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jueves, junio 09, 2022

Bienvenido el contrabando.


BIENVENIDO EL CONTRABANDO
por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves de 9 junio de 2022.

La semana pasada la prensa amaneció con grandilocuentes titulares comentando que se había desbaratado una organización de contrabandistas que traían mercadería de Argentina, integrada por comerciantes y algunos funcionarios aduaneros. Todos parecían estar muy orgullosos por tal gestión: policía, fiscalía, el juez actuante y, por supuesto, el Ministerio de Economía, que no pierde “renta fiscal”.

También los comerciantes de Salto celebraron tal medida, ya que consideran que el contrabando es un “flagelo” que azota al departamento desde hace años a través del “bagashopping”, donde se vende ropa, alimentos o bebidas a precios muy menores a los del comercio de plaza.

Los que no consideran un flagelo a esta actividad son los miles de ciudadanos que acceden a productos de mejor calidad o menor precio, lo que les permite tener una mejor calidad de vida y hacer valer más sus menguados ingresos.

La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿quien tiene razón, los ciudadanos que procuran mejorar su condición económica o los comerciantes formales que pretenden eliminar esta competencia?

La respuesta deberíamos encontrarla en la propia definición de contrabando, que no es otra cosa que trasladar mercaderías de un país a otro sin pasar por las fronteras aduaneras o fiscales de un país, es decir, comprar mercadería en Argentina o Brasil y venderla a los mismos precios que se venden del otro lado de la frontera.

Sin embargo el Tratado de Asunción que crea el Mercosur, dice en su artículo primero: “Este Mercado Común implica:  la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países a través, entre otros, de la eliminación de los derechos aduaneros y restricciones no arancelarias a las circulación de mercaderías y de cualquier otra medida equivalente”.

Entonces, ¿son los bagayeros unos vulgares delincuentes o unos adelantados del libre comercio?. ¿Debemos castigarlos o felicitarlos por aplicar las medidas que desde hace 30 años no aplican los gobernantes de nuestros países?. ¿Para qué insiste nuestro propio gobierno en celebrar más acuerdos de libre comercio con países como China, Turquía, la Unión Europea o Estados Unidos?

Recordemos que nuestro prócer, don José Gervasio Artigas, fue un contrabandista de cueros hasta los 33 años de edad, donde fue indultado el 7 de febrero de 1797, junto a otros “contrabandistas desertores y demás malhechores que andan vacantes huyendo de la justicia por sus delitos” a cambio que se incorporaran al Cuerpo de Blandengues al servicio de la monarquía española. 

Si el día de mañana las reglas del Mercosur se aplicaran a rajatabla, los que hoy son considerados bagayeros, serán los nuevos próceres de la libertad comercial mercosuriana.

Lo que hay que entender es que el verdadero “flagelo” para los comerciantes no es el contrabando, sino el propio Estado uruguayo, que con sus impuestos, sus regulaciones y sus trabas, hacen que los comerciantes no sean competitivos frente a los productos argentinos o brasileros. 

Sólo cabría aplicar medidas arancelarias o correctivas para compensar las distorsiones que se dan en alguno de estos países, como por ejemplo todos los subsidios o tarifas públicas rebajadas que rigen en en Argentina. Pero tal tarea sería casi imposible de determinar, puesto que si bien la Argentina está subsidiando el gas y los combustibles, en Uruguay también lo estamos haciendo; y la pregunta sería cuanto influye ese insumo en los costos de producción de los diferentes productos contrabandeados como para colocar un arancel compensatorio, cuando aquí en Uruguay, somos incapaces de determinar correctamente el precio paridad de importación para los combustibles y luego respetarlo.

No veo nada malo en que un uruguayo compre una pasta de dientes en el Chui, lo que sí veo espantoso es que la misma pasta de dientes, de la misma marca, de la misma empresa, cueste varias veces más en los supermercados uruguayos y es a eso lo que deberían combatir gobernantes y comerciantes, no a los bagayeros.

