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jueves, diciembre 30, 2021

AÑO NUEVO, VIDA NUEVA ... ¡GRACIAS AL CÁNCER!


AÑO NUEVO, VIDA NUEVA ... ¡GRACIAS AL CÁNCER!
por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 30 de noviembre de 2021.


Hace un año y medio, la parca golpeó a mi puerta. El primer golpe fue para anunciarme un cáncer de próstata y diez días después, fue para decirme que tenía otro cáncer de colon, tan enorme como asintomático. Hoy, ya recuperado de ambos visitantes, quiero compartir con ustedes algunas enseñanzas que me dejaron estos “amigos”, que espero les sirva para superar trances similares.

Estoy convencido que un 50% de lo cánceres vinieron a mí respondiendo a mi llamado. La angustia, los pensamientos negativos, el asumir culpas propias y ajenas o criticar más que construir, hicieron que mi cuerpo generara más cortisol del necesario (la hormona del stress y la ansiedad) y bajaran los niveles de serotonina y oxitocina (las drogas naturales de la felicidad, el amor y a confianza). Pero, como dice el dicho “no hay mal que por bien no venga”, por lo que me dije a mi mismo: “o esto me hunde o me levanta”.  Y elegí lo segundo.

Lo mismo que pasa a nivel físico, lo vivimos en las empresas a nivel laboral. La exagerada pandemia por el Covid hizo que muchas empresas pasaran por un una situación tan drástica como la mía. Muchas se dejaron morir. Otras, aprovecharon los limones que les trajo la tormenta e hicieron limonada: reestructuraron procesos, trabajaron a distancia, generaron ahorros, crearon nuevas formas de relacionarse con los clientes e innovaron para mejorar. Un camino, dos opciones.

Creo que la clave de mi pronta recuperación estuvo en controlar los pensamientos negativos. Me ayudaron mucho mi psicólogo, Miguel, un viejo amigo que aceptó atenderme aún contra los que dicen que no es bueno que exista una relación personal entre el paciente y su psicoanalista. Para mi, no fue así. Fue la mejor decisión que tomé en años.

También me apoyé mucho en los libros del psicólogo español Rafael Santandreu, como “Nada es tan terrible” o “El arte de no amargarse la vida”, donde sostiene que los seres humanos tendemos a “terribilizar” cualquier situación cotidiana como si fuera el fin del mundo: que llego tarde a una reunión, que el auto se rompió, que mi mujer me abandonó o mi jefe no me quiere. Dice que podemos ser felices con muy poco, e, incluso, podemos ser felices estando solos, sin trabajo y hasta con un cáncer. Y pude experimentar en carne propia (contra todas mis creencias anteriores) que es verdad.

El cáncer te ayuda a poner todo en otra perspectiva. Las prioridades se reordenan; lo importante pesa más que lo urgente; la paciencia le gana a la ansiedad; el amor, al odio; la paz interior a la incertidumbre. Pero, ¿es necesario recibir esta visita para entender estas cosas tan obvias? No debería ser así, pero en mi caso, lo fue.

Otra frase que leí mil veces y repetí mil doscientas es: “vivir el día a día” o "vivir el aquí y ahora". Nunca la apliqué y eso que tengo un poema de Khalil Gibrán en mi escritorio que dice: “El ayer es solo un sueño y el mañana es sólo una visión. Pero el hoy, bien vivido, hace de todo ayer un sueño de felicidad y de todo mañana una visión de esperanza”. Ahora empieza a tener sentido.

Al igual que en las empresas, es importante poner carteles con reflexiones, frases motivadoras o pensamientos positivos. No son un cuadro que adorna la pared. Aunque parezca que nadie los lee o no los entiende, están allí. Las palabras no son inertes y en algún momento de nuestras vidas, aparecen, se alinean y cobran sentido. Por eso me rodeo de ellas.

No leí casi nada sobre mi enfermedad, apenas lo básico como para entender a los profesionales que me trataban. No voy a creer que por mirar diez videos en YouTube o leer algunos “papers” académicos, ya estoy en condiciones de hablar de igual a igual con los médicos. No es así. Me aseguré de elegirlos bien y que me informaran detalladamente cada paso. Trabajamos juntos, con las cartas sobre la mesa. Y así debería ser toda relación entre adultos.

