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sábado, marzo 27, 2010

Arrepentido de Cuba y del Frente Amplio



Lo confieso: fui de los que creyó ciegamente en la revolución cubana. Nunca fui comunista ni acepté la aberración del partido único, pero por aquello de las circunstancias, continué opinando positivamente sobre el régimen de aquella república hermana incluso después de que Fidel Castro se definiera como marxista-leninista “hasta el último día” de su vida.

Me parecía que la nefasta política que EEUU había seguido respecto a Cuba, hasta transformarla en el prostíbulo del hampa norteamericana, había arrojado a los revolucionarios de 1959 en brazos de la URSS, como única forma de evitar una invasión al estilo de la que sufriría la República Dominicana en 1965. Y si no había libertades, ya las habría; la situación era de guerra no declarada (lo probaba la aventura de Playa Girón) y las situaciones extraordinarias requieren medidas extraordinarias. Influyó en mí y en mi persistente respaldo a aquel régimen la opinión de mi tío abuelo, el ilustre poeta don Julio Casas Araújo, que había sido embajador en la isla caribeña durante los últimos años de la dictadura de Batista y los primeros de la revolución.


Su apasionado relato de la heroica epopeya iniciada en Sierra Maestra, proveniente de un herrerista conservador, me cargaba de razón. Y así me quedé, año tras año, como un perfecto idiota, esperando una liberalización que nunca se produjo, justificando lo injustificable y amparándome en pretextos que, al final, ni a mí mismo me convencían.


Lo confieso: creí en el Frente Amplio cuando se constituyó en 1971. Blanco hasta la médula, como era, soy y seré “hasta el último día” de mi vida, creí, con Quijano, que el Partido Nacional se había transformado en una cooperativa electorera que lo inhibía de ser el vehículo de transformación que el país requería a los gritos. Y pensé, como tantos, que no había otro camino que unir a los que pensaban, sino igual, al menos parecido, para lograr un acuerdo en torno a un programa antiimperialista y antioligárquico. Milité intensamente en aquellos durísimos años en una ciudad del interior en la que para muchos ser frenteamplista era sinónimo de comunista y vendepatria, y me jugué mi parada, que aún hoy me enorgullece. Lo hice en las filas del viejo e ilustre Partido Socialista, en el que tenía raíces por parte de mi familia paterna. Ni por un momento –y quiero ser enfático en esto– me he arrepentido de esa opción política de juventud, en la que defendí valores e ideales que aún hoy estoy dispuesto a asumir; de la misma manera en que no me arrepiento –ni admito reproches por ello– de haber dejado esas filas, sin rencores ni agravios, cuando me pareció que debía hacerlo.

Lo confieso: me produce un intenso pesar el hecho de que el Frente Amplio de hoy, que no es ya la romántica fuerza reivindicativa de ayer, se niegue a admitir que el régimen cubano se ha transformado en una de las dictaduras más abyectas, corrompidas y represivas de la historia de América Latina. Me duele profundamente, como oriental, como blanco y como ex frenteamplista, que la coalición se escude, con singular cobardía y contumacia, en leguleyerías deleznables para no reconocer lo que a estas alturas ya es un asunto de simple honestidad: la urgencia de condenar sin medias tintas a un sistema devenido en vergüenza del género humano. Lo de que “los problemas de Cuba son asunto interno de la isla” (expresión casi textual de la declaración frentista) cuando el mundo entero se horroriza ante la muerte por huelga de hambre de un preso de conciencia (a la que, según parece, seguirán otras) es la negación de todo lo que pueda oler a justicia y a “progreso”.

Lo que sí huele es a hipocresía, porque ninguno de los que hoy suscriben esta vergonzosa perogrullada, o la admiten en silencio, sostenían lo mismo cuando los crímenes los cometían Pinochet, Stroessner o Castelho Branco.

Lo confieso: ante tamaña incongruencia con lo que deberían ser principios inalienables –el sostén de los derechos de la persona– me accede un intenso rubor del alma, y siento un consolador alivio por haber pasado la tranquera y huido de lo que dejó de ser una esperanza para transformarse en un engañoso corral de ramas.

Lincoln Maiztegui Casas / El Observador - Uruguay

jueves, marzo 25, 2010

Jóvenes que ya murieron ...

El ideario popular cree que "los jóvenes son la renovación", agregan "sangre nueva" o le darán "impulso" a una organización. Seguramente no se refieren a los jóvenes uruguayos. Al menos no a los 104 becarios veinteañeros que están reclamando y presionando para que los dejen seguir siendo EMPLEADOS PUBLICOS de por vida.

