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viernes, julio 07, 2023

MAS REGULACIONES, MAS CONTROLES, MENOS CRECIMIENTO


MAS REGULACIONES, MAS CONTROLES, MENOS CRECIMIENTO 


por Guillermo Sicardi - Semanario Búsqueda – jueves 6 de julio de 2023


Las expectativas de crecimiento de Uruguay han caído al 1,3%. Te dirán que es por la guerra de Rusia, el trabado Mercosur o la sequía; pero el gran problema de fondo siempre es el mismo: la burocracia, su ineficiencia y altos costos.

Veamos unos breves ejemplos sobre cómo las malas regulaciones entorpecen los negocios y la creación de empleo genuino.

El cannabis. Fuimos pioneros en 2013 (¡10 años ya!) en terminar con la absurda y fracasada guerra al narcotráfico cuando se reglamentó el consumo recreativo del cannabis, pero no se hizo una buena reglamentación para el cannabis medicinal con precios accesibles y peor aún para la industria de alimentos, cremas, jabones, complementos nutricionales, etc. 

En estos días El Observador presentó un triste informe sobre la cantidad de empresas que invirtieron fortunas en Uruguay y ya varias se retiraron, otras siguen dando pérdidas y todos están trabados.

Es que han puesto tanta burocracia, tantos pasos y controles absurdos, tantas exigencias de equipamientos que hacen casi imposible producir barato y seguro. Hace unos años la empresa Fotmer declaró que le había resultado más sencillo conseguir los permisos de importación en USA (pasando por la estricta agencia Food & Drug Administration) que los de exportación dados por Uruguay. Somos más realistas que el rey.

Mientras tanto, miles de personas buscan acceder a estos productos en un mercado gris, color que le asigna el Estado (no el consumidor ni el comerciante) por no regular en forma simple. 

Este pésimo afán regulador ahora quiere avanzar sobre AirBnb, la plataforma para reservar habitaciones en casas de familia donde la experiencia es bien diferente a la de ir a un hotel. Es un nuevo modelo de negocio, como lo está siendo UBER, pero el burócrata prefiere detener el tiempo con decretos, inspectores y multas, en vez de adaptarse.

Con AirBnb, todos ganan. El dueño de la casa tiene un huésped conocido, al que puede calificar, cobra directamente de una tarjeta y si no paga, lo saca enseguida de su propiedad, lo cual es justo. El huésped paga por una habitación, pero disfruta de todas las comodidades de un hogar completo, sin tener que preocuparse por pagar facturas mensuales, mantenimiento y sabiendo que puede irse cuando quiera, sin seguros de alquiler, ni multas.

¿Por qué quieren limitar y regular está modalidad que se regula por sí sola y todos están felices?

El burócrata quiere "defender " al hotelería tradicional, que es como pretender defender la ya casi en extinción TV cable vs. las plataformas de streaming. Son modelos diferentes. El libre mercado, no el Estado, será quien incline el fiel de la balanza y dirá quién gana. 

También el gobernante quiere cobrar impuestos, lo cual sería razonable. Pero tener que armar registros, constituir una empresa formal en caso de tener algunas propiedades y someterse a informes y más controles, solo evitará que se hagan más negocios y la gente pueda generar un ingreso extra genuino que se volcaría al consumo y no a proyectos estatales, la mayoría inútiles y casi siempre sobrepasados en costos.

La tercera regulación viene por querer prohibir la producción y venta de carne sintética, porque eso iría contra nuestra excelente carne natural. Pero si nuestras carnes son tan buenas y tan sanas, se defienden solas. Y más hoy en día donde la tendencia es ir hacia comidas naturales y orgánicas.

Además, si aprueban esta nueva restricción a la libertad de comercio, no lograrán evitar que este tipo de carne de fabrique en cualquier otro país, y si los consumidores aceptan el concepto, habrá que competir igual. Por lo tanto, ¿no sería mejor proponer leyes que eliminen burocracia, costos y Estado y liberar las fuerzas creativas de nuestra gente?

Me cuesta entender por qué lo hacen. ¿Ceden a los lobbies? ¿Defienden a empresas amigas? ¿Tienen miedo? ¿Quieren quedar bien con propuestas sensibleras, populistas o nacionalistas? No lo sé. Tal vez un poco de todo esto. Pero sea como sea, no es un buen camino. 


SE EQUIVOCÓ LA PALOMA.


SE EQUIVOCÓ LA PALOMA.

por Guillermo Sicardi - Semanario Búsqueda – jueves 22 de junio de 2023


El presidente Luis Lacalle Pou y el artista Pablo Atchugarry se equivocaron al pretender fundir el águila con la cruz esvástica que adornaba la proa del fabuloso acorazado de bolsillo Graf Spee para convertirla en una paloma, símbolo de la paz. 

Se pretende barrer debajo de la alfombra. Pero la suciedad existe a pesar de tales iniciativas. A nadie se le ocurrió derruir los campos de concentración de Auschwitz y convertirlos en un parque de diversiones. Nada. Mejor que ver ese horror a diario para no volver a repetirlo.

Por eso, lo que hay que hacer con el águila es exactamente al revés: hay que exhibirla con su esvástica y explicarle a todo el mundo lo horrendo que son los regímenes que eliminan la libertad y se someten a un líder que todo lo sabe. Y lo más importante tal vez sea explicar cómo Hitler llega al poder, con el apoyo de millones de personas, bajo un régimen con elecciones libres, luego devenido en una cruel dictadura. 

Pero las ideas Nacional Socialistas desaparecieron de la faz de la tierra luego de terminada la Segunda Guerra Mundial, en 1945. Habrá habido algunos rebrotes de cuatro locos sueltos por allá o acullá, pero esas nefastas ideas no volvieron a florecer más y hoy no son una amenaza para nadie. 

Sin embrago, las ideas socialistas, más nefastas, dañinas y criminales que las del nazismo, siguen vivas, a pesar de estar sobradamente demostrado que ese régimen ha sido un fracaso en lo económico, en lo político, en lo social y en lo moral, en todo tiempo y lugar.

Se estima que el “monstruo” de Adolf Hitler asesinó unas doce millones personas, de las cuales seis millones fueron judíos y el resto se repartieron entre gitanos, discapacitados, homosexuales, testigos de Jehová, comunistas, disidentes políticos y prisioneros de guerra. Pero el régimen comunista fue diez veces más cruel: asesinó entre 120 millones y 150 millones de inocentes que pasaron por sus fusiles, sus cárceles, sus campos de “reeducación”, sus purgas y sus terribles hambrunas, culpa de una fracasada economía planificada. Y no hablemos de la falta de libertades, persecuciones políticas y civiles, abusos, delaciones (aún entre familiares) y la miseria que lleva implícita este régimen. De eso mejor no hablamos. 

Lo que habría que hacer con el águila y su esvástica, es exhibirla al lado del símbolo comunista de la hoz y el martillo junto a un cartel que rece: “Iguales perros. Diferentes collares”. Ningún político del siglo XXI se animará. Tienen terror que los tilden de “fachos”.

Como bien dice Luis Romero Álvarez en su podcast La batalla de las ideas, que esculpan una paloma de la paz (con otros bronces) y la coloquen frente al águila del Graf Spee, para demostrar que siempre vamos a tener que convivir con el bien y el mal, como dentro de cada ser conviven dos lobos en pugna, uno bueno y otro malo. ¿Y cuál vencerá? El que nosotros decidamos alimentar.

Esta mala decisión no fue por falta de inteligencia, desconocimiento de la historia o criterio, sino que es una derrota autoinfligida enmarcada dentro de “la batalla cultural” que viene ganando la izquierda siguiendo las enseñanzas de Antonio Gramsci. Bajo estas nuevas reglas, se pretende quedar bien con la moralina progre, con las políticas de género, con las inocentes “muchachas de abril”, con “les chiques” del IAVA, con la justicia social o con los derechos humanos de los peores delincuentes. Guardan la utópica esperanza que algún “progresista” los quiera y los vote. Ingenuos. 

 A muchas personas les gustan las palomas. Aunque me parece que a la mayoría, no le gustan los palomos. 


¡URUGUAYOS CAMPEONES!


¡URUGUAYOS CAMPEONES!

por Guillermo Sicardi - Semanario Búsqueda – jueves 15 de junio de 2023


Uruguay, un país de apenas 3,5 millones de habitantes (en un mundo de 8.000 millones), ocupamos el lugar 134 de 196 países listados por el tamaño de su población. Sin embargo, estamos en el lugar 16 del ranking FIFA y acabamos de consagrarnos campeones mundiales de fútbol sub 20. ¿Cómo es posible?

Similar pregunta le hice hace varios años atrás a Thomas O´Malia, director del Lloyd Grief Center for Entrepreneurial Studies de la USC (University of Southern California) en Estados Unidos, sobre cómo era posible que en la zona de Silicon Valley se concentraran las más importantes empresas innovadoras y no dejaban de surgir cada día nuevos start-ups.

O´Malia entendía que ese nivel de negocios nuevos se debía principalmente a tres factores: 

1. Una infraestructura adecuada, que permita a las personas crear su propio empleo, facilitando las cosas a los emprendedores para llevar su idea al mercado, como ser poca burocracia para crear una empresa, contratar y despedir empleados, bajos impuestos y protección de los derechos de propiedad. Tal como lo marca el varias veces mencionado en esta columna Ranking Doing Business del Banco Mundial

2. Una buena red de contactos de negocios, vinculando emprendedores con universidades, agencias gubernamentales, empresas e inversionistas, lo que se llama un “ecosistema emprendedor”.

Uruguay tiene estos dos elementos bastante bien desarrollados. Existen varias formas jurídicas para armar un negocio, desde un monotributista hasta las recientes SAS (Sociedades Anónimas Simplificadas), fondos de inversión privados, la ANII (Agencia Nacional de Investigación e Innovación), Universidades con sus centros de emprendedorismo o mecanismos de financiamiento vía crowdfunding, entre otros.

