Buscar este blog

viernes, marzo 31, 2023

TOO BIG TO FAIL.


TOO BIG TO FAIL
por Guillermo Sicardi - Semanario Búsqueda - jueves 30 de marzo de 2023.


Otra vez tenemos bancos que se funden por asumir riesgos desmedidos. Otra vez tenemos jerarcas bancarios que se llenan los bolsillos con ganancias obscenas, aun cuando dejan un tendal de deudas. Otra vez tenemos gobiernos y bancos centrales que salen a rescatar a esos bancos y a esos banqueros, con el cuento que están salvando a la economía. Otra vez aplica la máxima “too big to fail” (demasiado grande para dejarlo caer). Otra vez el pato de la boda somos “los nabos de siempre”, los incautos, rehenes e indefensos contribuyentes. ¿Hasta cuándo?

Las políticas de rescate bancario han sido tema de controversia en todo el mundo durante años. La idea detrás de esta política es que ciertos bancos son demasiado grandes y sistémicos para permitir que quiebren, ya que su colapso podría desencadenar una crisis financiera en la cadena de pagos.

Recientemente, dos importantes bancos han requerido de rescates: el Credit Suisse y el Silicon Valley Bank. En el caso de Credit Suisse (uno de los más antiguos del sistema), ha sufrido pérdidas millonarias debido a varias malas decisiones y últimamente a su exposición al fondo de cobertura Archegos, lo que llevó a la renuncia de su CEO y a la necesidad de una inyección de capital de miles de millones de dólares para evitar un colapso mayor. Dinero que no alcanzó y terminó siendo absorbido por el banco UBS (con la ayuda del gobierno).

Por su parte, el Silicon Valley Bank, que se enfoca en financiar empresas tecnológicas en crecimiento (start ups), también ha necesitado ayuda financiera tras sufrir pérdidas significativas en sus inversiones. Este banco ha recibido un préstamo de emergencia por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos, que también se fue como arena entre las manos.

Estos casos han vuelto a poner en el debate la cuestión de si los bancos "demasiado grandes para caer" merecen ser rescatados con dinero de los simples contribuyentes. Mientras algunos argumentan que la estabilidad financiera es primordial y que es necesario evitar una crisis que afecte a toda la economía, otros sostienen que estos bancos deberían ser responsables de sus propias decisiones y asumir las consecuencias de sus errores.

Además, esta política ha sido criticada por haber creado incentivos perversos en la industria financiera. Al saber que pueden contar con un rescate gubernamental en caso de problemas, los directivos bancarios se ven tentados a asumir riesgos excesivos, los cuales están atados a sus millonarios bonus. 

Este fue el caso de la famosa “crisis de las hipotecas” del 2008 en Estados Unidos. Los grandes culpables no fueron los “especuladores” de Wall Street, sino dos agencias gubernamentales: Fannie Mae (Federal National Mortgage Association) y Freddie Mac (Federal Home Loan Mortgage Corporation) creadas en la década de 1930 para respaldar y estabilizar el mercado de la vivienda y los préstamos hipotecarios y terminaron distorsionando todo, al darle crédito a cualquier zaparrastroso con el cuento de que tienen derecho a acceder a una “vivienda digna”. Esos préstamos basura se juntaban en una bolsa con otros préstamos de mejor calidad y en el paquete global lograban que las calificadoras de riesgo les dieran un buen puntaje. Puro verso. Cuando la economía se frenó un poco, millones de personas dejaron de pagar sus cuotas hipotecarias y los valores de las propiedades cayeron como un piano. Los banqueros y operadores que armaron esta suerte de “esquema Ponzi”, salieron ilesos y con los bolsillos llenos.

En Uruguay también se rescataron bancos que estaban pésimamente gestionados, como el Caja Obrera, intervenido por el Estado durante más de una década y con ratios de gestión que daban vergüenza. Pero la culpa es del chancho y también de quien le rasca el lomo. Recuerdo perfectamente encuestas realizadas por el año 2000 donde se le preguntaba a la gente qué tenía en cuenta para elegir un banco donde dejar sus depósitos. El principal argumento era “la cercanía”. Es decir, dejo mi dinero en el banco que me queda en la esquina de casa, no importa si lo gestionan unos incompetentes, no importa si tiene cientos de empleados más de los necesarios, no importa, nada, total, si se funde, viene Papá Estado y me devuelve el dinero.