Por lo tanto, no veo al contrabando como un flagelo sino como una aplicación clara de las reglas del Mercosur. Y tampoco veo al bagayero como a un delincuente, sino como a un adelantado del libre comercio, un indiviuo que supo volar sin el “lastre” de las trabas y el encierro que tantos adoran.



Uruguay ¿tierra de unicornios?


Uruguay ¿tierra de unicornios?

por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | miércoles 2 de junio de 2022.


Dos empresas uruguayas han logrado la categoría de “unicornio” al ser valuadas en más de mil millones de dólares. Se trata de dLocal (seis mil millones) y Nowports (mil cien millones).

La primera ha desarrollado una plataforma para realizar pagos entre países desarrollados y economías emergentes, donde existen dificultades para realizar transacciones financieras. Nowports desarrolló una plataforma para facilitar y dar trazabilidad a las cargas de comercio internacional. 

Ambas son empresas muy jóvenes y también lideradas por personas jóvenes, aspecto bastante extraño en Uruguay donde se nos hace difícil aceptar el liderazgo de una persona que ronde los treinta años. 

Si bien ambas noticias fueron recogidas y difundidas por la prensa, lo cierto es que no logran trascender al público masivo, quien seguramente no entiende a cabalidad la importancia que tiene el crear empresas, hacerlas crecer y poder sostenerlas en el tiempo. 

Si esto mismo sucediera en otros países, los fundadores de estas compañías serían admirados, no sólo en el reducido núcleo de emprendedores, inversores o académicos, sino por toda la sociedad. Pero en Uruguay esto no sucede en parte porque a los propios empresarios les gusta jugar un perfil bajo y por otro lado, la imagen de los empresarios no es muy positiva. Ergo, una combinación perfecta para que pocos hablen positivamente de la actividad empresarial en sí.

El desarrollo de un país ya no pasa tanto por su sector primario o agropecuario y tampoco por el industrial, sino que pasa por el desarrollo intelectual y la creación de conocimiento. En este aspecto toda latinoamérica está muy atrasada y así lo señala Andrés Oppenheimer en su libro Crear o morir donde dice que todos los países de Latinoamérica y el Caribe juntos presentan apenas unas 1.200 solicitudes de patentes nuevas por año, cuando solamente Corea del Sur presenta 12,400.

Con los años, Uruguay ha ido desarrollando un ecosistema emprendedor donde participan las universidades, el Estado, inversores particulares y una red de contactos nacionales e internacionales que ayudan a crear, hacer crecer e internacionalizar empresas con futuro.

La única manera de salir de cualquier recesión, aumentar el empleo o reducir la cantidad de personas que reciben subsidios del Estado, es a través del crecimiento económico, y éste se logra con inversión y creación de nuevas empresas y trabajos genuinos. Y quien orquesta todos estos factores es el empresario.

Dice Oppenheimer que estos creadores de empresas, de empleos y oportunidades, deberían ser tan admirados como los grandes jugadores de fútbol y ser fuente de inspiración para los jóvenes.

Por eso, si bien es un gran acontecimiento a celebrar el hecho de que empresas uruguayas se transformen en unicornios, también deberíamos celebrar que todos los días miles de personas se levanten dispuestas a arriesgar su capital para llevar sus ideas adelante.

Felicitaciones a estos dos proyectos multimillonarios y también a todos aquellos que viven de su propio empeño y día a día procuran hacerlo mejor, sirviendo al prójimo con productos de mejor calidad y precio en intercambios libres y voluntarios de valor por valor y no valor por necesidad.

Ojalá existan muchos unicornios celestes, pero más importante aún, es que exista una cultura a favor del libre mercado, de la innovación, de la asunción de riesgos controlados y del espíritu emprendedor.


miércoles, junio 01, 2022

¿SE PUEDE TENER DESOCUPACIÓN CERO??


¿SE PUEDE TENER DESOCUPACIÓN CERO?

por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | miércoles 25 de mayo de 2022.