Todo esto también existe en el fútbol. Hay una estructura de Baby Fútbol, fútbol universitario, fútbol amateur, fútbol sala, fútbol 7 y no hay escuela o liceo donde no se hagan campeonatos o, al menos, se juegue al fútbol en el recreo. También hay ingresos para financiar todo esto porque hay un público que va a las canchas, paga las entradas, compra merchandising y mira la televisión.

Pero lo que le sobra al fútbol y nos falta en otras disciplinas, es el tercer elemento que me mencionaba O´Malia: 

3. Una cultura emprendedora, donde iniciar un nuevo proyecto sea bien aceptado y admirado por los padres, los amigos, los vecinos y hasta por su actual empleador. Y sobre todo, pensar en grande. 

En nuestro país los jugadores de fútbol son más admirados que los empresarios, los innovadores o los pensadores. En el fútbol, sí que pensamos en grande, pero para otras iniciativas nos vemos como un “paisito”. Pero no lo somos.

Uruguay, hoy en día, está en el podio de los mejores en América Latina (sin dudas) y probablemente entre los diez mejores del mundo en logística, desarrollo de software, energías renovables, seguridad jurídica, libertad de prensa, turismo y una democracia plena. No estamos nada mal.

Tenemos que tener la misma ambición que en el fútbol para estar entre los mejores en facilitar los negocios, reducir burocracia, una educación de calidad, ser eficientes, crear más empresas, tener más seguridad interior y fomentar la innovación.

El recientemente anunciado mega proyecto para la generación de hidrógeno verde, el combustible del futuro, es realmente increíble. Lo está liderando Ancap, la misma Ancap que hace pocos años estaba fundida por la pésima gestión y la pésima visión estratégica, ahora ha logrado bajar el costo de los combustibles, no da pérdidas y en pocos años seguramente estemos exportando combustible al mundo bajo una iniciativa público privada.

Podemos pensar en grande, entre otras cosas, porque somos chicos. Y como David le ganó a Golitat con inteligencia y coraje, nosotros tenemos que dejar de poner palos en la rueda y usar esos palos para apalancar nuestro futuro y poder gritar más seguido … ¡uruguayos campeones!


jueves, junio 08, 2023

COALICIÓN ELECTORAL O COALICIÓN DE IDEAS


COALICIÓN ELECTORAL O COALICIÓN DE IDEAS
por Guillermo Sicardi - Semanario Búsqueda - jueves 8 de junio de 2023.


Cuando se acercan las elecciones, los políticos se esmeran por hacer “acuerdos” con otras agrupaciones (dentro o fuera de sus partidos) y buscan aprovechar todos los vericuetos electorales para acceder al poder. Este tipo de coaliciones electorales suelen ser exitosas. Lo fue para el Frente Amplio y lo fue para la coalición “multicolor”. Lo mismo en Argentina: tanto el Frente de Todos (peronistas) y luego Juntos por el Cambio (socialdemócratas), unieron fuerzas de diverso pelo para llevar a los Kirchner y a Macri al sillón de Rivadavia. Pero ambos gobiernos fueron muy malos en su gestión.

Estos Frankenstein de la política (las coaliciones con fines primordialmente electorales), no suelen gobernar adecuadamente. O sus gestiones son directamente un fracaso o terminan haciendo cambios muy devaluados, ya que luego de tantas transas internas para lograr un “consenso”, terminan sacando proyectos bastante anodinos.

En parte esto ha sucedido con el intento de abaratar el precio de los combustibles, vía la desmonopolización, la libre importación o la mayor competencia en el downstream (estaciones de servicio). No lograron nada. Apenas un tímido sistema para fijar el Precio Paridad de Importación, que tampoco lo aplican a rajatabla, sino a humores políticos del momento. Como fue siempre.

La reforma del sistema previsional también terminó en algo bastante soso. Es mejor que lo anterior, (porque lo anterior era otro parche superficial para tapar el sol con las manos), pero sin atacar las bases de un sistema que no funciona, basado en la “irresponsabilidad intergeneracional”, donde nadie se hace cargo de su propia jubilación y espera que los jóvenes de hoy se hagan cargo de los viejos de ayer. Como los números no cierran, los cerramos con más impuestos y transferencias del gobierno central a esa suerte de “agujero negro” que todo lo absorbe y poco devuelve. Es altamente probable que dentro de pocos años volvamos a tratar el mismo problema.

El tiempo le ha dado la razón al Dr. Julio María Sanguinetti cuando hace ya muchos años comenzó a hablar de “familias ideológicas”, sabedor que el mundo tiende a ser bipolar De un lado, los totalitarios y estatistas: comunistas, socialistas, autócratas, dictadores y controladores de la vida privada de los ciudadanos. Del otro lado, los liberales: republicanos, defensores del libre mercado, la libertad individual y un rol del estado limitado que no avasalle a los contribuyentes. No hay una “tercer alternativa”.

El Frente Amplio entendió esto mejor y antes que nadie. Desde 1971 esa “colcha de retazos” ha encontrado la manera de unir bajo un mismo paraguas a corrientes ideológicas que debaten duramente entre sí, pero han sabido sosegarse y llegar a acuerdos que les permitan gestionar el poder. Lo hacen desde hace 33 años en la Intendencia de Montevideo y gobernaron 15 años de corrido el gobierno nacional con mayorías parlamentarias. No gobernaron un cuarto período por menos del 2% de los votos.

Si la coalición republicana algo debería haber aprendido de estas experiencias, es que “los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera”, y hacerlo -no sólo con un mero fin electoral- sino para cambiar la pisada de un Uruguay lento, estatista, burocrático y caro. El problema es que esto demanda reformas de fondo que son difíciles de digerir por las masas en el corto plazo, pero que son el remedio (amargo) para curar muchas de nuestras enfermedades congénitas.

Hay un meme muy sutil que muestra a una inocente niña conversando con Frankenstein a la orilla de un arroyo y la joven le dice al monstruo: “No sé porque dicen que eres malo, yo te veo bueno y amable”, a lo que Frankenstein responde: “Es que estoy en plena campaña electoral”.

Si realmente se quiere que prosperen las ideas de la libertad y que éstas venzan en la batalla cultural contra las ideas de la miseria, deberán predicarlas con más convicción, con más energía y con más persistencia. Esta batalla no se gana sólo con coaliciones electorales, sino con coaliciones de ideas y visiones comunes de largo plazo.

Así -tal vez- la coalición electoral multicolor tenga chances de volver a gobernar y cuando lleguen al poder, puedan hacer los cambios que hay que hacer. Si no están dispuestos a ello, no se coalicionen.


jueves, junio 01, 2023

EL ÍNDICE BIG MAC


EL ÍNDICE BIG MAC
por Guillermo Sicardi - Semanario Búsqueda - jueves 01 de junio de 2023.


El índice Big Mac es una medida informal utilizada para comparar el poder adquisitivo entre diferentes países, tomando como base el precio de esta hamburguesa elaborada por McDonald's, ya que es un producto absolutamente estandarizado, llevando los mismos gramos de carne, de pan, de tiempos de cocción o de mano de obra, en cualquier país del mundo.

La Big Mac más cara la pueden comprar en Suiza, con un precio de U$S 7,26. En Noruega cuesta U$S 6,59; Suiza: U$S 5,62, Dinamarca; U$S 5,41 y Estados Unidos; U$S 5,15. ¿Saben cuánto cuesta en Uruguay? ¡U$S 6,85! Ocupamos el segundo lugar de las hamburguesas más caras del mundo y el primer lugar en América Latina. ¡Uruguay nomá!


Este índice fue creado por la revista The Economist en 1986 y se calcula dividiendo el precio de una Big Mac en un país por el precio de una Big Mac en otro país, utilizando el tipo de cambio entre las dos monedas. El resultado se compara con el tipo de cambio real para determinar si una moneda está sobrevalorada o subvalorada. 

De acuerdo a los datos de diciembre de 2022, el peso uruguayo está sobrevaluado en un 27,8% contra el dólar, pero lo estaría en un 52,7% si se ajusta por el PBI (Producto Bruto Interno). Esto significa que los precios internos en dólares en Uruguay están “caros”, lo cual perjudica las exportaciones (recibimos dólares “baratos” que al cambiarlos por pesos uruguayos tienen menor poder de compra local). También perjudica al turismo, ya que Uruguay es caro para los extranjeros. Y a la inversa, facilita las importaciones y fomenta hacer turismo de uruguayos en el exterior. 

Esto lleva a que en Uruguay no sea rentable “agregar valor” a los productos primarios, por lo que termina siendo más conveniente exportar ganado en pie o carne en bruto que una hamburguesa ya terminada, empaquetada y etiquetada para poner directamente en la góndola de un supermercado en Estados Unidos, Europa o Asia. 

Este es uno de los motivos por los cuales Uruguay crece a tasas del 2% o 3% anual, cuando deberíamos crecer a tasas superiores al 7% u 8%, ya que el crecimiento económico es la única manera de generar empleo genuino y con mejores salarios. 

Esto ya lo decía Adam Smith en 1776 (hace 247 años), cuando publicó su obra Una investigación sobre las causas de la riqueza de las naciones, donde afirmaba que la clave del bienestar social está en el crecimiento económico que se potencia a través de la división del trabajo y la libre competencia. “No es la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero lo que nos procura nuestra cena, sino el cuidado que ponen ellos en su propio beneficio. No nos dirigimos a su humanidad sino a su propio interés, y jamás les hablamos de nuestras necesidades sino de sus ventajas. Sólo un mendigo escoge depender básicamente de la benevolencia de sus conciudadanos”. 

El presidente Luis Lacalle Pou ha intentado introducir algunos (tímidos) cambios para ir por este camino, apuntando a bajar el tan mentado “costo país”, procurando desmonopolizar el mercado de combustibles, bajando impuestos, buscando acuerdos de libre comercio con el mundo o atrayendo empresas tan prestigiosas como Google o la Universidad de Harvard.