Recuerdo muy bien la crisis del 2002. Un amigo tenía 50.000 dólares en el Banco Montevideo, que le pagaba como un 10% anual, y yo (un nabo de siempre) tenía unos dólares en el Santander al 2,0% anual. Es que el Montevideo colocaba el dinero en Argentina, asumiendo el riesgo de ese país manejado por borrachos sin control. Luego el banco quebró y mi amigo se sumó a las “movilizaciones” para recuperar su dinero (por supuesto con dinero mío, a través de los impuestos que compulsivamente me quita el matón del barrio: el Estado). Pero mientras él disfrutó de ese 10% (y yo dejaba de ganar un 8%), mi buen amigo jamás se ofreció a pagar el colegio de mis hijos, ni ponerle nafta a mi auto o mandarme un surtido del supermercado. Luego, los nabos de siempre, sí tuvimos que encargarnos de pagarle esas cuentas a mi amigo, cuando los buenistas políticos armaron un esquema para devolverle sus ahorros. 

Al próximo banco que se funda hay que dejarlo caer. Y que los clientes de ese banco aprendan a analizar quienes son los que están al mando, que las consultoras, analistas, calificadoras de riesgo, periodistas y el Banco Central, informen día a día y al detalle cada operación y muestren la currícula de su personal, desde el CEO hasta el portero.

Si la humanidad ha superado guerras, hambrunas y el flagelo del comunismo durante décadas, bien que puede “bancarse” la caída de un banco. Y de dos y de tres, también.

Algún día hay que parar con esta sangría y con los argumentos fatalistas de todos los opinadores que, de una u otra manera, están interesados en tener a esos bancos de clientes, de anunciantes, de financiadores de campañas políticas, o, al menos, no tenerlos en su contra.



viernes, marzo 24, 2023

CONTROL DE PRECIOS: TROPEZANDO CON LA MISMA PIEDRA


CONTROL DE PRECIOS: TROPEZANDO CON LA MISMA PIEDRA
por Guillermo Sicardi - Semanario Búsqueda - Jueves 23 de marzo de 2023.

“El ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”. Creo que el autor de esta frase se queda muy corto: hace 4000 años que venimos tropezando con la piedra del control de precios y salarios, creyendo que este mecanismo va a controlar la inflación. A pesar de la contundente evidencia empírica a través de los siglos (no de los años), los políticos siguen creyendo que los precios pueden fijarse por decreto y así, hacer feliz a la gente.

La inflación no es (como nos enseña la academia socialista que domina nuestras facultades) “un aumento generalizado de los precios”, donde el gran culpable es siempre el “empresario especulador” que “explota” al incauto y débil consumidor, sino que la inflación es un fenómeno monetario, una pérdida del valor del dinero local (pesos en nuestro caso) por culpa de la mayor emisión y ésta, por culpa del déficit fiscal (el Estado gasta más de lo que recauda). Por lo tanto, para ajustar la inflación, hay que poner los precios a raya, obligándolo a que los comerciantes fijen “precios justos” y que tengan una “ganancia razonable”. ¡¿Qué diantres significa precios justos o ganancias razonables?! ¿Justos y razonables para quién? ¿Para Hugo Chávez?

Quienes sostienen este disparate parten de la base del pensamiento marxista de la teoría del valor objetivo (y no subjetivo) de los bienes y de la teoría de la plusvalía. Creen que los precios se basan en sus costos de producción más una ganancia, pero en realidad el precio no lo fija el comerciante sino el consumidor, quien -de acuerdo a sus necesidades, preferencias y poder adquisitivo- decide qué precio está dispuesto a pagar por aquellos objetos que cubran sus necesidades, sean físicas, estéticas, emocionales o sociales.