Estos aprendices de haraganes probaron durante un año las dulces mieles del poco esfuerzo, los buenos sueldos y los mejores curros y ahora quieren dejar de ser abejas "obreras" para transformarse en "zánganos" presupuestados.

¿Y qué hacen al respecto los verdaderos "servidores públicos? ¿Qué hacen los buenos empleados ante el paro de ADEOM para evitar que sancionen a los Inspectores de Tránsito que abusaron del poder de su cargo en contra de un ciudadano que los pesco "in fragantti"? ¿Por qué los buenos no se revelan contra los malos? Mientras la imagen del empleado público siga siendo la del haragán, el "vivo" y miedoso al cambio, el Estado va a seguir atrayendo haraganes, pícaros y miedosos a sus filas.

Triste presente para estos muchachos sin pasión, sin metas y sin ambiciones. Triste futuro para este país donde sus hijos aspiran a ser muertos en vida.


Dr. Guillermo Sicardi, MBA
PD: la nota completa publicada en el Observador la pueden leer aquí
http://www.solution.com.uy/articulos/jovenes_aspiran_empleo_publico.pdf

lunes, marzo 22, 2010

¿Puede ser que el Asado de Tira sea mas caro que el Bife de Vacío?


Cuando lanzaron el "asado de El Pepe" me quedé con las ganas de hacer la comparación real de lo que uno paga en crudo y lo que realmente ingiere, luego de tirar los huesos y la grasa.

Hice la prueba este fin de semana, no con asado de el Pepe sino con asado de primera vs. un buen Bife de Vacío, ambos comprados en Supermercados Disco.

Los precios están en pesos uruguayos donde 1 dólar es equivalente a $ 20aprox.

¿Qué creen que es más caro?

Vean el video en http://www.youtube.com/watch?v=xfqz63NuzCw

Bon apetit !!

Apple vs. GM



Apple actúa como un productor. GM actúa como un saqueador. Es una diferencia clave que Ayn Rand expuso claramente en La Rebelión de Atlas



El Comité de Medios y Arbitrios (Ways and Means Committee) de la Cámara de Diputados de los Estados Unidos está considerando una “Tasa de Responsabilidad por la Crisis Financiera”, un impuesto bancario que recaerá sobre algunas de las instituciones que nunca solicitaron dinero del TARP (“Troubled Asset Relief Program”, o “Programa de Alivio de Activos Problemáticos”), que nunca recibieron dinero del TARP, o que ya lo han devuelto. Para impulsar esta medida, sus promotores han estado provocando una ira generalizada contra el rescate bancario, ignorando descaradamente el hecho de que este impuesto punitivo castigaría tanto a las empresas que se cebaron ávidamente en el abrevadero público como resultado de la crisis, como a las que no lo hicieron.

Desde el advenimiento del capitalismo, los hombres de negocios han sido denunciados por las acciones corruptas de unos pocos aprovechados de la política. Para ayudar a entender que existe una diferencia, consideremos a dos personajes de la novela de Ayn Rand “La Rebelión de Atlas”, publicada en 1957. En el libro, Rand describe a dos tipos opuestos de hombres de negocios: los que ella llama los “productores” y los que ella llama los “saqueadores”.

Los productores, como Hank Rearden, el inventor de un nuevo metal más fuerte y más barato que el acero, trabajan incansablemente para crear productos que mejoran la vida humana. Los saqueadores son básicamente pseudo-empresarios, como el incompetente ejecutivo del acero Orren Boyle, que consigue riquezas inmerecidas a través de favores especiales de los políticos. Su negocio no es realmente un negocio, sino favoritismo político.

Son los productores los que hacen la vida posible: los que mantienen los estantes de las tiendas surtidos; los que descubren medicinas que salvan vidas; los que hacen ordenadores más rápidos, edificios más altos y aviones más seguros.

Los saqueadores, por su parte, son sanguijuelas despojando la riqueza creada por los productores.

La novela rechaza la noción generalizada de que tanto los productores (Rearden) como los saqueadores (Boyle) tienen en común el afán de lucro. Sólo los Reardens, Ayn Rand razona, merecen ser llamados buscadores de lucro, porque ellos obtienen sus recompensas a través de su esfuerzo productivo; los Boyles son parásitos anti-esfuerzo buscando un botín inmerecido.

Pero no sólo es riqueza inmerecida lo que los saqueadores buscan. En “La Rebelión de Atlas”, Boyle usa su influencia para subyugar a Rearden con controles y regulaciones gubernamentales cada vez más severas, puesto que él mismo no puede sobrevivir si no es arruinando a la competencia.