Hay que seguir avanzando por el camino de la libertad, el libre comercio, la desregulación, la reducción de la burocracia estatal, la flexibilización laboral y la mejora en la educación, aún contra los palos en la rueda que pueda poner la izquierda política, sindical, periodística o intelectual.

Coraje no le falta. Ya lo demostró en la fantochada reunión de “retiro espiritual” organizada por el ultraizquierdista Ignacio “Lula” da Silva y su cómplice, el dictador venezolano Nicolás Maduro. 

Dejemos que ellos se junten, sean felices y coman perdices. A nosotros que nos dejen comer hamburguesas con nuestra excelente carne criada a pasturas naturales. Y, por supuesto, que cada día sean más baratas y más competitivas.



jueves, mayo 25, 2023

OSE: ESTATISMO, GESTIÓN Y COMUNICACIÓN.


OSE: ESTATISMO, GESTIÓN Y COMUNICACIÓN.
por Guillermo Sicardi - Semanario Búsqueda - jueves 25 de mayo de 2023.


Gracias a que en Uruguay llueven unos 1200mm por año y tenemos buenos arroyos en una peniplanicie de tierras suavemente onduladas, la falta de agua nunca ha sido un problema. Los uruguayos hemos derrochado el líquido elemento por décadas, tanto en nuestros hogares como desde la propia OSE, que pierde un 50% en la distribución por el mal estado de las cañerías, robos y otros menesteres. Como referencia, se estima que a nivel internacional se puede perder entre un 20% y un 30% por fugas, aunque en Israel sólo pierden menos del 5% y más del 85% del agua proviene de plantas desalinizadoras.

Pero cuando el agua nos llega al cuello (mejor dicho, a los tobillos) nos volvemos todos locos y ahí nos damos cuenta de lo malos que somos planificando y priorizando. Desde hace más de 40 años hay varios informes y diagnósticos que nos vienen diciendo que más temprano que tarde había que hacer obras de envergadura para evitar problemas con el agua, sea para riego, para la industria o para consumo humano. Pero ningún gobierno lo hizo a fondo. Hicieron parches, pero no arreglaron los cimientos.

Si a esto le agregamos los cantos agoreros del cambio climático, las ONG´s sensibles al tema, el Premio Nobel de la paz en 2007 a Al Gore (ex vicepresidente de Bill Clinton) por su activismo y más recientemente la mediática joven sueca Greta Thunberg, uno no comprende cómo no se priorizó este tema. O no creen mucho en estas predicciones o somos muy lentos de reflejos.

En una entrevista el pasado domingo en Santo y Seña, el presidente de OSE, Ing. Raúl Montero, dice que “hasta ahora venimos invirtiendo 8 o 10 millones de dólares por año, desde hace decenas de años”, pero esto solo les da para “sustituir el 1% de los 18.000 km de cañerías”, muchas de ellas que vienen de la época de la The Montevideo Waterworks Co., fundada en 1879 por los ingleses y estatizada en 1950.

También manejó como alternativa de emergencia, hacer un canal para traer agua de “un bolsón de agua dulce (que está ubicado) a unos 30 km del Santa Lucía”, pero que hacer tal canalización “cuesta un platal” (unos 30 millones de dólares, a razón de 1 millón por kilómetro). Estas inversiones (que suenan millonarias para la cartera de la dama o el bolsillo del caballero), son ridículas si las comparamos con los despilfarros innecesarios en que incurre nuestro Estado, como ser los 36 millones de dólares que pierde El Correo cada año, los 6 millones del Inumet (hoy sustituible por cualquier app gratuita), la división portland de Ancap y y otros múltiples derroches más. 

El problema de fondo es que el Estado es un pésimo administrador, salvo las siempre honradas excepciones. Ningún político, ningún director, ningún gerente y ningún empleado público, se hacen cargo -económicamente hablando- de sus malas decisiones, cosa que sí sucede en cualquier emprendimiento privado. 

Para peor, en Uruguay amamos al Estado ineficiente. Así, casi el 70% de los uruguayos votó en contra de la Ley de Empresas Públicas aprobada en el año 1991 por el gobierno del Dr. Luis Alberto Lacalle Herrera y en el 2004 se aprobó un plebiscito para estatitzar todo el sistema de agua potable y saneamiento bajo el marketinero slogan de “por el agua y por la vida”.

En el primer caso, el Frente Amplio argumentaba que esa ley ponía “en peligro buena parte del patrimonio nacional que el liberalismo irresponsablemente se dispone a entregar”  y que tal reforma “nos dejará un Estado inoperante” que pondrá “en juego la soberanía misma del país”, lo que está dentro de una estrategia “funcional al modelo neoliberal y al modo de inserción del Uruguay en el sistema capitalista mundial orientado desde el exterior y enmarcado en la transnacionalizacion de la economía”. Pero cuando gobernaron 15 años, privatizaron energía eléctrica, cerraron Pluna, permitieron la venta de millones de hectáreas a extranjeros y firmaron con la multinacional UPM un contrato inédito.

Por último y no menos importante, es lo mal que comunica este gobierno sus grandes proyectos. Lo hizo muy bien durante la pandemia, pero muy mal con la ley de educación, con la reforma jubilatoria y ahora con OSE.

Tienen que tener un único vocero, no que hablen jerarcas sueltos desde OSE, Presidencia, Ministerio de Ambiente, de Salud, la Ursec y algún otro que se sume a la mesa. Y quien lo haga debe presentar un plan A, uno B y otro C, con datos, cifras y argumentos técnicos sólidos, no como hizo el presidente de OSE en Santo y Seña que se lo vio dubitativo, cabeza gacha, usando términos vagos y hasta no fue adecuadamente vestido para tan seria ocasión.

Se dice que de los éxitos se aprende poco y lo poco que se aprende puede ser malo: ego, autocomplacencia, sentimiento de superioridad. Pero si de los fracasos se aprende, no parece ser el caso de Uruguay. Estamos más abocados a pasarnos facturas que a sentarnos a pensar -juntos- el futuro con seriedad. Hay una Comisión Especial de Futuros creada en el Parlamento, que hasta ahora no ha mostrado mucho, pero puede ser un buen ámbito para canalizar este tema. Que no se demoren más.


jueves, mayo 18, 2023

DESDE ARGENTINA, CERO KILO … AL POPULISMO


DESDE ARGENTINA, CERO KILO … AL POPULISMO
por Guillermo Sicardi - Semanario Búsqueda - jueves 18 de mayo de 2023.


“Hay que cerrar las fronteras con Argentina. Lo que viene del otro lado del río, nos va a arruinar”. Hoy muchos comerciantes y políticos están pidiendo medidas para evitar que productos argentinos muy baratos nos invadan y hagan quebrar comercios. Pero cualquier medida que tomen, solo será un paliativo que durará lo que un lirio. Yo también creo que hay que cerrar las fronteras con Argentina, pero no para que no entren productos, sino para que no entren las pésimas políticas peronistas, populistas y socialistas. ¡Eso sí que nos va a arruinar!

El peronismo, el estatismo y el populismo arruinaron a la Argentina, una proeza que parecía imposible. Tienen una inflación proyectada del 147%, (entre las 5 mayores del mundo); el dólar “blue” (mercado libre) ronda los 500 pesos argentinos (estaba a 67 al asumir Alberto Fernandez en diciembre del 2019); la pobreza está en el 40% (unos 20 millones de personas) y tienen 5 millones de indigentes. Casi la mitad de la población recibe alguna prebenda del Estado. El Banco Central está quebrado, no tienen reservas en dólares, tampoco crédito internacional y sólo se financian con emisión monetaria. La tormenta perfecta.

Veamos solo algunas de las nefastas medidas que han tomado nuestros vecinos y seamos conscientes que aquí, el Frente Amplio y el PIT-CNT, las han propuesto para aplicar en Uruguay, con mayor o menor entusiasmo, pero las defienden a casi todas ellas. A saber: 

a) cerrar la economía al mundo basados en la fracasada política de sustitución de importaciones y proteger a la industria nacional; 

b) dar subsidios a empresas para poder competir con productos mejores y más baratos del exterior, lo que llena los bolsillos de empresarios prebendarios, políticos y sindicalistas, mientras vacía el bolsillo de los ciudadanos; 

c) leyes laborales rígidas y sindicalistas que se enquistan en el poder por décadas, viviendo como millonarios, mientras la jubilación mínima no supera los 150 dólares; 

d) derroche de planes sociales, que tienen a la gente esclava del Estado y perdiendo los hábitos del trabajo, del esfuerzo y la meritocracia; 

e) subsidio a las tarifas de servicios públicos (luz, agua, gas, transporte, etc.), generando un déficit fiscal gigantesco y un desestímulo a esas empresas a invertir, lo que lleva a cortes en el servicio o escasez; 

f) control de precios en supermercados, con la absurda idea de creer que van a controlar la inflación, cuando estas medidas han fracasado en Argentina y en todo el mundo en los últimos 4.000 años; 

g) haber cerrado la economía y la educación durante la pandemia en forma extensa y descoordinada; 

h) tener más de 15 tipos de cambios: oficial, blue, soja, turista, Netflix, mayorista, CCL (Contado Con Liquidación) y varios más;

i) echarle la culpa a otros de sus males: al F.M.I. (que es el único que le sigue dando óxigeno), a la pandemia, a la sequía, a la guerra de Rusia contra Ucrania, a Macri, al Grupo Clarín o al imperialismo yankee. Todo les viene bien para sacarse el sayo de encima.

Argentina no sólo está absurdamente barata (por los motivos listados), sino que, además, Uruguay está absurdamente caro. Y lo estamos porque tenemos un Estado grande y soso, un tipo de cambio atrasado, una mano de obra ineficiente, una legislación laboral rígida, altos impuestos, burocracia y servicios públicos de calidad media. 