En el libro “4.000 años de precios y salarios, como no combatir la inflación” (publicado a fines de los años 70 por la Fundación Heritage), los autores hacen un racconto histórico que se remonta a la época del antiguo Egipto y su Código de Hammurabi (“ojo por ojo, diente por diente”) que contaba con un anexo donde fijaba los precios de varios productos alimenticios y también de servicios, como contratar un botero, un pastor o alquilar un buey. 

¿Qué creen que sucedió con “las restricciones comerciales establecidas por ’Hammurabi, el rey protector... que descolla sobre los reyes de las ciudades...’ como se llamaba a sí mismo”? ¿Bajaron los precios? ¿Hubo abundancia? ¿Mejoró la calidad de vida de la población? Nada de esto sucedió. Hubo escasez, aumentaron los precios, los controles fueron terribles y hasta mataron comerciantes por no seguir las pautas del rey. Eppur si muove. Los precios siguieron subiendo.

En Roma, durante el gobierno del emperador Dioclesiano, se dictó en el año 301 DC el “Edicto sobre precios máximos”, que fijaba los precios para 1300 artículos y también los salarios de quienes producían esos bienes con la ilusión de controlar la inflación que se había disparado (cuando no) por un excesivo gasto del Estado. Estableció la pena de muerte para los “especuladores” a quienes culpaba de tales aumentos y hasta les prohibía vender sus productos en otros mercados a mayor valor. 

Los ejemplos siguen en todos los países del mundo y en todos los tiempos. No se salva nadie: ni la culta Europa, ni la milenaria China, ni la atrasada América Latina, ni la capitalista Norteamérica. Todos pecaron y todos siguen pecando.

Sin irnos tan lejos en el tiempo ni en la geografía, veamos que estos mismos absurdos y fracasados argumentos, los utilizan hoy en la Argentina peronista y socialista, 1722 años después de Dioclesiano. Desde militares golpistas, peronistas, kirchneristas, macristas y hasta “el padre de la democracia”, Raúl Alfonsín, recurrieron a este cuchillo sin filo para cortar con la inflación.  Dijo el líder de Chascomús al asumir como presidente:  "Con la democracia no solo se vota, sino que también se come, se educa y se cura". Y tuvo que entregar el poder a Carlos Menem ocho meses antes de terminar su mandado porque la inflación se le fue a más del 3.000 por ciento anual. Un verdadero líder popular.

Aquí, en el Senado de nuestro paisito, se están proponiendo medidas para “que el Poder Ejecutivo considere la renuncia al IVA por seis meses para ciertos productos alimenticios, así como la propuesta para alcanzar acuerdos de precios con el comercio´ (…) ´a efectos de reducir los márgenes de ganancias que se obtuvieron, permitiendo así mantener dentro de los límites aceptables al precio de venta al público´ y ´buscar otros mecanismos que contribuyan a lograr el objetivo de evitar la escalada de precios”. No, no lo propone el Frente Amplio ni el PIT-CNT, sino Cabildo Abierto. Al igual que Alberto Fernández, parece que el general Manini quiere iniciar la guerra contra la inflación. Con estas armas, no duden que la va a perder. Y con rendición incondicional incluida.

Se dice que “Brasil es el país del futuro. Y siempre lo será”. Bueno, con estas desatinadas iniciativas podemos parafrasear diciendo: “Uruguay es un país socialista y estatista. Y siempre lo será”.


miércoles, marzo 22, 2023


NAYIB BUKELE: EL SALVADOR
por Guillermo Sicardi - Semanario Búsqueda - Jueves 16 de marzo de 2023


La tasa de homicidios en El Salvador bajó de 51 homicidios cada 100.000 habitantes en 2018 a 15 homicidios cada 100.000 habitantes en 2021 (y hoy este guarismo debe ser aún menor, ya que hace más de 300 días que no se registra un solo asesinato). En un país asolado por 12 años de guerra civil, malos gobiernos de izquierda (Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional – FMLN) y también de derecha (ARENA – Alianza Republicana Nacionalista) y luego por las violentas pandillas (maras), la caída en los delitos tiene una sola explicación: Nayib Bukele.