Acompañé el tratamiento tradicional de quimioterapia con mucho, mucho, mucho aceite de cannabis. Lo ridículo es que me lo tenga que fabricar yo mismo o comprarlo en un mercado “gris”, porque los burócratas del gobierno anterior hicieron una pésima ley y los burócratas de este gobierno no terminan de enmendar la plana. Mientras tanto, miles de personas con cáncer, con fibromialgias, con Parkinson, con epilepsia o dolores crónicos de la más diversa índole, o se embroman o pagan fortunas por remedios importados que perfectamente pueden producirse en Uruguay al décimo de su valor y con iguales niveles de calidad. Ya es hora de terminar con tanta burocracia e hipocresía.

Es importante pasar estos trances acompañados de amigos y familiares. Pero tengan en cuenta que la mejor compañía serás tu mismo. Por suerte pude reencontrarme con quien estuve mucho tiempo distanciado y hoy es mi mejor amigo: me reencontré conmigo mismo.

En cuanto a la familia, verán la importancia de los que están presentes y también de aquellos que ya no están pero nos acompañan desde siempre. Allí aparecerán los recuerdos, las alegrías vividas, los consejos y las frases de aliento. Todo recobra sentido.

Hablando de familia y para terminar, quiero compartir con ustedes este poema que acompañó a mi querido tío Alberto en sus largos años viviendo en Venezuela, uno de los tantos emigrantes uruguayos que vivieron los altibajos en los negocios y los altibajos emocionales que trae la distancia con sus seres queridos. 

Cuando a él le detectan un cáncer de páncreas, decidió venirse a operar a Uruguay. Pudo haberse operado en Estados Unidos, mucho más cerca del éxito, pero más lejos de sus afectos. Murió a mi lado. Pero antes de hacerlo, me dejó este poema de Almafuerte que llevaba siempre consigo. Era un pequeño trozo de papel  de un recorte del diario El Día de los domingos. Me contaba mi tío que este poema le había ayudado mucho para mantenerse erguido en esos momentos aciagos, donde nada parece tener solución. A él le sirvió y a mi también. Por eso lo comparto con ustedes, con la esperanza que también les sirva para nunca bajar los brazos y comenzar un año nuevo, con una vida nueva. Y dice así:

No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.

Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde intrepidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.

Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora…

¡Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!


viernes, diciembre 24, 2021

Argentina y Chile: cuando las bardas de tus vecinos veas arder…


Argentina y Chile: cuando las bardas de tus vecinos veas arder…
por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 23 de noviembre de 2021.

Mauricio Macri y Sebastián Piñera. Ambos empresarios millonarios. Ambos ex presidentes de Argentina y Chile. Ambos supuestos neoliberales. Ambos perdieron el poder en manos de populistas peronistas y comunistas. Ambos pusilánimes. Ambos que nunca dieron la batalla que debieron dar: la batalla de las ideas contra la hegemonía cultural de la izquierda.

Tanto Macri como Piñera ganaron holgadamente las elecciones cuando fueron electos presidentes; en gran parte porque se beneficiaron del “voto castigo” a las políticas socialistas que generan (siempre) restricciones al comercio, regulaciones absurdas, ineficiencias, subsidios, endeudamiento, inflación o déficit fiscal. Pero no tuvieron ni la visión, el compromiso, el conocimiento o el coraje, para hacer las reformas pro mercado y pro libertad, que son las que – a la postre- generan prosperidad. Por eso perdieron.

Ambos quisieron ser “políticamente correctos”, queriendo agradar al discurso hegemónico de la izquierda gramsciana en favor de la “igualdad” (a prepo), de las políticas de género, del ambientalismo, del Estado presente, del feminismo, del globalismo y del “quedate en casa”. Pensaron que con esta política de “apaciguamiento” ganaban paz política-sindical y hasta capaz captaban algún voto “por izquierda”. Ambos se equivocaron feo.

Ninguno de ellos se trazaron objetivos como los que sí se trazó Cayetana Álvarez de Toledo los cuales explicita en su libro Políticamente indeseable: “Mi segundo objetivo (…) era acabar con la presunta superioridad moral de la izquierda y con el síndrome de Estocolmo de la derecha”.