Por eso nuestras exportaciones son 70% “commodities”, como la soja, que se exportan unos U$S 1.800 millones, pero apenas se exporta aceite o harina de soja. Y ni hablemos de exportar productos con más valor agregado, como milanesas o hamburguesas. Es que “agregar valor” en Uruguay no es rentable.

Más allá de la situación actual de Argentina, Uruguay tiene que trabajar duro para ser más competitivo, desregulando el mercado laboral, eliminando monopolios y empresas públicas, saliendo del Mercosur y buscando más negocios libres con el mundo. En definitiva, tenemos que tomar todas las medidas que toman los peronistas socialistas, pero en sentido diametralmente opuesto.

Como dice el dicho: “Del tonto también se aprende. A no ser tonto”. Aprendamos entonces de todo lo que no hay que hacer. El cerrar la frontera al comercio con Argentina tal vez evite (por un tiempo acotado) que algún comerciante uruguayo la pase mal  y hasta  tenga que cerrar su negocio. Pero si dejamos que pasen las ideas peronistas, populistas y socialistas, todos la vamos a pasar muy mal. Porque está más que probado que estas ideas, una vez llevadas a la práctica, lo único que logran es traer miseria, no por un tiempo acotado, sino por décadas y décadas.


jueves, mayo 11, 2023

LA POLÍTICA, EL DERECHO Y LA MORAL


LA POLÍTICA, EL DERECHO Y LA MORAL
por Guillermo Sicardi - Semanario Búsqueda - jueves 11 de mayo de 2023.


El despido de la ministra de vivienda del gabinete gubernamental por haber dado preferencia a una militante de su fracción política para acceder más rápido a una vivienda, generó un enorme revuelo que puso al borde la continuidad de la coalición de gobierno. La discusión ha girado fundamentalmente sobre aspectos políticos y jurídicos, pero no morales, que son los que verdaderamente importan.

Esta conducta no debería sorprendernos, ya que es -lamentablemente- una práctica inveterada de nuestra casta política. Todos sabemos que gran parte del tiempo que dedica un jerarca, sea legislador, edil o funcionario, es a trabajar de “gestor”, a agilizar expedientes dentro del enmarañado mundo burocrático que ellos mismos crean.

Recuerden que para tener un teléfono de línea había que esperar entre 10 y 15 años, ya que había escasez de los famosos “bornes”, lo cuales aparecían como por arte de magia cuando la solicitud iba acompañada de una tarjeta de algún diputado. Iguales gestiones se hacían para apurar una jubilación, un permiso de importación o un “préstamo blando” del Banco República.

Esto era (y sigue siendo) totalmente aceptado por la sociedad. Las “gauchadas”, el amiguismo o el “hacerle la pierna” a algún conocido, no están tan mal vistos. Y no hablamos aquí de la coima pura y dura que es la práctica corriente al otro lado del Río de la Plata, sino simplemente de hacer favores. Y “favor con favor se paga”.

Como estas costumbres son aceptadas pacíficamente por los ciudadanos, muchas de ellas son recogidas por nuestra normativa jurídica. Así, los directores de Ancap disponían (o tal vez aún dispongan) de determinadas bolsas de portland para donar a instituciones deportivas o sociales, a las que, casualmente, suelen estar vinculados o están ubicadas en sus pagos. Los directores del BPS contaban con un cupo de jubilaciones para otorgar, aun cuando el potencial jubilado no dispusiera del 100% de los requisitos establecidos. Y ahora la ministra de vivienda lo dice muy claramente: que como ministro dispone de cupos discrecionales para asignar viviendas “los que casi no utilicé”.

Lo que debemos analizar en este y otra infinidad de casos, es si la conducta de los servidores públicos está ajustada a la moral, disciplina que refiere a los valores y principios que guían el comportamiento humano y que pueden variar según cada cultura y modificarse con el paso del tiempo, como ser los temas vinculados a la justicia, la equidad, la honestidad, la compasión o el respeto.

Durante siglos era legal (y moralmente aceptada) la esclavitud; que las mujeres no pudieran votar; que los hijos nacidos fuera del matrimonio heredaran menos que los hijos “legítimos”; o que los negros tuvieran que asistir a escuelas diferentes o viajar en buses especiales para ellos. 

El presidente Lacalle Pou parece estar tomando decisiones basadas más en la moral que en la política o en el derecho. Y hace muy bien en ello. Despidió a Irene Moreira por similares motivos por los que cesó al ex presidente de Antel, Guillermo Iglesias, por querer presupuestar a 857 personas como empleados públicos permanentes en mayo del 2020, en plena pandemia, cuando el común de los mortales no sabía si iban a tener un mísero ingreso para sobrevivir. Una verdadera inmoralidad, por más ajustada a derecho que estuviera y contara con el aval de varias fuerzas políticas y sindicales.

Para dirimir estos asuntos entre la política, el derecho y la moral, es bueno que pongamos la mirada (una vez más) en Nueva Zelanda. Ellos tienen un Código de Integridad y Conducta para guiar a los funcionarios públicos que ya tiene 35 años: The State Sector Act de 1988. A este código, en idioma maorí, le llaman “He Aratohu”, compuesto de dos palabras: ara y tohu. Ara es ruta, camino o rumbo y Tohu son símbolos, signos, rasgos distintivos o direcciones.

Y dicen en su página web: “El sector público de Nueva Zelanda se encuentra en la posición privilegiada de tener altos niveles de confianza pública. Sin embargo, esto no debe darse por sentado. Necesitamos seguir comportándonos de una manera que retenga la fe de los ministros, el parlamento y el pueblo de Nueva Zelanda, o perderemos nuestra legitimidad y socavaremos la credibilidad que necesitamos para hacer nuestro trabajo. Debemos ser capaces de demostrar que somos dignos de confianza, que actuamos en interés de la gente de Nueva Zelanda y nunca para nuestro beneficio personal”.

Desde que el Dr. Jorge Batlle invitara en agosto del año 2000 a la Dra. Ruth Richardson, ex ministra de finanzas y actora principal de los cambios hacia la libertad comercial y modernización del estado, nunca más se habló de Nueva Zelanda. No lo hicieron ni los políticos, ni los sindicalistas, ni los empresarios, ni los académicos, ni los periodistas, salvo aisladas excepciones. 

Sería bueno que ante tanto derroche del gasto público todos ellos organizasen una excursión a Nueva Zelanda para ver si traen ideas nuevas, políticas nuevas y morales nuevas. Dejen la cháchara y la telenovela política para las masas, siempre adictas a regodearse en las “redes cloacales”. Lideren. Eleven las miras. Ayuden a cambiar la moral de nuestro tiempo. Ello traerá cambios jurídicos y también cambios políticos. Y todos serán para bien.


jueves, mayo 04, 2023

LA CASTITA POLÍTICA URUGUAYA CONTRA JAVIER MILEI


LA CASTITA POLÍTICA URUGUAYA CONTRA JAVIER MILEI
por Guillermo Sicardi - Semanario Búsqueda - jueves 04 de mayo de 2023.


Decía el icónico ex presidente de Peñarol, Cr. José Pedro Damiani: “En el Uruguay no hay ricos, hay riquitos”. Y cuando nos comparamos con Argentina, también lo nuestro es diminutivo: ni grandes proezas, ni grandes desastres. Con la política sucede lo mismo: allá está “la casta” y aquí “la castita”. Ambas están en contra de las ideas que propone desde hace casi diez años, Javier Milei, un economista que defiende la libertad a ultranza y que quiere cambiar radicalmente la estructura del Estado y las mafias que lo gobiernan. Por eso muchos le tienen miedo.

Milei no está en contra de la política, ni de los políticos honestos y menos aún, del sistema democrático. Él está en contra de “la casta”, a la cual define como aquellos políticos que viven del Estado, que aprueban leyes y decretos para dejar contento al pueblo en el corto plazo, aun sabiendo que, a la larga, esas medidas son perjudiciales para toda la sociedad. 

También la casta la integra el político corrupto, no sólo del que revolea bolsos con nueve millones de dólares para dentro de un convento trucho, asigna obra pública a los amigos y sus entenados que acumulan 400.000 hectáreas en estancias, sino que también incluye a los que hacen favores con dinero ajeno, cobran impuestos para repartirlos a cambio de votos o simplemente son tibios a la hora de encarar los cambios, porque saben que ir contra la corriente del pensamiento dominante es ir contra la corriente de los votos que los mantienen en el poder.

Milei está a favor de la libertad en todos sus términos, de las libertades políticas, las sociales, las individuales y, sobre todo, de las libertades económicas. Quiere eliminar los más de 120 impuestos que rigen en Argentina y dejar sólo 10, así como las 69.000 regulaciones que impiden el comercio, al punto tal, que un vehículo que transporta chacinados desde Capital Federal a Provincia (es decir, cruzando la General Paz), debe llevar unos 17 permisos encima, y para ello, el empresario debe disponer de un funcionario casi en exclusiva para llenar papeles inútiles para saciar un Estado ineficiente.

También plantea cerrar el Banco Central (más bien dinamitarlo y dejar sus ruinas como testimonio de las ruinas que esa entidad le causó a los argentinos), como ser destruir cinco signos monetarios, quitarle 13 ceros a la moneda y generar dos hiperinflaciones sin haber tenido guerras. El peso argentino es un papel pintado, que desde hace casi un siglo los políticos de todo pelo lo han venido falsificando sin pudor. Y, de yapa, recordemos que Argentina es un “defaulteador serial”, ya que van nueve veces que no paga sus deudas y, seguramente, sume la décima cucarda a este triste currículum en muy poco tiempo.

Como Milei pretende quitarles a los políticos las herramientas del saqueo, la casta se opone a sus ideas. Quieren seguir con la obra pública y ya vimos los robos que hicieron, todos documentados en los “cuadernos Gloria”. Quieren seguir con las empresas públicas, todas ellas perdiendo dinero, pero ganando empleados públicos amigos y “caja” para sus campañas. Quieren seguir con el Banco Central, para que pueda financiar el déficit fiscal crónico, que se genera por subsidiar las tarifas públicas, financiar políticas de género, tener un exceso de Estado y el “ponerle platita en el bolsillo a la gente”. Por eso tienen una inflación del 120% (y creciendo), una moneda inútil y un riesgo país de los más altos del mundo.