Para comparar, tengamos en cuenta que Uruguay (un país de llanuras suavemente onduladas, una población de apenas 3,5 millones de habitantes, una clase media robusta y un sistema democrático sólido) tiene una tasa de homicidios de aproximadamente 12 muertos cada 100.000 habitantes. En El Salvador viven más de 6,5 millones de personas en un territorio que es casi 9 veces más pequeño que Uruguay, apenas 21.000 km2 vs los 177.000 de nuestro “paisito”. Su PBI per cápita es de apenas U$D 4.500 vs. los U$S 18.500 nuestros. La tasa de analfabetismo es de 6.6% en todo el país y llega al 15,7% en el área rural, mientras en Uruguay es de apenas el 1,5%. En materia de percepción de corrupcion, ocupan el lugar 118 entre 180 países evaluados y Uruguay el lugar 18.

Estos pocos datos comparativos nos muestran que, a pesar que El Salvador es un país más pobre, más ignorante, más superpoblado y mucho más corrupto que el nuestro (todas condiciones favorables para que surja el delito), la tasa de homicidios es similar y los uruguayos no logramos controlar, gobierne quien nos gobierne.

El éxito de Bukele es que aplicó normas claras y firmes contra los delincuentes (en especial contra las pandillas) quienes controlaban barrios enteros, manejaban el narcotráfico, chantaje a los comerciantes y ciudadanos a quienes pedían una suerte de “impuesto” a cambio de no matarlos a ellos o a sus familias (tal como hacía la mafia en Estados Unidos).

El éxito de este plan se basa en estas acciones:

Un Plan de Control Territorial, que tiene como objetivo “ocupar” el territorio por parte del Estado, fortaleciendo las instituciones de seguridad, la implementación de programas sociales y la inversión en infraestructura. 

Utilizar a las Fuerzas Armadas como herramienta de seguridad para combatir a las maras, quienes estaban mejor equipadas que la propia policía, dado el dineral que manejan.

Duro combate al narcotráfico, mayoritariamente manejado por las propias pandillas, confiscando sus bienes, arrestándolos y  extraditando sospechosos a Estados Unidos (recuerden que estas “maras” surgieron en los barrios de Los Angeles por emigrantes salvadoreños, como la M13, la M18 o la MS Mara Salvatrucha).

Control migratorio estricto que incluye la construcción de barreras físicas en la frontera con Guatemala y la implementación de medidas para limitar la entrada de migrantes.

Uso de tecnología de última generación para mejorar la seguridad, como la implementación de cámaras de vigilancia y la creación de una aplicación móvil para denunciar delitos en forma anónima

Y tambén acaba de inaugurar una gigantesca, moderna y segura cárcel que puede albergar más de 50.000 reclusos.

Los “buenistas” del mundo que ocupan cargos en ONG´s, organismos defensores de derechos humanos, iglesias, universidades o el medios de comunicación, están horrorizados con las políticas de Bukele. Les parece horrible que los presos apenas cuenten con una muda de ropa, que duerman sin colchones, que no puedan usar celulares ni ver televisión y que coman tortilla de maíz y frijoles, sin nada de pollo; a lo que Bukele les responde que los muertos que ellos asesinaron duermen sobre lápidas más frías o que mientras haya niños, embarazadas o ancianos que ni siquiera comen tortilla y frijoles, él no va a destinar recursos públicos para los delincuentes, hasta no mejorar las condiciones de vida de los honestos. De hecho, les cobra unos U$S 170 por mes por el “alojamiento” que ocupan.

Parte de las medidas fue decretar el estado de sitio, limitando algunos derechos ciudadanos lo que para muchos amenaza el "mantener el estado de derecho". Por supuesto que hay que defender el estado de derecho, pero el problema es que el estado de derecho anterior (en forma similar a lo que sucede en Uruguay) ha estado más al servicio de los delincuentes que de los honestos. Si bien los buenistas están en contra de Bukele, los salvadoreños parecen aceptar de buena gana sus políticas, ya que cuenta con más del 91% de aprobación. Para ellos, Nayib Bukele es “el salvador” (de la muerte, el miedo y la corrupción).

