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viernes, julio 23, 2021

 


Depresión en la empresa: la pandemia oculta.

Por Guillermo Sicardi | jueves 22 de julio de 2021 | Semanario Búsqueda

El suicidio del futbolista Williams Martínez (38 años, casado y 3 hijos), volvió a poner el tema de la depresión sobre la mesa. De acuerdo a información de la Fundación Cazabajones existen en Uruguay más de 600.000 personas con depresión, pero el 80% no están diagnosticadas. La depresión es un flagelo personal, pero también familiar, laboral y social. Y una de las causas que llevan a la depresión es el stress laboral;  una verdadera y enorme pandemia, pero oculta.

Todavía la mayoría de la gente ve a la depresión como una “debilidad”, por lo que tratan de ocultarla a sí mismos y a los demás. Pero los síntomas están allí, son visibles, como lo es la punta de un iceberg, sabiendo que su gran masa está bajo la superficie. 

Los síntomas más visibles de una persona que está pasando por un momento de depresión son las dificultades para dormir (insomnio o dormir en exceso), bajos niveles de concentración, sentimiento de culpa, fantasías con la autoeliminación, comentarios negativos frecuentes, alteración del apetito (con incremento o pérdida de peso), falta de interés en actividades de todo tipo,  caída en la autoestima (se siente incapaz o inútil), una visión desesperanzadora sobre el futuro o irritabilidad. Y todo esto termina muchas somatizándose en padecimientos físicos como contracturas, malestares estomacales y hasta cáncer.

Si bien el problema de la depresión puede ser multicausal (factores genéticos, psicológicos, edad, etc.), el entorno en que se mueve esa persona juega un rol clave. Primero, el círculo más cercano de familiares y amigos, ya que el ser humano es un ser gregario que necesita del contacto y del afecto de otros. Y también el ámbito laboral, que es - a mi entender- tan importante (o más) que los anteriores.

Lamentablemente estamos acostumbrados a ver al trabajo casi exclusivamente como una carga necesaria para poder vivir (o sobrevivir) y no como un ámbito de interacción social, aprendizaje y crecimiento personal. El ex decano de la facultad de medicina, Fernando Tomassina, declaraba hace años en una entrevista que “el trabajo es un eje estratégico para generar salud y bienestar”. Lamentablemente pocos lo viven así: el estudio State of the global workplace de Gallup, muestra que el 70% de los empleados -en Estados Unidos-, no están entusiasmados con su trabajo. En países subdesarrollados el ratio es peor.

A nivel empresarial -y en especial a nivel de los ejecutivos- la depresión tiende a ocultarse más, ya que un “buen ejecutivo” no puede mostrar signos de debilidad. Tiene que ser un “macho alfa” y, como dice el tango Tomo y obligo “fuerza canejo, sufra y no llore, que un hombre macho no debe llorar”. Tan es así, que el 80% de los suicidios los cometen los hombres (un dato interesante para las feministas).

El psiquiatra Dr. Pedro Bustelo, presidente de la Fundación Cazabajones,  nos dice de la importancia del trabajo como organizador de rutinas positivas para las personas. También cree que es necesario incluir el tema de la depresión en la currícula estudiantil ya que es la enfermedad cerebral más frecuente y que se cobra la vida de cientos de personas anualmente. Infelizmente, Uruguay es un “campeón mundial” en esta triste disciplina.

Por lo tanto, si queremos menos suicidios, menos consumo de drogas, menos gastos en salud, mejor productividad y, sobre todo, una sociedad más feliz y con una visión más esperanzadora del futuro, gobernantes, empresarios y sindicalistas, tendrán que liberar al máximo todo tipo de restricción al trabajo. Las personas que quieran trabajar, que lo hagan. No importa si cobrarán aguinaldo, salario vacacional o gozarán de eternas licencias sindicales. Primero, el empleo; luego, la calidad del mismo. Sepan poner primero lo primero.








 


Argentina, el socio indeseable.

Por Guillermo Sicardi | jueves 15 de julio de 2021 | Semanario Búsqueda

Elegir un buen socio de negocios es cosa seria. Generalmente caemos en la trampa de asociarnos con amigos, con quien pone el dinero que no tenemos o para complementar habilidades o conocimientos; pero dejamos en un segundo plano lo que, a la postre, termina siendo el factor más importante: el compartir valores, tener empatía mutua y la confianza de saber que se va hacia un destino común. Argentina puede ofrecer mucho de lo primero, pero poco de lo segundo.