Lo que llama la atención es que políticos de todos los partidos uruguayos, hayan criticado a Milei. El Dr. Julio María Sanguinetti lo ve con “preocupación” y dice que “sin dudas no ayuda al ejercicio democrático”. El senador Domenech de Cabildo Abierto, lo ve como un “fenómeno circunstancial” que no tiene “bases firmes” como para “timonear” la Argentina. El siempre ocurrente Mujica dice que “El fenómeno no es Milei, sino ustedes (los periodistas) que le dan pelota”. Y hasta Pablo Iturralde, presidente del Partido Nacional, apuntó contra el “facilismo tremendo” de figuras emergentes que capitalizan el descontento de los votantes con la economía, “después de tantos años de populismo”. Y por último Pablo Mieres, del Partido Independiente, critica a los outsiders como Milei, considerando que “son políticos que ingresan a la política diciendo que no les gusta la política”. 

Es muy bueno y muy sano para una democracia el contar con partidos políticos con 150 años de historia como los tiene Uruguay, pero también de esas entrañas surgió un populismo y estatismo desmesurado, que llevó a un estancamiento económico e inflación, que trajo un enorme descontento en la población el que dio nacimiento a los tupamaros y luego a un Bordaberry y el golpe de Estado. En esos partidos también surgen “outsiders” como Juan Sartori, que se mete en el Senado luego de una breve y costosa campaña política. Y Cabildo Abierto es el gran outsider del sistema, que buenos dolores de cabeza le está dando al gobierno de coalición. Nada es perfecto. Ni pelado, ni con dos pelucas.

Ninguno de los partidos políticos uruguayos ha planteado con firmeza el achicar el Estado, en terminar con empresas públicas ineficientes, en reducir la cantidad de Intendencias o hacer fuertes ajustes al Banco Central, que acaba de pedir unos 800 millones de dólares porque estaba al borde de la quiebra. De alguna manera, todos ellos se benefician con esta enorme estructura estatal. 

El tema no es Milei y su personalidad o sus extravagancias. El tema de fondo son las ideas de la libertad, esas que incorporó Juan Bautista Alberdi en la constitución argentina de 1856 y que en pocos años hizo de ese joven país, un vergel de oportunidades y uno con el mayor ingreso per cápita del mundo, cuando hoy chapotea en la miseria de la inflación, la desocupación, 20 millones de pobres y 5 millones de indigentes.

Rechacen a los outsiders como Milei y abrácense a las tradiciones de Juan Domingo Perón o del “hiperinflacionario de Chascomús” (Raúl Alfonsín), ese “padre de la democracia” que inmortalizó la frase “Con la democracia no solo se vota, sino que también se come, se educa y se cura” y tuvo que abandonar la presidencia ocho meses antes de terminar su mandato, con una hiperinflación del 5000% anual, con la cual no pudo ni curar, ni alimentar, ni educar y sí apenas pudieron votar.

Critiquen a Milei todo lo que quieran. Pero no se distraigan mirando el dedo cuando se apunta a la luna. Defiendan sí las ideas de la libertad, porque en esta faena, tienen mucho aún por hacer.


viernes, abril 28, 2023

OTRO PREVISIBLE 1ERO DE MAYO


OTRO PREVISIBLE 1ERO DE MAYO

por Guillermo Sicardi - Semanario Búsqueda - jueves 27 de abril de 2023.


El próximo 1ero de mayo habrá un acto del PIT-CNT celebrando el día del trabajo y será tan previsible como todos los anteriores. Habrá discursos encendidos contra el gobierno (por cualquier tema y por cualquier asunto); se repetirán trilladas y tergiversadas palabras como solidaridad, trabajo digno, conquistas laborales, explotación, desigualdad, hambre o justicia social. Y, como no podía ser de otra manera, se dirán muchas falacias, porque sin ellas, sería como si le faltara “la marca en el orillo” a la gastada tela del PIT-CNT.

La primera falacia es que este acto lo organiza una central sindical que dice velar por los derechos de los trabajadores y cuya visión corporativa (es decir, hacia donde se dirigen y cuáles son sus aspiraciones de largo plazo), es: “Construir entre todos una sociedad más justa y solidaria, donde los medios de producción y de servicios estén en manos de los trabajadores. Para llegar a un Uruguay, un mundo, en el cual no existan explotados ni explotadores”. Una definición marxista de cabo a rabo.


El marxismo ha sido el peor enemigo de los trabajadores (y de todos los seres humanos que sufrieron bajo su mandato), salvo la clase dirigente que vivieron (y viven) como reyes.

Los principales dirigentes del PIT-CNT son comunistas, y el comunismo, durante los últimos cien años, mató a más de 150 millones de seres humanos, entre asesinatos directos, purgas, encarcelamientos, trabajos forzados en campos de concentración (a los que eufemísticamente llamaban “campos de reeducación”) y sobre todo por enormes hambrunas provocadas por haber eliminado la propiedad privada, sometido a los campesinos a seguir programas de producción ineficientes y por saquearles el fruto de su esfuerzo para dárselo al partido, quien lo iba a “redistribuir” en forma justa e igualitaria. Nada de esto sucedió.

Aplicando el neolenguaje descrito por George Orwell en su novela 1984, los discursos utilizarán pocas y simples palabras con contenidos muy emotivos, pero en el fondo ellos le dan otro significado del que aparece en la superficie. La frutilla de la torta es la palabra “solidaridad”, que la interpretan como ayudar al pobre, darle asistencia infinita y solucionarle todos sus problemas: educación, vivienda, salud y hasta algún espectáculo tildado de “cultural”. Pero el diccionario de la Real Academia define la solidaridad como la “adhesión circunstancial a la causa o empresa de otro". Primero tener una meta y luego recibir un apoyo transitorio. Ni el empleo público, ni los subsidios, ni las ollas populares, son solidarios. Son esclavizantes.

Terminar con la propiedad privada y expropiar los medios de producción y de servicios para que queden en manos de los trabajadores, es el camino más directo a la miseria de esos mismos trabajadores. El derecho a la propiedad privada e individual es un derecho humano tan importante como el derecho a la vida, porque cuando el partido, el sindicato o el Estado se quedan con esos bienes de producción y los asigna a quien al burócrata le plazca, te pueden dejar literalmente sin herramientas para ganarte tu propio sustento y así, condenarte a la miseria o a la misma muerte.

Ellos creen que, al terminar con los medios privados de producción, se terminan con las clases dominantes (que acumulan el capital) y dejan de explotar a la clase trabajadora oprimida que solo tiene su mano de obra para ofrecer. Esto es tan falso en la teoría como en la práctica.

Para empezar, en un régimen capitalista de libre mercado, donde hay miles de oferentes (comerciantes) ofreciendo sus productos y servicios, sólo gana aquel que tenga el mejor producto, el mejor precio y/o el mejor servicio. El comerciante no es un explotador, sino un benefactor, que no solo ofrece sus productos en intercambios libres y voluntarios, sino que ofrece trabajo para aquellos que no pueden o no saben crearse el suyo propio.

En cambio, donde sí hay explotados es en los regímenes comunistas, socialistas, estatistas o mercantilistas, donde un solo oferente monopólico (sea público o privado) o un oligopolio (unos pocos se reparten el mercado), se aprovechan tanto del consumidor como del empleado, quienes no tienen opciones para elegir donde comprar o donde trabajar.

Los abusos más espantosos en las relaciones laborales no se dieron en la Revolución Industrial (donde vemos fotos de fábricas del 1800 en adelante, con condiciones que a nuestros ojos del siglo XXI nos resultan espantosas), sino que se dieron en los regímenes comunistas como en el de la Rusia con Stalin, en la China de Mao, en la Cuba de Fidel, en la Camboya de Pol Pot, en la Albania de Hoxha o actualmente en la Venezuela de Maduro, donde tuvieron a millones de ciudadanos viviendo como verdaderos esclavos. ¡Qué me vienen con la ley de las ocho horas y los mártires de Chicago!

El otro error es “defender los puestos de trabajo”, aunque estos sean obsoletos, improductivos y sin valor agregado. Los sindicatos hacen paros y dan batallas para defender el innecesario puesto de guarda de ómnibus , o los cajeros de banco o los cobradores de peajes. Todas estas tareas rutinarias ya desaparecieron o desaparecerán prontamente por los avances de la robótica y la tecnología, como bien lo señala el informe The future of employment de la Universidad de Oxford. Lo que sí hay que defender no es al puesto de trabajo sino a la persona que lo ocupa, dándole capacitación técnica y nuevas competencias. Pero la desastrosa educación pública uruguaya (en gran parte gestionada por los propios sindicatos de izquierda) los condena al fracaso.

Por último -y no menos importante- la enorme falacia de la justicia social, que es, en realidad, una gran injusticia. Parte de la base del ideal de la igualdad, no sólo de la igualdad de oportunidades al inicio (que puede ser una iniciativa compartible, aunque jamás será 100% realizable), sino de la igualdad de resultados, es decir, que todos tengan lo mismo.

Como bien decía Margaret Thatcher, el socialismo logra esa igualdad, pero siempre para abajo: todos iguales y todos pobres. Vean lo que es Cuba o Venezuela, e incluso Argentina: unas grandes villas miserias a pesar de contar con recursos naturales y humanos, que otrora gozaban de un buen bienestar. La única manera de lograr esta igualdad es a punta de pistola. ¡Y vaya si los comunistas la han usado a diestra y siniestra y sin ningún tipo de pudor ni arrepentimiento!

