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lunes, setiembre 17, 2012

Universidad sin paredes

por Guillermo Sicardi *
publicado en Semanario Búsqueda  el 13/09/2012


El acceso a la educación terciaria ha sido siempre un privilegio de los Montevideanos, ya que a las personas que viven en el interior se les hace mucho más difícil y costoso financiar sus estudios en la capital. Ya en 1911 don José Batlle y Ordóñez estaba preocupado por los costos extras que generaba la centralización y el 4 de mayo de ese año, envío un mensaje al Parlamento proponiendo la creación de los liceos departamentales diciendo:
“Los padres que desean proporcionársela a sus hijos, además del sacrificio pecuniario, tienen que imponerse otro mucho mayor: separarse de ellos enviándolos a Montevideo. [...]Así, para los no ricos, la educación de sus hijos es muy difícil y priva a éstos de la vida del hogar; la educación de las mujeres casi imposible. Para los pobres, ambas cosas son igualmente irrealizables”.

“Pero aun en los casos en que no existen dificultades de orden privado para acudir a los centros educativos de Montevideo, existe todavía un grave inconveniente en esa centralización de la enseñanza. Los estudiantes se desvinculan de sus pueblos de origen. Una vez formados se resisten con bastante generalidad a volver a sociedades que han dejado de armonizar con sus actuales condiciones mentales, y sólo por excepción se sienten atraídos por sus antiguas residencias.”

Hoy en día circulan propuestas de crear más Universidades en el interior, para lo cual se reclaman importantes sumas de dinero para construir los edificios y más dinero aún para pagar docentes y gastos de funcionamiento. Pero el gran problema no es el edilicio, sino el contar con docentes de buena calidad que vivan cerca de la Universidad, porque por los honorarios que paga la docencia (tanto pública como privada), no compensan el esfuerzo y los costos para dictar pocas horas de clases y volverse a la capital.

Hoy las Universidades no se construyen con ladrillos, sino con tecnología. Son las plataformas educativas on line las que permiten el acceso irrestricto y a bajísimo costo, a miles de estudiantes de cualquier condición social y ubicados en cualquier lugar del globo terráqueo, no sólo dentro de nuestro paisito.

La Universidad de Stanford (entre las cinco mejores del mundo) creó Venture Lab (http://venture-lab.org/), una plataforma que permite a cualquier persona estudiar gratis con su selecto plantel de profesores. La Universidad Europea de Madrid (http://www.uem.es/), con 16.000 estudiantes, acaba de anunciar que sube al cloud computing de Microsoft sus laboratorios virtuales “de una manera flexible y con la posibilidad de conexión en cualquier sitio, en cualquier momento y desde cualquier dispositivo. De este modo, además de aumentar los servicios ofrecidos a los estudiantes, se mejora la eficiencia al reducir las necesidades de espacios y el coste de máquinas distribuidas”. 

El mundo viaja en el sentido de la tecnología, de la desmonopolización del acceso a internet, de las plataformas interactivas para brindar servicios de todo tipo y Uruguay parece empeñarse en el camino conservador de antaño.
La “Universidad sin paredes” es un concepto mucho más amplio que el de los límites físicos de una construcción; es entender que somos –cada vez más- ciudadanos del mundo; que el conocimiento se crea en multilugares y en multiniveles; que el monopolio de la educación terciaria que detentó la Udelar por un siglo fue un gran absurdo; y que es otro gran error creer que seguiremos viviendo bajo un oligopolio universitario vernáculo, cuando ya hoy, en el momento en que Usted esté leyendo esta nota, yo estaré tomando mis clases en Stanford, a 10.500 kilómetros de mi hogar, sin pagar un centavo y sin fronteras.

* Guillermo Sicardi es Abogado, Máster en Administración de Empresas, Director del Instituto de Innovación y Desarrollo Emprendedor de la Universidad de la Empresa y Socio de Resultoría en Solution Alliance (www.resultoria.com)

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