Los productores, sin embargo, no necesitan favores especiales, sólo libertad: libertad para producir, para comerciar voluntariamente y, si tienen éxito, para quedarse con los beneficios. Conforme un país se vuelve menos libre, crea y desata más y más Boyles, quienes triunfan a costa de los Reardens.

Hoy América es todavía un país de productores. Nuestro país está lleno de industriales, directivos y financieros que muestran las rigurosas normas de calidad, la excepcional inteligencia, y la extraordinaria ética de trabajo que caracterizan a los productores.

Por ejemplo, cuando Apple estaba a punto de lanzar el primer iPhone, Steve Jobs, director general de la compañía, miró al diseño del producto y le anunció a su equipo: “Simplemente no me encanta esto. No puedo convencerme a mí mismo de enamorarme de esto”. El Sr. Jobs le estaba pidiendo a su equipo que tirara por la borda un año entero de trabajo y que empezara de nuevo. “¿Y sabéis lo que dijeron todos?” Jobs dijo después. “Estamos contigo.” Esa es la mentalidad de un productor – el compromiso de no conformarse con nada que no sea lo mejor de cada uno. Es una mentalidad que aún se puede encontrar en muchos sectores de la economía.

Pero los Boyles están en alza, engordando con rescates, subsidios y otras jugosas oportunidades de aprovecharse políticamente. Por cada productor como John Allisson del banco BB&T, que se opuso al rescate de Washington y fue forzado a aceptar dinero del gobierno, parece haber diez como el anterior director general de la General Motors, Rick Wagoner, exigiendo dinero de los impuestos para mantener a flote a sus fracasadas empresas.

Mientras tanto, los Boyles de la vida real de hoy están constantemente haciendo presión para que el gobierno les imponga restricciones a sus más capaces competidores. ¿Recordáis cuando el über-productivo Bill Gates comenzó a regalarles navegadores de Internet gratis a sus clientes, y Netscape corrió a Washington a exigir que Microsoft fuese encadenado con las leyes anti-monopolio?

Es cierto, puede ser difícil a veces distinguir a los productores de los saqueadores. Conforme el gobierno se entromete más y más en nuestros asuntos económicos, incluso los Reardens de la vida real se ven forzados a acudir a Washington – no para obtener beneficios inmerecidos, sino para protegerse de los Boyles. (No es un accidente que Microsoft, antes de ser sometido al fuego anti-monopolio, no gastara virtualmente nada en lobbies y grupos de presión, y que hoy gaste muchos millones). Además, muchos hombres de negocios son casos mixtos – parte productor, parte aprovechado político.

Pero por más difícil que sea clasificar a hombres de negocios específicos, es crucial mantener esas dos categorías separadas cuando ensalcemos o condenemos a los hombres de negocios que aparecen en los titulares y ante las audiencias del Congreso. Si no lo hacemos, serán los Boyles los que se beneficien y los Reardens los que sufran.


+++

Yaron Brook es el presidente del Ayn Rand Center for Individual Rights. Don Watkins es analista del Ayn Rand Center for Individual Rights.

www.objetivismo.org



sábado, marzo 20, 2010

Inútiles, pero leales.


Me llama poderosamente la atención ver como hay tantos inútiles ocupando puestos de confianza en empresas privadas (no hablemos de las públicas).

No exagero utilizando el término de" inútil" ni lo hago en un tono peyorativo. Me refiero directamente a aquellas personas bastante limitadas intelectualmente, con poca formación, reactivos, poca o nula iniciativa, obtusos y conservadores. No agregan valor. Hacen sólo lo que les pide y ni siquiera lo hacen con excelencia. Por lo tanto no son útiles, sino inútiles.

Sin embargo los dueños de las Pymes que son sus jefes, los mantienen en sus cargos.
Dicen que lo hacen porque, si bien reconocen su inutilidad, los consideran "leales" o les tienen "confianza". ¿A qué se refieren realmente al hablar de "lealtad" o "confianza"?

Mi experiencia me indica que para ellos "lealtad" es sinónimo de "sumisión". Desprecian a los inútiles (porque ellos no lo son), pero en el fondo les gusta tener adláteres (vulgarmente llamados "alcahuetes"). Si bien detentan el poder que les da el ser los dueños del negocio, demuestran la debilidad de no animarse a liderar a pesonas con myores capacidades. Saben que a estos inútiles-adláteres los tendrán comiendo en la palma de sus manos por todo el tiempo que lo deseen.

Al hablar de "confianza" sólo miran la mitad de los componentes de este concepto: confianza es la mezcla de carácter (integridad y buenas intenciones) y capacidades (conocimientos y habilidades por otro).