Y no crea que Bukele es hijo de la “derecha rancia”, de la oligarquía o es militarista. Si bien es hijo de un próspero empresario y tiene dinero suficiente como para donar su sueldo de presidente para financiar becas de estudio, Nayib Bukele fue Alcalde dos veces fichando por el FMLN y su agencia de publicidad manejó las campañas electorales de candidatos de izquierda y comunistas.

Esto no se arregla con paños tibios. Mire lo que es un “marero”. Mire su rostro y su cuerpo, tatuado hasta el último rincón con signos de muerte y violencia. Mire lo que son sus códigos éticos, entre los cuales está el asesinar a sangre fría a un transeunte cualquiera como prueba de “iniciación” a esa mafia. Mire si están arrependidos. Mire como ellos sí aplican la pena de muerte todos los días, pero sin jueces, ni abogados, ni garantías. Mire cómo se comportan con sus congéneres. No parecen humanos, sino más bien animales. Y no cualquier animal, sino unos violentos, salvajes e indomesticables.

Si usted cree que puede tener una hiena como mascota en su casa, entonces crea que estos pandilleros pueden ser recuperados con clases de yoga, comida vegana y música clásica. Y en ese caso, acepte la oferta de Bukele: le ofrece pagarle el viaje a cualquier marero hasta la puerta de su casa. Usted lo aloja junto a su linda esposa y su adolescente hija. Seguro que vivirán felices y comrán perdices. Los buenistas del mundo se lo agradecerán.






DE TÍTULOS Y DE INTITULADOS


DE TÍTULOS Y DE INTITULADOS
por Guillermo Sicardi - Semanario Búsqueda - Jueves 9 de marzo de 2023.

Desde hace ya muchos años, las mejores empresas vienen cambiando sus métodos de selección de personal, poniendo más énfasis en el conocimiento "real" y la experiencia práctica de los candidatos que en los títulos académicos que exhiban.

El 8 de diciembre de 2016 escribí en Búsqueda la siguiente columna: "¿Diplomas o neuronas? That is the question", donde comentaba que "el jefe de RRHH de Google, Lazlo Bock, es tajante: 'El expediente académico no sirve para nada[i]'. Y parece que cada vez tiene más razón. 

Lo que dice Bock no es que la educación no sirva (de hecho, Google pide títulos de PhD y 15 años de experiencia para contratar puestos clave[ii]), sino que no es una condición absoluta para acreditar la capacidad del individuo de ejercer un cargo con solvencia.

Leí hace poco en el diario El País de Madrid [iii], una entrevista a David Roberts, un especialista en tecnologías disruptivas y profesor en Singularity University, quien prevé que 'el 50% de las Universidades del mundo van a desaparecer'. 

Y esto es así porque el modelo de “acreditación” de conocimientos que hace una Universidad con el control del Estado, 'ya no tienen sentido porque en los cinco años que suelen durar los grados, los conocimientos se quedan obsoletos. Nosotros no ofrecemos grados ni créditos porque el contenido que enseñamos cambia cada año'.

En Singularity University no entregan diplomas. (¡pobre Papá y Mamá que no podrán sacarse la foto con el título del nene!). 'Nosotros vamos más allá. Ofrecemos una experiencia que cambia tu mentalidad, que transforma a la gente y cuando se marchan no vuelven a ser los mismos'.

Dice Lazlo Bock: 'Las razones que han llevado a Google a dejar de valorar el expediente académico como criterio de contratación tienen que ver con la desconexión existente entre lo que se enseña en la universidad y el trabajo que se realiza en la compañía'. 

'Después de dos o tres años', asegura Bock, 'tu habilidad para desempeñar tareas en Google no tiene ninguna relación con lo bueno que eras en la escuela, porque las habilidades que se piden en la universidad son muy diferentes'." 

Hasta aquí la columna escrita hace más de 6 años.

A pesar de esta contundente tendencia, muchos de nuestros políticos (mayoritariamente los frenteamplistas) se empeñan en mentir, agrandar o tergiversar títulos universitarios que no tienen, y si los tienen, pretenden hacerlos pasar por algo mucho mejor de lo que son.