Nos asociamos con Argentina por creer que no teníamos otra alternativa. Son nuestros vecinos y siempre lo serán. Son nuestros “hermanos” y siempre lo serán. Y es mucho más cómodo hacer negocios con vecinos y hermanos … siempre que se comporten como buenos vecinos y buenos hermanos y nos cierren los puentes durante cuatro años. 

Los políticos argentinos (desde hace casi un siglo), se manejan por el mundo con la brújula equivocada: política de sustitución de importaciones (para defender una industria nacional que termina siendo prebendaria e ineficiente), un Estado presente no financiable y una trama de poder y mafias sindicales que corrompen cualquier iniciativa.

Como bien dice el Ec. Javier de Haedo en Twitter: “Argentina no va a acompañar políticas sensatas a nivel Mercosur, cuando solo desarrolla políticas insensatas en el frente interno” y para muestra, estos botones: súper cepo al dólar, permisos y cupos para exportar e importar, para obtener divisas, para ingresar al país y hasta para para vacunarse contra el Covid. Prohibición para despedir empleados (o pago de doble indemnización), prohibición para girar utilidades al exterior, control de cambios, control de precios a nivel de almacenes y supermercados, control del nivel de producción y de stocks, inflación de más del 40%, pobreza de más del 50%, más de 120 impuestos y 69.000 regulaciones. No pagan sus deudas (van por el noveno default), no tienen crédito externo, el riesgo país está por los 1600 puntos (cuando el de Uruguay es de 130) y la calificadora de fondos de inversión MSCI Morgan Stanley Capital International acaba de rebajarle dos escalones su calificación financiera, pasando de ser "mercado emergente" a "stand-alone", una suerte de “paria” internacional.

Tiene razón el presidente Alberto Fernández: no los queremos como lastre. Uruguay, flexibilizando las reglas del Mercosur (o directamente saliéndose del mismo), seguramente le vaya mucho mejor haciendo acuerdos de libre comercio con otros países del mundo, ya que nuestras exportaciones al bloque son cada vez menores y con una balanza comercial deficitaria.

Como si todo esto fuera poco, tenemos a una Argentina que sí se asocia a las posturas de Cuba, Venezuela, Nicaragua o Irán, reafirmando aquel sabio refrán que dice: “dime con quien andas y te diré quien eres”.

El presidente Lacalle Pou ha hecho muy bien en poner el tema arriba de la mesa. Será una jugada riesgosa pero con grandes chances de ganar. Quedarse quieto es una jugada segura, como seguro será nuestro fracaso si seguimos atados a este tipo de aliados.


sábado, julio 10, 2021

FRIOPAN Y LA IRRESPONSABILIDAD SINDICAL


FRIOPAN Y LA IRRESPONSABILIDAD SINDICAL
Por Guillermo Sicardi | jueves 8 de julio de 2021 | Semanario Búsqueda


Durante la ocupación sindical a la empresa Friopan en mayo de 2019, uno de los ocupantes declaró ante el fiscal penal Carlos Negro: “Yo tuve la orden de que se pudra todo y el sindicato dispuso que se cerraran las puertas de la planta”. Y tal acción fue todo un éxito: en tan solo cuatro días, el sindicato le ocasionó pérdidas a la empresa por unos U$S 20.000 en mercadería y mal cuidado de las máquinas.

Lo interesante es analizar las causas de tal ocupación: “La ocupación se desató por un rumor entre los trabajadores de que la empresa iba a impulsar una reestructura que generaría despidos. También se mencionó como motivo de la movilización la adquisición por parte de la empresa de una máquina que haría el trabajo de 10 obreros”, según cita El País analizando el expediente judicial.

Pero esto no es nuevo para los uruguayos. A fines de 1953, durante el gobierno de Luis Batlle Berres y para poner fin a un conflicto sindical provocado por unos despidos en una empresa textil que había comprado maquinaria nueva que sustituiría mano de obra, se prohibió la importación de maquinaria sin la previa autorización del Consejo de Gobierno, con el objetivo de “mantener las fuentes de trabajo”. Gracias a estas políticas “proteccionistas” hoy no queda industria textil en Uruguay.

El daño que provocan estas ideas socialistas-estatistas-progresistas de evitar el avance tecnológico y la mayor productividad porque amenazan puestos de trabajo, es mucho más grave que las pérdidas materiales que ocasiona cualquier paro y, además, están equivocadas.