La respuesta es sí, pero no en Uruguay. Para tener desocupación cero es necesario que rija un total y absoluto mercado libre en materia laboral, ya que mientras haya alguien necesitando contratar mano de obra seguramente encontrará quien desee ofrecer la suya por un precio determinado en forma libre y voluntaria por ambas partes.

Pero llegar a este tipo de acuerdos es imposible en Uruguay dado que existe la ley de Consejos de Salarios, que pretende fijar el precio de la mano de obra en forma más justa y eficiente de lo que lo harían los directamente interesados. Y el otro gran obstáculo es -paradójicamente- las llamadas conquistas sociales o derechos adquiridos por parte de los trabajadores.

Si estas normativas fueran tan efectivas, en Uruguay no sólo no habrían unos 200.000 desocupados, sino que los salarios serían más que suficientes para cubrir todas las necesidades de un hogar; sin embargo hay un millón de personas recibiendo algún tipo de apoyo por parte del Estado, una  cifra verdaderamente escandalosa. 

Tiene razón el presidente del Frente Amplio Fernando Pereyra cuando dice que el modelo ha fracasado, siempre y cuando se refiera al modelo estatista - socialista que rige en este país desde hace décadas.

Cuando las exigencias legales establecen condiciones de contratación de un empleado por encima de la capacidad que tiene ese empleado de generar ingresos iguales o superiores a su costo (salario y otros gastos), el potencial empleador no lo contratará jamás, pues perderá dinero mes a mes.

Pero si a tal empleado le sirviera aceptar un trabajo con una paga menor a la establecida en los Consejos de Salarios, no podría hacerlo, ya que tal norma tiene el carácter de “orden público”, lo que significa que no pueden ser cambiadas por acuerdo de partes.

Pretender establecer por ley las preferencias de cada ciudadano a la hora de definir por qué valor y en qué condiciones está dispuesto a brindar su fuerza laboral es, al decir de Hayek, una verdadera fatal arrogancia. 

Bajo el manto de las buenas intenciones y el deseo de proteger a la supuesta parte débil de la relación laboral, lo único que se logra es más desocupación y menos estímulos a contratar mano de obra; y cuanto menos calificada sea esa mano de obra (que son quienes más la necesitan) menos motivación habrá aún para contratarla.

El tener un empleo es mucho más que tener un ingreso. El trabajo eleva y dignifica. Es preferible tener una ocupación y responsabilidades diarias (aun cuando no se reciba ninguna paga por ello) a quedarse en casa desocupado sin hacer nada. 

El solo hecho de tener que ir a trabajar obliga a la persona a tener rutinas y hábitos saludables, además de tener la posibilidad de aprender un oficio, a vender, a atender a clientes o a relacionarse socialmente. Todo esto lo conducirá más tarde o más temprano a conseguir un empleo mejor y mejor remunerado.

El único capaz de determinar el valor y precio de la mano de obra es el “Señor Mercado”, porque cuando la demanda por mano de obra determina salarios por encima de los fijados por la ley, éstos se pagan sin chistar. Ahora, cuando la situación es al revés (es decir los demandantes de mano de obra no están dispuestos a pagar los valores establecidos por la ley pero sí contratarían a una persona por otros precios y condiciones) la legislación se los impide y la persona sigue desempleada.

Si queremos que haya más empleo y mejor pago, será necesario dar más libertad en las relaciones laborales y aumentar las tasas de capitalización, de tal manera que se pueda invertir en tecnología y equipamiento para que la productividad por hora del trabajador aumente y así perciba mayores ingresos. Esto es lo que sucede en Europa o Estados Unidos, donde se paga dos o tres veces más por la misma tarea que en los países tercermundistas.

Una vez más la solución la da la libertad y la menor intervención estatal. Por eso será casi imposible que en Uruguay haya desocupación cero y seguiremos teniendo un millón de individuos recibiendo algún tipo de apoyo o subsidio estatal, de lo que parecen enorgullecerse los gobernantes del partido que sea.