El caso más patético fue el de Raúl Sendic, arguyendo un diploma en genética humana salvado con medalla de oro en Cuba, cuando la propia Universidad de La Habana dijo que ese título no existía en su oferta académica (era apenas un cursito de algunas semanas o meses). Por otro lado, el caso más leve fue el del ex ministro Adrián Peña, quien habiendo salvado todas las materias de su licenciatura en administración de empresas, omitió un trámite formal, pero igual firmaba como titulado. 

Más allá de las formas (que siempre importan y más cuando se maneja la "cosa pública"), la sustancia está en los contenidos. ¿Qué sabía Sendic de gestión empresarial para haber ocupado nada menos que la presidencia de ANCAP y el Ministerio de Industria? ¿Qué se puede acordar Adrián Peña de materias que rindió hace 20 años?. 

Lamentablemente a Juan Pueblo estos asuntos poco le importan. Sendic tuvo que renunciar, no por fundir ANCAP (a la que hubo que capitalizar en 800 millones de dólares), sino porque se compró un colchón y dos trajes de baño con la tarjeta corporativa. De exigirles a nuestros políticos metas, objetivos y resultados, mejor ni hablemos.

Bien diferente funciona esto en Nueva Zelanda. Desde el año 1988 (¡35 años!) cuentan con una ley que determina cómo elegir a los jerarcas públicos, y lo hacen con empresas privadas de selección de personal quienes evalúan a los candidatos por su currícula y también por el plan de trabajo que proponen. Luego, son evaluados por los resultados tangibles obtenidos y también por sus competencias actitudinales y en base a tal evaluación reciben bonos, les renuevan el contrato o los despiden.

Cada vez que hablo de compararnos con Nueva Zelanda, la mayoría de los mediocres yoruguas (de absolutamente todas las tiendas políticas y de todos los estratos socio económicos y culturales) dicen que es imposible. Qué "ellos" son sajones, que son "culturas" diferentes y que hasta su ubicación geográfica los hace distintos.

¡Pamplinas! Aceptar estos argumentos es condenarnos al fracaso por los siglos de los siglos. Es aceptar que tenemos un determinismo genético (como nuestros genes son españoles, italianos o franceses, estamos condenados a ser burócratas, desprolijos y dicharacheros). O que estamos condenados a un determinismo social, donde si mi entorno de familiares, amigos o vecinos predominan los ladrones, entonces yo no tengo otra opción que ser un ladrón, y mis hijos y mis nietos seguirán igual destino. Lamentable verse así al espejo 

Por último, no podemos dejar de mencionar que en esto de los títulos truchos hay gradientes y todos perdieron el examen ante la ciudadanía, unos con 0/100 otros con 69/100 (siendo 70 el mínimo de aprobación).

Perdieron los directamente involucrados y también perdieron la Universidades que expiden o controlan tales títulos. Lo hizo la Udelar en el caso de Olesker y la Católica en el caso de Peña. Demoraron muchísimo en aclarar ambas situaciones, lo que no sólo afecta a sus alumnos o graduados, sino que también afecta a la institucionalidad del sistema académico.

Pero no nos dejemos llevar por las formas, sino que pongamos la prioridad en los contenidos. Elijamos políticos, jerarcas y funcionarios con las cualidades necesarias para gestionar, evaluemos objetivamente sus desempeños y repartamos premios y castigos en base a méritos y resultados. Esto nos hará mejores. Esto nos hará crecer en serio. Basta de hojarasca.


viernes, marzo 03, 2023

HACER DE URUGUAY UNA GRAN ZONA FRANCA


HACER DE URUGUAY UNA GRAN ZONA FRANCA.

por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 02 de marzo de 2023.


Hace ya muchos, muchos años, asistí a una conferencia del Esc. Álvaro Mastroianni (por ese entonces director nacional de Zonas Francas), en el hermoso edificio que ocupaban en la calle Acevedo Díaz y 21 de Setiembre, a pasos del Parque Rodó. La charla era para explicar las ventajas del régimen de zonas francas y las reformas que proponía el gobierno del Dr. Julio María Sanguinetti para potenciarlo. También recuerdo que el Frente Amplio se oponía tenazmente, como se opuso luego a la ley de puertos, a la ley de forestación, a desmonopolizar el Banco de Seguros del Estado y a tantas otras iniciativas, de las que luego supo sacar buen provecho.