Durante décadas se culpó a la revolución industrial en Inglaterra, allá por los años 1800, que el régimen de libre mercado llevaba a la explotación de los obreros en las fábricas y que la tecnología (por ejemplo los telares) dejaban sin trabajo a miles de artesanos. Lo que no dicen es que gracias a ese aumento enorme de la productividad, los abrigos se abarataron y millones de personas (que antes pasaban frío) ahora podrían abrigarse mejor. Y si bien es cierto que las condiciones laborales eran espantosas (a nuestros actuales ojos del año 2021), piensen que la opción a las fábricas era vivir como campesinos, en peores condiciones aún.

Pero lo mejor de todo esto, es que en muy pocos años, todos esos trabajadores mejoraron notablemente sus condiciones de vida, como no las habían tenido durante siglos bajo regímenes estatistas (monárquicos), donde estaba todo controlado por el rey, hoy suplantado por el Rey Estado.

Ni el sindicato ni los sindicalistas quieren hacerse cargo de los daños causados a la propiedad privada de los dueños de la empresa Friopan, porque sencillamente no creen en la propiedad privada. El fiscal Negro le pregunta a un ocupante que hubiera hecho él con la mercadería que se terminó pudriendo y respondió: “Si ya estaba cocinada, trataría de repartirla entre nosotros para que no se echara a perder. O terminaría el ciclo (de producción) y repartirla”. Y el fiscal le pregunta:¿Pero si esa mercadería no es suya. ¿Cómo la va a repartir?

Mientras los empresarios son responsables civil y penalmente por sus acciones laborales, los sindicalistas parecen no serlo ni por unas, ni por otras. Una ecuación que la ley y la justicia deberán corregir a la brevedad. 


martes, julio 06, 2021

¿IMPORTA LA CALIDAD DEL EMPLEO?

¿IMPORTA LA CALIDAD DEL EMPLEO?

Por Guillermo Sicardi | jueves 1 de julio de 2021 | Semanario Búsqueda


Casi todo el mundo quiere tener un empleo que le brinde buenos ingresos, estabilidad, desarrollo personal y seguridad. ¿Pero cuántas empresas pueden asegurar todo esto? Prácticamente ninguna. Sin embargo, las exigencias por empleos con cada vez más beneficios, no para de crecer, y tal acción, termina perjudicando a los propios interesados.

El monitor laboral que lleva la consultora Advice nos dice que “en los últimos meses hay un corrimiento en la demanda de trabajo hacia perfiles más calificados. En años anteriores aproximadamente el 60% de los cargos solicitados eran sin o de escasa calificación, pero  hoy menos del 40%”.

El propio Ministro de trabajo, Dr. Pablo Mieres, comentó que lo cursos y capacitaciones que brinda el Estado para facilitar la reinserción laboral de los desocupados, debería orientarse más hacia lo que los empresarios realmente están contratando, qué perfiles y qué habilidades requieren.

Pero tales habilidades no se adquieren con sólo asistir a unos cursos, y aún así, eso toma tiempo, por lo que la dificultad en conseguir empleo va a continuar e incluso a crecer. Muchos de estos puestos de trabajo de la base de la pirámide organizacional, o  desaparecen o son sustituidos por tecnología y robótica.

La única manea de crear empleos genuinos es con inversión genuina, esto es: inversión realizada por particulares, no por el Estado y menos aún con el Estado endeudándose más aún para hacer obra pública o con programas del tipo “empleo solidario”, que todos sabemos es un subsidio cubierto con un manto de integridad moral, ya que demanda una contraprestación o tarea a cambio.

Para que estos inversores vengan (o los muchos que ya están aquí y se animen a invertir más), no podemos ponerles barreras burocráticas, impositivas, laborales o sindicales. 

Es inconcebible que se haya parado la construcción de la planta de UPM (que da trabajo a miles de personas y del que participan unas 300 empresas de todo porte como proveedores), porque hubo un problema con un capataz de una de esas empresas.

Tampoco se generará más empleo para los menos calificados, si se mantiene la rigidez de las normas laborales y sea imposible negociar las decenas de beneficios laborales. La opción que se ofrece es todo o nada. Y la respuesta que está dando el mercado es: nada.

La falta de empleo, el aislamiento por causa de la pandemia y las nublosas expectativas futuras, han traído un problema no menor: la depresión y aumento de suicidios.

Por lo tanto, no hay que ver al empleo solamente como un ingreso económico, sino como un lugar de socialización, de experimentación, aprendizaje y realización personal. Y ante todas estas ventajas y en estos momentos tan complejos, cualquier desocupado preferirá un empleo “frágil” a un no empleo. La calidad de ese empleo, no la fijarán las leyes y decretos, sino el mercado. Primero, lo primero.