Hay que terminar con otro mito que repiten los buenistas: que la idea del comunismo es linda en teoría, pero impracticable en la práctica y que siempre que se aplicó falló, no porque la idea sea mala, sino porque los que la aplicaron se desviaron del camino. En otras palabras: el problema no es la receta, sino el chef. Pero resulta que en cien años de usar esta receta y de haber probado miles de chefs, ninguno logró entregar un plato decente. Todos estaban podridos y malolientes.

Tan es así, que en 1620, cuando viajaron un grupo de puritanos desde Inglaterra en el barco Myflower a lo que luego sería Estados Unidos, liderados por John Carver y luego de su muerte por William Bradford, organizaron la primera colonia en Plymouth bajo un régimen comunitario: todo era de todos y nada era de nadie. Cada uno trabajaba según sus capacidades y todos recibían los mismos frutos. ¿Qué creen que sucedió? Las cosechas obtenidas fueron un rotundo fracaso, porque no había estímulos para esforzarse más y los haraganes (que siempre los hay en todo grupo humano) recibían su parte haciendo poco o nada, viviendo del esfuerzo de otros.

Luego Bradford cambió las reglas de juego y le asignó a cada familia una parcela para que cada uno la explotara a su suerte. La siguiente cosecha fue un verdadero éxito y a partir de allí se festeja el Thanksgiving Day (Día de Acción de Gracias), agradeciendo la abundante cosecha obtenida (en realidad no tenían que agradecerles a otras personas, ni a los dioses, sino a ellos mismos).

Por último, espero que dirigentes de la coalición de gobierno, empresarios o académicos, no vayan a este acto a hacer la claque para sacar patente de “no facho”, creyendo ingenuamente que van a ser mejor tratados por esta manga de fedayines del primero al último. No hagan la de Chamberlain y sus “apaciguadores”, que creían que, siendo tolerantes con Hitler, éste no iba a invadir Inglaterra. Pero cuando Chamberlain volvió de Alemania blandiendo un papelucho (que suponía un acuerdo de no agresión), Winston Churchill le espetó: “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra; escogisteis el deshonor y tendréis la guerra”.

Por eso este primero de mayo que se viene, ojo con ser cómplices en celebrar la lucha de clases, el repartir la riqueza (sin tener la más mínima idea de cómo crearla) o propiciar la justicia social. Todas estas falacias lo único que llevan es a la miseria, a la falta de libertades y a la falta de trabajo. Un verdadero deshonor para celebrar, justamente, el día del trabajo y del trabajador.


jueves, abril 20, 2023

SI ES PARA AFRICA, ¡NO DONEN NADA!


SI ES PARA AFRICA, ¡NO DONEN NADA!

por Guillermo Sicardi - Semanario Búsqueda - jueves 20 de abril de 2023.


Cuando algún organismo internacional le pida dinero para salvar a ese negrito de la foto, desnutrido y con la boca llena de moscas, no done nada. Cuando una ONG humanitaria le haga sentir culpable porque usted come todos los días y que con lo que se gasta en un par de cervezas puede llevarle agua a una tribu ignota, no done nada. Y cuando le muestren campos de refugiados y niños mutilados, tampoco done nada. ¿Sabe por qué? Porque la mayoría de esas donaciones no llegan a los supuestos beneficiados, pero sí llegan a los directivos de esos organismos, a consultores bien pagos, a burócratas internacionales, a políticos corruptos a hoteles cinco estrellas y a bares de copas.

Siempre tuve la sensación que esto era así, hasta que llegó a mis manos el libro “Blanco bueno busca negro pobre, una crítica a los organismos de cooperación y las ONG”, de Gustau Nerín, español, antropólogo, con vasta experiencia en el continente africano, que me lo ha confirmado.

Dice el prólogo del libro: “Hace cincuenta años que se inició la cooperación. Cincuenta años que no han servido para tanto como nos creemos. Europa ha demostrado ser un pozo sin fondo de donantes y África, un pozo sin fondo de fracasos. Por ineptitud, por poca sostenibilidad, por corrupción, por intereses ocultos, por ignorancia de las formas de vida africanas... Aun así, ha calado la idea de que los problemas africanos se solucionarán con proyectos de desarrollo, que la opinión pública juzga por las buenas intenciones y no por los buenos resultados”.

Trata a los “buenistas” europeos del Norte, como verdaderos papanatas, ya que “nunca tanta gente, con tan buenas intenciones, había dedicado tantas energías a una causa tan inútil”. La pregunta es ¿por qué lo hacen? Las respuestas (basadas en su amplia experiencia) son aterradoras. Veamos algunas.

Primero, porque “Los «negritos» de África siempre han sido un reclamo muy útil para movilizar las buenas conciencias de los ciudadanos de Occidente y vaciar sus carteras”, empezando por los religiosos cuya tenacidad en perseguir empresarios, políticos y simples ciudadanos ha sido proverbial. Hoy están siendo sustituidos por ONG (Organización No Gubernamental) que en realidad no son tan “no gubernamentales”, ya que la mayoría recibe fondos de los diferentes gobiernos, y, por ello, bailan a su son.

Segundo, porque los ciudadanos “del Norte” tiene cierto complejo de culpa por ser exitosos y estas organizaciones “se han convertido en los mediadores perfectos entre la cuenta corriente de estos ciudadanos y su tranquilidad de espíritu”. Algo similar sucede con ciertos programas de R.S.E. (Responsabilidad Social Empresarial): salimos a pintar la escuela del barrio o repartimos cuatro refuerzos de mortadela, para luego repartir (sin culpa) los dividendos y bonus de fin de año.

Agrega Nerín: “La clave para que todo este mecanismo funcione de forma eficaz es que el donante nunca sepa exactamente qué se hace con su dinero”. Este buen samaritano “quiere creer que gracias a su donación hay una fuente de agua en un rincón perdido del Sahel, o que se ha erradicado una enfermedad extraña en algún país selvático... No quiere saber que la fuente se ha secado por falta de mantenimiento, ni que las vacunas han resultado ser ineficaces porque no hay heladeras donde conservarlas”.

Es especialmente interesante leer cómo estas organizaciones logran llegar a nuestras billeteras mediante efectivas campañas de marketing: “se deben presentar problemas muy simples y ofrecer soluciones también muy sencillas. Los mensajes de las ONG son breves, simples, emotivos … Y para conseguirlo, nada mejor que ofrecer imágenes impactantes: niños con vientres hinchados, casas arrasadas por huracanes, inundaciones que arrastran cadáveres putrefactos... La imagen debe ser lo suficientemente directa para que quien la vea se sienta aludido de inmediato”. 

Por supuesto que Nerín reconoce que no todos los “cooperadores” son unos bandoleros de guante azul (por el logo azul de Naciones Unidas), pero la regla parece ser que el gran objetivo no es sacar a África de su subdesarrollo congénito, sino el de fomentar el deseo de “cooperar por cooperar” y estas organizaciones se encargan de canalizarlos a través de proyectos que se venden muy bien a los ojos occidentales. 

Para muestra un botón. Dejemos África por un momento y vengamos a América Latina. Piensen todo el dinero que ha recibido Haití de “ayuda humanitaria” en los últimos años y comparémoslo con los U$D 13 mil millones (hoy serían unos 150 mil millones) que recibieron 18 países europeos para reconstruirse luego de la segunda guerra mundial (dinero que puso que el “imperialista” Estados Unidos a través del Plan Marshall). Según el New York Times, Haití recibió también 13.000 millones de dólares desde el terremoto del 2010, “sin embargo, en vez de la construcción nacional que supuestamente se lograría con el dinero recibido, en años recientes las instituciones de Haití se han vuelto cada vez más vacías”.

La BBC de Londres (que de derechista o neoliberal no tiene un pelo) entiende que todo ese esfuerzo no sirvió para casi nada “porque que no existe un modo sistemático y riguroso que analice en qué y cómo se ha gastado el dinero de esas ayudas internacionales” y, además, porque “Haití es uno de los países más corruptos del mundo”.

Cuando esta noche vea un nuevo y conmovedor aviso pidiendo su dinero para una nueva “ayuda humanitaria”, piénselo dos veces. Ya los gobiernos del mundo les quitan bastante dinero a sus contribuyentes mediante “impuestos” (que bien saben despilfarrar), como para seguir financiando sus desmadres con aportes “voluntarios”. Luego no nos quejemos si Nerín nos trata de papanatas. 

Y si aún tiene dudas, mejor no done nada.






jueves, abril 13, 2023

NO DICE NADA Y LO DICE TODO


NO DICE NADA
Y LO DICE TODO

por Guillermo Sicardi - Semanario Búsqueda - jueves 13 de abril de 2023.

Foto tomada de Old Photos (1)

Esta foto no dice nada. Y, sin embargo, lo dice todo. Fue tomada en Arkansas, Estados Unidos, en el año 1935, todavía sufriendo los coletazos de la gran depresión del ´29.

Miren la cabaña detrás de la pareja. Es una edificación muy básica, seguramente construida con sus propias manos. Es de madera. Y apuesto a que cada tabla fue aserrada con el sudor de ambas frentes. 

Miren al hombre. Su ropaje se ve gastado y hasta un poco sucio. No por desidia ni malos hábitos de higiene, sino por su arduo uso. Probablemente también por no tener otras que intercambiar, ni tiempo para lavarlas y esperar que sequen. Es que hay que trabajar. No hay almuerzo gratis.

Miren su postura. Se lo ve cansado, mas no derrotado. Sus ojos apuntan firmes hacia adelante. No miran atrás (quejándose del pasado); ni miran al costado (eludiendo la responsabilidad del presente); y menos aún, no miran hacia abajo, en señal de claudicación. Miran hacia el porvenir (por-venir), ese lugar donde vamos a pasar el resto de nuestras vidas y que es nuestra responsabilidad -al menos- intentar moldearlo. Esa mirada parece entender que “son tus decisiones, no tus condiciones, lo que determinará tu futuro”.