En esa charla Mastroianni hablaba de las ventajas de un régimen donde no regían los monopolios estatales (y por lo tanto podías contratar seguros, comprar combustibles o proveerte de energía eléctrica sin pasar por las voraces fauces del Estado), así como las ventajas fiscales de operar dentro de la zona y evitar ser esquilmado por impuestos. 

Luego de mostrar cómo estos regímenes prosperaban en el mundo entero y lo genial que era este sistema, recuerdo que yo le pregunté: “pero si este régimen es tan fantástico ¿por qué no transformar a todo el Uruguay en una gran zona franca?”, a lo que me respondió que estaba de acuerdo.

Hoy, tres décadas después, sigue teniendo razón. En la edición de Búsqueda de la semana pasada, hay una nota que recoge comentarios del Cr. Sebastián Pérez (asesor económico de la Cámara de Industrias) sobre el crecimiento de la actividad en las zonas francas y el estancamiento de la actividad industrial fuera de las mismas (el llamado “núcleo duro” de la actividad industrial). Dice Pérez: “Cada día que pasa, la importancia que tienen las zonas francas dentro de la industria es mayor … actualmente, más de un cuarto (27%) del valor de producción industrial se genera en las zonas francas”.

Por otro lado, la actividad industrial tradicional en territorio no franco, está prácticamente estancada desde el año 2006, donde hubo una gran extranjerización de las unidades productivas, inversión en equipamiento y tecnología (con la consiguiente menor contratación de mano de obra) y la mutación de industriales en importadores.

¿Por qué se da este fenómeno? ¿Por qué trabajar en una zona franca (y en especial en Zonamerica) es como estar en el paraíso? Pérez lo resume así: todos los beneficios (laborales, salariales o impositivos que tienen los que operan en zona franca) son “a costa de que no les cobremos un peso de impuesto a la renta, de que le hacemos un marco legal como si no estuvieran en Uruguay y además, nos cuesta plata poner la infraestructura al servicio de ellos … ¡Qué dejamos para el que está en territorio nacional!

Comparto lo que afirma el Cr. Pérez, al punto tal que el 5 de octubre de 2017 escribí la columna “¿Y si a todos nos trataran como a UPM?” donde sostenía que si a un tambero, a un panadero o una pequeña fábrica, les dieran el mismo régimen que el Frente Amplio le dio a UPM, no tengo dudas que la inmensa mayoría de los comerciantes se aventurarían a invertir más, a desarrollar nuevos proyectos y a contratar más gente. Pero con el régimen impositivo, burocrático y laboral actual, esta faena queda reservada para los muy osados.

No puede ser que un proyecto sea viable sólo cuando el Estado le quita sus pesadas garras de encima. Por eso existe el régimen de promoción de inversiones, el cual no debería existir, porque solo beneficia a proyectos de cierto porte y, en realidad, toda inversión es bienvenida, sea la de un jardinero que cambia su cortadora de pasto, hasta quien construye una planta de pasta de celulosa.

En los últimos años “hay pocos fenómenos de reconversión (de industrias y/o modelos de negocios). Al revés, diría que la típica reconversión industrial fue cerrar la fábrica y pasar a ser importador”, concluye en la nota el asesor de la Cámara de Industrias.

Por eso es cada vez más cierto esa frase que dice: “el Estado te quiebra las piernas y luego tienes que agradecerle que te de unas muletas”. ¿Cuándo vamos a terminar de aprender que el Estado casi nunca es la solución y casi siempre es el problema?



EDUCACIÓN FINANCIERA Y RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL.


EDUCACIÓN FINANCIERA Y RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL.

por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 23 de febrero de 2023.

Los uruguayos (y los latinos en general) tenemos una mala relación con el dinero. En parte tal vez sea por nuestra formación cristiana, donde el dinero es algo mal visto, al punto tal que la propia Biblia dice: “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos” y el actual Papa Jorge Bergoglio es muy crítico del capitalismo.