Podemos tenerle plena "confianza" a la Madre Teresa de Calcuta en cuánto a que no tomará un centavo para sí que no le corresponda, pero no le podemos tener nada de confianza para que nos opere de una hernia de disco puesto que no tiene los conocimientos ni habilidades para hacerlo.

Un buen líder tiene la capacidad de liderar a personas aún más inteligentes y preparadas que él mismo y no resignarse a rodearse de mediocres por mas leales que (aparentemente) sean.

Dr. Guillermo Sicardi, MBA
www.resultoria.com

miércoles, marzo 10, 2010

Sindicalistas Atorrantes

Atorrante es una expresión rioplatense que refiere a una persona que es vaga, perezosa o dormilona. La palabra surge cuando construyeron las alcantarillas en Buenos Aires, ya que una de las empresas que colocaban los enormes tubos para los desagües era "A.Torrant", y algunos obreros aprovechaban a dormir ("atorrar") en esos lugares durante la jornada de trabajo.

Los miembros del Sindicato de Taxistas parece que también quieren "atorrar", pero no debajo del pavimento sino sobre éste.

Se niegan al uso del GPS ya que implica un “Control sobre la producción”, “persecución al trabajador”, y “presiones por productividad”, son algunos de los elementos que se manejan desde el Sindicato Único de Automóviles con Taxímetro y Telefonistas (Suatt) para oponerse al nuevo aparatito que maneja los viajes, según dijo a El Observador el dirigente del sindicato, Sergio Pereira.

Losada explicó que los trabajadores van “regulando” su jornada, por lo que a veces ponen el sistema en “descanso” porque “al final de su día de trabajo ya no quieren tomar un viaje que no saben a dónde los va a llevar”, o porque “van a buscar relevo”, o porque a veces, en el Centro, “prefieren tomar el pasajero en la calle”.

Esto es absurdo por dónde se lo mire: Atenta contra la calidad del servicio al cliente, es mejor para el conductor que evita la molesta radio y tener que anotar los viajes mientas conduce, le da más seguridad al taxista y su pasajero en caso de riesgos o accidentes, y además mejora la performance del coche pudiendo evaluar kilómetros recorridos, consumos y tiempos.

Los sindicalistas deberían presionar a la IMM y al Gobierno para que sus patrones puedan comprar mejores y más cómodos taxis que los benificie a ellos y sobre todo a los clientes. Para ello sería necesario que bajen los impuestos de importación, la patente de rodados, que eliminen el monopolio de Ancap, liberalicen el precio de los combustibles y permitan una mayor flexibilidad laboral

En Argentina es muy común que el "empleado" le "alquile" el auto al patrón por un dinero fijo por día. Todo lo que recaude por sobre ese monto, es para el empleado. Con este sistema no creo que alguien piense en dormir la siesta cuando hay trabajo. Descansará cuando éste merme.

La cultura del atorrante le hace mucho daño a la sociedad. El primer perjudicado es el propio empleado que la aplica.. No creo que esta persona que quiere "atorrar" durante sus 8 horas de trabajo, sea luego una persona emprendedora en su casa, en su comunidad o en su iglesia. Es altamente probable que sea un atrorrante en todos los ámbitos de su vida.

Y si bien los atorrantes tienen mucho para decir, también es cierto que tienen muy poco para hacer y evidentemente no tienen nada digno que imitar.

jueves, marzo 04, 2010

Las exigencias para conseguir empleo

Hace ya 5 años escribí un artículo para el Diario Tiempo Uruguayo que dirigía Ramiro Rodriguez Villami, sobre los requisitos que piden para contratar profesionales y la mala paga que éstos reciben, luego de años de estudio y de inversión económica. Me preguntaba entonces si ¿vale la pena estudiar?

Cinco años después leo en la Revista Búsqueda del jueves 25 de febrero un aviso de un Estudio Jurídico contratando Abogados, uno para el área Comercial & Tributario y otro para el área Laboral & Seguridad Social. Y dice así:

"La búsqueda está orientada a Abogados no mayores de 25 años, con perfil emprendedor, valorándose especialmente la experiencia previa en Estudios Jurídicos especializados en las respectivas áreas. Buen nivel de idioma inglés, excluyente."

Me pregunto cuántos cumplen estos requisitos. Si uno ingresa a la Facultad con 18 años y sin perder un sólo examen se recibe 6 años después a los 23 años, sólo quedan aquellos que tienen un año de experiencia (entre 23 y 24, ya que piden menores de 25) y que la hayan tenido en "Estudios Jurídicos especializados" en estas dos disciplinas.

Pero además tiene que ser "emprendedor" y tener "buen nivel de idioma inglés, excluyente"

¿Cuánto le pagarán a este jóven emprendedor especializado y con buen nivel de inglés?

Una incógnita