lo bueno es silenciarlos y saltear formalidades; correr la democracia, plegarla como si fuera una cortina y lograr por acción directa, lo que la legalidad impide (asaltar las instituciones, perseguir las opiniones, practicar fórmulas revolucionarias desde el poder).

Lo malo para Mujica-candidato, es su propia fuerza de carácter y la fuerza de sus convicciones. Es un hombre que brindó su vida a una creencia y no va a traicionarla. De un modo o de otro, desde el sillón presidencial, va a tratar de cumplir sus sueños.
Se dirá: este es un supuesto íntimo, sin ningún fundamento.

Hay tres presunciones coincidentes:
1) El Partido Comunista fue totalitario en Rusia; y es totalitario en Cuba; nunca descartó la opresión con tal de imponer su ideología; y es el socio distinguido de Mujica.
2) La simpatía de Mujica por el gobierno de los países autoritarios es manifiesta. En los cuatro países hispano-americanos donde la libertad personal no es un valor que importe, el candidato frentista se siente bien; y la gran mayoría de los uruguayos se sentiría mal.
3) Para Mujica no importa la izquierda que gobierna Chile; o el buen gobierno de la izquierda de Lula; son países libres, burgueses. Mujica le brindó su preferencia al señor Kirchner.

Mujica es Mujica y es auténtico. Ese es el peligro. ¡No puede entenderse con Astori! Son visceralmente incompatibles.
Mujica quiere lo contrario de lo que quiere la gran mayoría de los uruguayos.
Sí. Somos pequeños burgueses y huimos de la dominación de la izquierda radical. La épica es para gente desesperada. Somos pacíficos.
¿Qué es eso de reformar la Constitución, sin decir qué se va a hacer con ella?

El País Digital

jueves, julio 02, 2009

La Argentina Insolente - por el Dr. Mario Rosent

En mi casa me enseñaron bien...
Cuando yo era un niño, en mi casa me enseñaron a honrar tres reglas sagradas.
Las dos primeras eran:

Regla N° 1: En esta casa las reglas no se discuten.
Regla N° 2: En esta casa se debe respetar a papá y mamá.


Y esta regla se cumplía en ese estricto orden. Una exigencia de mamá, que nadie discutía... Ni siquiera papá. Astuta la vieja, porque así nos mantenía a raya con la simple amenaza: “Ya van a ver cuando llegue papá”. Porque las mamás estaban en su casa. Porque todos los papás salían a trabajar... Porque había trabajo para todos los papás, y todos los papás volvían a su casa. No había que pagar rescate o ir a retirarlos a la morgue. El respeto por la autoridad de papá (desde luego, otorgada y sostenida graciosamente por mi mamá) era razón suficiente para cumplir las reglas.

Usted probablemente dirá que ya desde chiquito yo era un sometido, un cobarde conformista o, si prefiere, un pequeño fascista, pero acépteme esto: era muy aliviado saber que uno tenía reglas que respetar. Las reglas me contenían, me ordenaban y me protegían. De lo contrario, uno tiene la sensación de abismo, abandono y ausencia.

Las reglas a cumplir eran fáciles, claras, memorables y tan reales y consistentes como eran “lavarse las manos antes de sentarse a la mesa” o “escuchar cuando los mayores hablan”.

Había otro detalle, las mismas personas que me imponían las reglas eran las mismas que las cumplían a rajatabla y se encargaban de que todos los de la casa las cumplieran. No había diferencias. Éramos todos iguales ante la Sagrada Ley Casera.

Sin embargo, y no lo dude, muchas veces desafié “las reglas” mediante el sano y excitante proceso de la “travesura”. Siempre era descubierto, denunciado y castigado apropiadamente.

La travesura y el castigo pertenecían a un mismo sabio proceso que me permitía mantener intacta mi salud mental. No había culpables sin castigo y no había castigo sin culpables. Por lo tanto las travesuras no eran acumulativas. Nunca me amenazaron con algo que no estuvieran dispuestos y preparados a cumplir.

En mi casa no había impunidad. En mi casa había justicia, justicia simple, clara, e inmediata. Pero también había piedad. Le explicaré: Justicia, porque “el que las hace las paga”. Piedad, porque uno cumplía la condena estipulada y era dispensado, y su dignidad quedaba intacta y en pie. Al rincón, por tanto tiempo, y listo... Y ni un minuto más, y ni un minuto menos. Por otra parte, uno tenía la convicción de que sería atrapado tarde o temprano, así que había que pensar muy bien antes de sacar los pies del plato.

Las reglas eran claras. Los castigos eran claros.

Regla N° 3: No sea insolente. Si rompió la regla, acéptelo, hágase responsable, y haga lo que necesita ser hecho para poner las cosas en su lugar.

Ésta es la regla que fue demolida en la sociedad en la que vivo. Eso es lo que nos arruinó. LA INSOLENCIA. Usted puede romper una regla -es su riesgo- pero si alguien le llama la atención o es atrapado, no sea arrogante e insolente, tenga el coraje de aceptarlo y hacerse responsable. Pisar el césped, cruzar por la mitad de la cuadra, pasar semáforos en rojo, tirar papeles al piso, tratar de pisar a los peatones, todas son travesuras que se pueden enmendar... a no ser que uno viva en una sociedad plagada de insolentes. La insolencia de romper la regla, sentirse un vivo, e insultar, ultrajar y denigrar al que responsablemente intenta advertirle o hacerla respetar. Así no hay remedio.

El mal de los argentinos es la insolencia. La insolencia está compuesta de petulancia, descaro y desvergüenza. La insolencia hace un culto de cuatro principios:

- Pretender saberlo todo
- Tener razón hasta morir
- No escuchar
- Tú me importas, sólo si me sirves.


Le propongo que hagamos algo para identificarnos entre nosotros. No tire papeles en la calle. Si ve un papel tirado, levántelo y tírelo en un tacho de basura. Si no hay un tacho de basura, llévelo con usted hasta que lo encuentre. Si ve a alguien tirando un papel en la calle, simplemente levántelo usted y cumpla con la regla 1. No va a pasar mucho tiempo en que seamos varios para levantar un mismo papel.
Si es peatón, cruce por donde corresponde y respete los semáforos, aunque no pase ningún vehículo, quédese parado y respete la regla.
Si es un automovilista, respete los semáforos y respete los derechos del peatón. Si saca a pasear a su perro, levante los desperdicios.

Todo esto parece muy tonto, pero no lo crea, es el único modo de comenzar a desprendernos de nuestra proverbial INSOLENCIA. Yo creo que la insolencia colectiva tiene un solo antídoto, la responsabilidad individual. Creo que la grandeza de una nación comienza por aprender a mantenerla limpia y ordenada. Si todos somos capaces de hacer esto, seremos capaces de hacer cualquier cosa.

Porque hay que aprender a hacerlo todos los días. Ése es el desafío. Los insolentes tienen éxito porque son insolentes todos los días, todo el tiempo. Nuestro país está condenado: O aprende a cargar con la disciplina o cargará siempre con el arrepentimiento.

¿A USTED QUÉ LE PARECE? ¿PODREMOS RECONOCERNOS EN LA CALLE ?
Espero no haber sido insolente. En ese caso, disculpe.
Dr. Mario Rosen

(¿Sería muy insolente si le pido que lo reenvíe?)