Hace más de veinte años el psicólogo Gustavo Ekroth escribió el libro El evangelio según San Dinero, donde traza varios aspectos de nuestra relación con el vil metal, asegurando que una buena relación con el dinero es clave para nuestro bienestar, clasificando varios tipos de dinero, como el dinero servil, el dinero débil o el dinero fácil y las consecuencias que cada uno acarrea.

También el famoso best seller de Robert Kiyosaki, Padre rico, padre pobre, trata sobre los aprendizajes financieros que recibió de su padre “pobre” (su padre natural, que no era pobre económicamente sino en su actitud hacia las finanzas) y de su padre “rico” (que era el padre de un amigo) quien en realidad era menos rico (en términos materiales) que su propio padre, pero tenía “mentalidad de rico” y al final logró amasar una enorme fortuna.

También ciertas posturas políticas -en especial de la gente de izquierda- que ven al dinero como algo espurio y a los “ricos” como gente malvada que “explotan” a los pobres trabajadores indefensos quedándose con parte de su esfuerzo y por eso hay que eliminarlos (aunque luego vemos a muchos de estos profetas integrar la “izquierda caviar” y acumular inmensas fortunas mediante la corrupción y el saqueo).

Por todo esto y mucho más, es muy bueno que el Banco Central del Uruguay haya firmado un convenio con la ANEP (Administración Nacional de Educación Pública) para darles a los jóvenes la educación financiera necesaria para planificar mejor sus vidas y hacerse responsables de su futuro, gestionando mejor sus ingresos y evitando depender del Estado o de limosnas.

Parte de esta mala educación financiera que tenemos, se manifiesta en dos temas que hoy están sobre el tapete: la enorme cantidad de personas endeudadas (lo que motivara un proyecto de le de Cabildo Abierto para evitar las ejecuciones y cobros de intereses y gastos judiciales abusivos) y el quebrado sistema de jubilaciones.

El gran endeudamiento que tienen los uruguayos se debe principalmente (a mi modesto entender) a tres motivos: primero, la inmadurez que nos lleva a no poder “postergar la recompensa” y querer consumir todo ahora, sea ropa, celulares, viajes o cualquier otro asunto que nos brinde placer. Segundo, la equivocada creencia que es el consumo -y no el ahorro y la inversión- lo que genera crecimiento Y, por último, el desconocimiento que tenemos para evaluar si nos conviene más una oferta contado que una a crédito, entender cómo se componen los costos ocultos en la cuota de cualquier préstamo, o cómo nos “engatusan” con atractivas promociones de créditos fáciles o baratos y terminamos pagando fortunas.

En cuanto al desfinanciamiento del sistema jubilatorio, una parte importante se debe a que el Estado prácticamente no permite formas de ahorro individual a largo plazo, ya que, sabiendo que la gente no sabe como gestionarse, no quieren luego hacerse cargo de miles de viejitos indigentes y por eso nos obligan a hacer aportes a un sistema que casi nunca ha funcionado bien. Por eso muchos uruguayos han recurrido a la compra de una “casita” con fines de alquiler, como sistema sencillo para complementar las siempre magras jubilaciones, a falta de otros instrumentos financieros o a falta de conocimiento sobre los mismos.

Al no hacernos cargo de nuestro futuro financiero (“libertad financiera” como la llama Kiyosaki), delegamos esa enorme responsabilidad en el Estado, es decir, en funcionarios y en políticos, lo cual es casi un suicidio colectivo. Más allá de sus siempre declaradas buenas intenciones, lo cierto es que los primeros nunca tienen responsabilidad sobre sus actos fallidos y los segundos, buscan agradar a las masas en el corto plazo, aunque sepan que la bomba explotará a futuro, ese lugar donde ellos ya no estarán, o si están, sabrán cómo encontrar un nuevo culpable a quien cargarle las cuentas (entre otras cosas, por la propia falta de educación financiera de sus votantes).

Por eso hay que celebrar este acuerdo entre el BCU y la ANEP, y cuando un niño ingrese al jardín de infantes a los 5 años, habrá que decirle: bienvenido, dentro de 60 años vas a jubilarte y si no quieres vivir como un pordiosero, más vale que aprendas a gestionar tus ingresos desde ahora.

Enhorabuena a esta iniciativa.