Miren a la pareja.  No los unen las posesiones, puesto que nada poseen. Tampoco parece unirlos la obligación tribal, el afán de poder o las necesidades primarias. Los une el amor y el futuro. ¿La prueba? … La mujer está embarazada.

Miren sus posturas. No están tomados de la mano. Están juntos, pero separados. “Yo soy yo, tú eres tú”. Estamos unidos en matrimonio por mutuo deseo y conveniencia genuina. Pero cada uno es libre. Ese es el espíritu que hizo grande a Estados Unidos basado en los valores liberales de los Founding Fathers. 

Miren a la mujer. Está parada al lado de su marido. Codo con codo. Pero el marido no tiene un brazo sobre su hombro (en señal de protección al indefenso) y tampoco la abraza como a un objeto (en señal de posesión). Eso es respeto mutuo. Eso es la mejor expresión del mejor feminismo. Esta mujer no precisa usar pañuelos verdes ni mostrar sus pechos para mostrar su valía. La irradia.

Miren los hombros de esta mujer. Están caídos. Seguramente cansada por cargar tanto peso, tanta angustia y tanta responsabilidad. Pero miren también sus ojos, como si fueran la otra cara de la misma moneda. Están firmes y señeros, determinados a salir de tal situación. Porque ni la pobreza ni la angustia son una “condición” (permanente) sino una “situación” (transitoria).

No imagino a esta pareja haciendo la fila en el Mides para vivir de un subsidio, ni pretendiendo vivir del esfuerzo ajeno o reclamando que paguen más los que tienen más. Sí la imagino recibiendo una ayuda realmente “solidaria”, cuya definición oficial es: “adhesión circunstancial a la causa o empresa de otros” (2), es decir, un apoyo transitorio a un proyecto o “causa” específica.

Miren a estos valientes. No parecen ni violentos, ni patoteros, ni agresivos. Simplemente se los ve libres y bravos. Por eso esta foto fue tomada en 1935 en Arkansas, Estados Unidos, esa magnífica nación (hoy magullada) que supo ser “the land of the free and the home of the brave”. (3)

Esta foto no dice nada. Y, sin embargo, lo dice todo. 

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(1) https://www.facebook.com/photo?fbid=617284967111759&set=a.613736567466599 

(2) Diccionario de la Real Academia Española -  https://dle.rae.es/solidaridad?m=form

(3) “la tierra del libre y el hogar del valiente”, parte de la letra del himno de Estados Unidos titulado “The Star-Spangled Banner” (La bandera llena de estrellas).






viernes, marzo 31, 2023

TOO BIG TO FAIL.


TOO BIG TO FAIL
por Guillermo Sicardi - Semanario Búsqueda - jueves 30 de marzo de 2023.


Otra vez tenemos bancos que se funden por asumir riesgos desmedidos. Otra vez tenemos jerarcas bancarios que se llenan los bolsillos con ganancias obscenas, aun cuando dejan un tendal de deudas. Otra vez tenemos gobiernos y bancos centrales que salen a rescatar a esos bancos y a esos banqueros, con el cuento que están salvando a la economía. Otra vez aplica la máxima “too big to fail” (demasiado grande para dejarlo caer). Otra vez el pato de la boda somos “los nabos de siempre”, los incautos, rehenes e indefensos contribuyentes. ¿Hasta cuándo?

Las políticas de rescate bancario han sido tema de controversia en todo el mundo durante años. La idea detrás de esta política es que ciertos bancos son demasiado grandes y sistémicos para permitir que quiebren, ya que su colapso podría desencadenar una crisis financiera en la cadena de pagos.

Recientemente, dos importantes bancos han requerido de rescates: el Credit Suisse y el Silicon Valley Bank. En el caso de Credit Suisse (uno de los más antiguos del sistema), ha sufrido pérdidas millonarias debido a varias malas decisiones y últimamente a su exposición al fondo de cobertura Archegos, lo que llevó a la renuncia de su CEO y a la necesidad de una inyección de capital de miles de millones de dólares para evitar un colapso mayor. Dinero que no alcanzó y terminó siendo absorbido por el banco UBS (con la ayuda del gobierno).

Por su parte, el Silicon Valley Bank, que se enfoca en financiar empresas tecnológicas en crecimiento (start ups), también ha necesitado ayuda financiera tras sufrir pérdidas significativas en sus inversiones. Este banco ha recibido un préstamo de emergencia por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos, que también se fue como arena entre las manos.

Estos casos han vuelto a poner en el debate la cuestión de si los bancos "demasiado grandes para caer" merecen ser rescatados con dinero de los simples contribuyentes. Mientras algunos argumentan que la estabilidad financiera es primordial y que es necesario evitar una crisis que afecte a toda la economía, otros sostienen que estos bancos deberían ser responsables de sus propias decisiones y asumir las consecuencias de sus errores.

Además, esta política ha sido criticada por haber creado incentivos perversos en la industria financiera. Al saber que pueden contar con un rescate gubernamental en caso de problemas, los directivos bancarios se ven tentados a asumir riesgos excesivos, los cuales están atados a sus millonarios bonus. 

Este fue el caso de la famosa “crisis de las hipotecas” del 2008 en Estados Unidos. Los grandes culpables no fueron los “especuladores” de Wall Street, sino dos agencias gubernamentales: Fannie Mae (Federal National Mortgage Association) y Freddie Mac (Federal Home Loan Mortgage Corporation) creadas en la década de 1930 para respaldar y estabilizar el mercado de la vivienda y los préstamos hipotecarios y terminaron distorsionando todo, al darle crédito a cualquier zaparrastroso con el cuento de que tienen derecho a acceder a una “vivienda digna”. Esos préstamos basura se juntaban en una bolsa con otros préstamos de mejor calidad y en el paquete global lograban que las calificadoras de riesgo les dieran un buen puntaje. Puro verso. Cuando la economía se frenó un poco, millones de personas dejaron de pagar sus cuotas hipotecarias y los valores de las propiedades cayeron como un piano. Los banqueros y operadores que armaron esta suerte de “esquema Ponzi”, salieron ilesos y con los bolsillos llenos.

En Uruguay también se rescataron bancos que estaban pésimamente gestionados, como el Caja Obrera, intervenido por el Estado durante más de una década y con ratios de gestión que daban vergüenza. Pero la culpa es del chancho y también de quien le rasca el lomo. Recuerdo perfectamente encuestas realizadas por el año 2000 donde se le preguntaba a la gente qué tenía en cuenta para elegir un banco donde dejar sus depósitos. El principal argumento era “la cercanía”. Es decir, dejo mi dinero en el banco que me queda en la esquina de casa, no importa si lo gestionan unos incompetentes, no importa si tiene cientos de empleados más de los necesarios, no importa, nada, total, si se funde, viene Papá Estado y me devuelve el dinero.

Recuerdo muy bien la crisis del 2002. Un amigo tenía 50.000 dólares en el Banco Montevideo, que le pagaba como un 10% anual, y yo (un nabo de siempre) tenía unos dólares en el Santander al 2,0% anual. Es que el Montevideo colocaba el dinero en Argentina, asumiendo el riesgo de ese país manejado por borrachos sin control. Luego el banco quebró y mi amigo se sumó a las “movilizaciones” para recuperar su dinero (por supuesto con dinero mío, a través de los impuestos que compulsivamente me quita el matón del barrio: el Estado). Pero mientras él disfrutó de ese 10% (y yo dejaba de ganar un 8%), mi buen amigo jamás se ofreció a pagar el colegio de mis hijos, ni ponerle nafta a mi auto o mandarme un surtido del supermercado. Luego, los nabos de siempre, sí tuvimos que encargarnos de pagarle esas cuentas a mi amigo, cuando los buenistas políticos armaron un esquema para devolverle sus ahorros. 

Al próximo banco que se funda hay que dejarlo caer. Y que los clientes de ese banco aprendan a analizar quienes son los que están al mando, que las consultoras, analistas, calificadoras de riesgo, periodistas y el Banco Central, informen día a día y al detalle cada operación y muestren la currícula de su personal, desde el CEO hasta el portero.

Si la humanidad ha superado guerras, hambrunas y el flagelo del comunismo durante décadas, bien que puede “bancarse” la caída de un banco. Y de dos y de tres, también.

Algún día hay que parar con esta sangría y con los argumentos fatalistas de todos los opinadores que, de una u otra manera, están interesados en tener a esos bancos de clientes, de anunciantes, de financiadores de campañas políticas, o, al menos, no tenerlos en su contra.



viernes, marzo 24, 2023

CONTROL DE PRECIOS: TROPEZANDO CON LA MISMA PIEDRA


CONTROL DE PRECIOS: TROPEZANDO CON LA MISMA PIEDRA
por Guillermo Sicardi - Semanario Búsqueda - Jueves 23 de marzo de 2023.

“El ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”. Creo que el autor de esta frase se queda muy corto: hace 4000 años que venimos tropezando con la piedra del control de precios y salarios, creyendo que este mecanismo va a controlar la inflación. A pesar de la contundente evidencia empírica a través de los siglos (no de los años), los políticos siguen creyendo que los precios pueden fijarse por decreto y así, hacer feliz a la gente.

La inflación no es (como nos enseña la academia socialista que domina nuestras facultades) “un aumento generalizado de los precios”, donde el gran culpable es siempre el “empresario especulador” que “explota” al incauto y débil consumidor, sino que la inflación es un fenómeno monetario, una pérdida del valor del dinero local (pesos en nuestro caso) por culpa de la mayor emisión y ésta, por culpa del déficit fiscal (el Estado gasta más de lo que recauda). Por lo tanto, para ajustar la inflación, hay que poner los precios a raya, obligándolo a que los comerciantes fijen “precios justos” y que tengan una “ganancia razonable”. ¡¿Qué diantres significa precios justos o ganancias razonables?! ¿Justos y razonables para quién? ¿Para Hugo Chávez?

Quienes sostienen este disparate parten de la base del pensamiento marxista de la teoría del valor objetivo (y no subjetivo) de los bienes y de la teoría de la plusvalía. Creen que los precios se basan en sus costos de producción más una ganancia, pero en realidad el precio no lo fija el comerciante sino el consumidor, quien -de acuerdo a sus necesidades, preferencias y poder adquisitivo- decide qué precio está dispuesto a pagar por aquellos objetos que cubran sus necesidades, sean físicas, estéticas, emocionales o sociales.

En el libro “4.000 años de precios y salarios, como no combatir la inflación” (publicado a fines de los años 70 por la Fundación Heritage), los autores hacen un racconto histórico que se remonta a la época del antiguo Egipto y su Código de Hammurabi (“ojo por ojo, diente por diente”) que contaba con un anexo donde fijaba los precios de varios productos alimenticios y también de servicios, como contratar un botero, un pastor o alquilar un buey. 

¿Qué creen que sucedió con “las restricciones comerciales establecidas por ’Hammurabi, el rey protector... que descolla sobre los reyes de las ciudades...’ como se llamaba a sí mismo”? ¿Bajaron los precios? ¿Hubo abundancia? ¿Mejoró la calidad de vida de la población? Nada de esto sucedió. Hubo escasez, aumentaron los precios, los controles fueron terribles y hasta mataron comerciantes por no seguir las pautas del rey. Eppur si muove. Los precios siguieron subiendo.

En Roma, durante el gobierno del emperador Dioclesiano, se dictó en el año 301 DC el “Edicto sobre precios máximos”, que fijaba los precios para 1300 artículos y también los salarios de quienes producían esos bienes con la ilusión de controlar la inflación que se había disparado (cuando no) por un excesivo gasto del Estado. Estableció la pena de muerte para los “especuladores” a quienes culpaba de tales aumentos y hasta les prohibía vender sus productos en otros mercados a mayor valor. 

Los ejemplos siguen en todos los países del mundo y en todos los tiempos. No se salva nadie: ni la culta Europa, ni la milenaria China, ni la atrasada América Latina, ni la capitalista Norteamérica. Todos pecaron y todos siguen pecando.

Sin irnos tan lejos en el tiempo ni en la geografía, veamos que estos mismos absurdos y fracasados argumentos, los utilizan hoy en la Argentina peronista y socialista, 1722 años después de Dioclesiano. Desde militares golpistas, peronistas, kirchneristas, macristas y hasta “el padre de la democracia”, Raúl Alfonsín, recurrieron a este cuchillo sin filo para cortar con la inflación.  Dijo el líder de Chascomús al asumir como presidente:  "Con la democracia no solo se vota, sino que también se come, se educa y se cura". Y tuvo que entregar el poder a Carlos Menem ocho meses antes de terminar su mandado porque la inflación se le fue a más del 3.000 por ciento anual. Un verdadero líder popular.

Aquí, en el Senado de nuestro paisito, se están proponiendo medidas para “que el Poder Ejecutivo considere la renuncia al IVA por seis meses para ciertos productos alimenticios, así como la propuesta para alcanzar acuerdos de precios con el comercio´ (…) ´a efectos de reducir los márgenes de ganancias que se obtuvieron, permitiendo así mantener dentro de los límites aceptables al precio de venta al público´ y ´buscar otros mecanismos que contribuyan a lograr el objetivo de evitar la escalada de precios”. No, no lo propone el Frente Amplio ni el PIT-CNT, sino Cabildo Abierto. Al igual que Alberto Fernández, parece que el general Manini quiere iniciar la guerra contra la inflación. Con estas armas, no duden que la va a perder. Y con rendición incondicional incluida.

Se dice que “Brasil es el país del futuro. Y siempre lo será”. Bueno, con estas desatinadas iniciativas podemos parafrasear diciendo: “Uruguay es un país socialista y estatista. Y siempre lo será”.


miércoles, marzo 22, 2023


NAYIB BUKELE: EL SALVADOR
por Guillermo Sicardi - Semanario Búsqueda - Jueves 16 de marzo de 2023


La tasa de homicidios en El Salvador bajó de 51 homicidios cada 100.000 habitantes en 2018 a 15 homicidios cada 100.000 habitantes en 2021 (y hoy este guarismo debe ser aún menor, ya que hace más de 300 días que no se registra un solo asesinato). En un país asolado por 12 años de guerra civil, malos gobiernos de izquierda (Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional – FMLN) y también de derecha (ARENA – Alianza Republicana Nacionalista) y luego por las violentas pandillas (maras), la caída en los delitos tiene una sola explicación: Nayib Bukele.

Para comparar, tengamos en cuenta que Uruguay (un país de llanuras suavemente onduladas, una población de apenas 3,5 millones de habitantes, una clase media robusta y un sistema democrático sólido) tiene una tasa de homicidios de aproximadamente 12 muertos cada 100.000 habitantes. En El Salvador viven más de 6,5 millones de personas en un territorio que es casi 9 veces más pequeño que Uruguay, apenas 21.000 km2 vs los 177.000 de nuestro “paisito”. Su PBI per cápita es de apenas U$D 4.500 vs. los U$S 18.500 nuestros. La tasa de analfabetismo es de 6.6% en todo el país y llega al 15,7% en el área rural, mientras en Uruguay es de apenas el 1,5%. En materia de percepción de corrupcion, ocupan el lugar 118 entre 180 países evaluados y Uruguay el lugar 18.

Estos pocos datos comparativos nos muestran que, a pesar que El Salvador es un país más pobre, más ignorante, más superpoblado y mucho más corrupto que el nuestro (todas condiciones favorables para que surja el delito), la tasa de homicidios es similar y los uruguayos no logramos controlar, gobierne quien nos gobierne.

El éxito de Bukele es que aplicó normas claras y firmes contra los delincuentes (en especial contra las pandillas) quienes controlaban barrios enteros, manejaban el narcotráfico, chantaje a los comerciantes y ciudadanos a quienes pedían una suerte de “impuesto” a cambio de no matarlos a ellos o a sus familias (tal como hacía la mafia en Estados Unidos).

El éxito de este plan se basa en estas acciones:

Un Plan de Control Territorial, que tiene como objetivo “ocupar” el territorio por parte del Estado, fortaleciendo las instituciones de seguridad, la implementación de programas sociales y la inversión en infraestructura. 

Utilizar a las Fuerzas Armadas como herramienta de seguridad para combatir a las maras, quienes estaban mejor equipadas que la propia policía, dado el dineral que manejan.

Duro combate al narcotráfico, mayoritariamente manejado por las propias pandillas, confiscando sus bienes, arrestándolos y  extraditando sospechosos a Estados Unidos (recuerden que estas “maras” surgieron en los barrios de Los Angeles por emigrantes salvadoreños, como la M13, la M18 o la MS Mara Salvatrucha).

Control migratorio estricto que incluye la construcción de barreras físicas en la frontera con Guatemala y la implementación de medidas para limitar la entrada de migrantes.

Uso de tecnología de última generación para mejorar la seguridad, como la implementación de cámaras de vigilancia y la creación de una aplicación móvil para denunciar delitos en forma anónima

Y tambén acaba de inaugurar una gigantesca, moderna y segura cárcel que puede albergar más de 50.000 reclusos.

Los “buenistas” del mundo que ocupan cargos en ONG´s, organismos defensores de derechos humanos, iglesias, universidades o el medios de comunicación, están horrorizados con las políticas de Bukele. Les parece horrible que los presos apenas cuenten con una muda de ropa, que duerman sin colchones, que no puedan usar celulares ni ver televisión y que coman tortilla de maíz y frijoles, sin nada de pollo; a lo que Bukele les responde que los muertos que ellos asesinaron duermen sobre lápidas más frías o que mientras haya niños, embarazadas o ancianos que ni siquiera comen tortilla y frijoles, él no va a destinar recursos públicos para los delincuentes, hasta no mejorar las condiciones de vida de los honestos. De hecho, les cobra unos U$S 170 por mes por el “alojamiento” que ocupan.

Parte de las medidas fue decretar el estado de sitio, limitando algunos derechos ciudadanos lo que para muchos amenaza el "mantener el estado de derecho". Por supuesto que hay que defender el estado de derecho, pero el problema es que el estado de derecho anterior (en forma similar a lo que sucede en Uruguay) ha estado más al servicio de los delincuentes que de los honestos. Si bien los buenistas están en contra de Bukele, los salvadoreños parecen aceptar de buena gana sus políticas, ya que cuenta con más del 91% de aprobación. Para ellos, Nayib Bukele es “el salvador” (de la muerte, el miedo y la corrupción).

Y no crea que Bukele es hijo de la “derecha rancia”, de la oligarquía o es militarista. Si bien es hijo de un próspero empresario y tiene dinero suficiente como para donar su sueldo de presidente para financiar becas de estudio, Nayib Bukele fue Alcalde dos veces fichando por el FMLN y su agencia de publicidad manejó las campañas electorales de candidatos de izquierda y comunistas.

Esto no se arregla con paños tibios. Mire lo que es un “marero”. Mire su rostro y su cuerpo, tatuado hasta el último rincón con signos de muerte y violencia. Mire lo que son sus códigos éticos, entre los cuales está el asesinar a sangre fría a un transeunte cualquiera como prueba de “iniciación” a esa mafia. Mire si están arrependidos. Mire como ellos sí aplican la pena de muerte todos los días, pero sin jueces, ni abogados, ni garantías. Mire cómo se comportan con sus congéneres. No parecen humanos, sino más bien animales. Y no cualquier animal, sino unos violentos, salvajes e indomesticables.

Si usted cree que puede tener una hiena como mascota en su casa, entonces crea que estos pandilleros pueden ser recuperados con clases de yoga, comida vegana y música clásica. Y en ese caso, acepte la oferta de Bukele: le ofrece pagarle el viaje a cualquier marero hasta la puerta de su casa. Usted lo aloja junto a su linda esposa y su adolescente hija. Seguro que vivirán felices y comrán perdices. Los buenistas del mundo se lo agradecerán.