El síndrome de Estocolmo es un extraño fenómeno donde la víctima desarrolla un vínculo positivo hacia su victimario, trátese de una situación de secuestro, esclavitud, abuso sexual o similares y también lo vemos en política: los demócratas, ceden ante los totalitarios; los empresarios, ceden ante la lucha de clases y los honestos, ante los corruptos. 

La semana pasada citábamos parte de la presentación de la ex ministra de finanzas de Nueva Zelanda, Ruth Richardson, con motivo de su visita a Uruguay en el año 2000, donde nos reclamaba un inexistente (hasta hoy) “sentido de la urgencia” y que para salir de la situación de estancamiento congénito de Uruguay (siempre a mitad de tabla) se necesitaba que “todos los actores acepten su responsabilidad”.

Por “todos los actores” refería no solo a los políticos, sino también a los empresarios, los académicos, los intelectuales, los sindicalistas y los ciudadanos comunes y corrientes. 

Entre esta variopinta fauna, los empresarios tienen un rol protagónico que no se animan a asumir: son los verdaderos y únicos creadores de riqueza y empleo genuinos. Son los que tienen las ideas, los que arriesgan su dinero para llevarlas a cabo, los que caen y vuelven a levantarse, los que persisten, los que innovan, los que exportan y los que contratan empleados quienes, por carecer de tales talentos y virtudes, no desarrollan un proyecto propio. 

Los empresarios son verdaderos benefactores de la sociedad, siempre que jueguen con las reglas del libre mercado, donde la única manera de ganar dinero es sirviendo a los demás con bienes de mejor calidad y menor precio, intercambiando valor por valor y no valor por necesidad.

Lamentablemente los empresarios en Uruguay se tragaron el cuento de la lucha de clases, de la explotación del hombre por el hombre, de su egoísmo y su inferioridad moral ante el reclamo de los “más débiles”. Asumen pasivamente que son el lobo al que hay que abatir o la vaca que se deja ordeñar, pero nunca yerguen su cabeza por sobre las masas, ni le dicen al mundo en fuerte y orgullosa voz lo que verdaderamente son: “el caballo que tira del carro”.

Las bardas de nuestros vecinos arden. Las nuestras arderán más temprano que tarde. Debemos dar la batalla cultural por las ideas de la libertad, el libre mercado, la competencia y la meritocracia. Los empresarios tienen mucha agua para prevenir este incendio. ¡Qué lo hagan!




Nueva Zelanda vs. Uruguay: unidos por un abismo.


Nueva Zelanda vs. Uruguay: unidos por un abismo.
por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 16 de diciembre de 2021.

Uruguay y Nueva Zelanda tienen muchas cosas en común: la superficie territorial, se ubican en similares paralelos, tienen una economía de base agroexportadora, turismo y servicios, una población chica (ellos 5 millones, nosotros 3,5 millones) y una sociedad amigable (friendly, dirían los kiwis). Si bien nos une todo esto, también nos separa un abismo en la manera de gestionar la cosa pública.

Es mentira que Nueva Zelanda figura en los primeros lugares de cuanto ranking internacional se lo mida porque ellos son sajones y nosotros latinos. Este pensamiento es totalmente reactivo, es creer que nuestro presente y futuro están determinados por los genes de nuestros antepasados. Siendo así, ¿estamos condenados a chapotear en la mediocridad por los siglos de los siglos?

En Nueva Zelanda (aun siendo sajones) también gobernaron su país “a lo latino”: un Estado pesado, empresas públicas ineficientes, exceso de regulaciones al comercio, economía cerrada al mundo, altos aranceles, subsidios, desocupación, déficit fiscal y deuda pública. Supongo que todo esto le suena más que familiar. Pero ¿cómo lograron romper este nudo gordiano?

A mediados de los años 80, cuando Inglaterra ingresa a la Comunidad Europea, a Nueva Zelanda se le empiezan a complicar las exportaciones a su madre patria. Eso lleva a que políticos, empresarios y sindicalistas se dieran cuenta de que con ese sistema pseudosocialista no iban a llegar a ningún lado. Y emprendieron una reforma brutal.

Achicaron el Estado en serio. Cuentan que en el Ministerio de Transporte había más de 2.500 empleados y un año después de iniciada la reforma quedaban menos de 100. Terminaron con los subsidios a tambos chicos e ineficientes, lo que llevó a muchos tamberos a vender sus establecimientos y buscarse nuevas maneras de ganarse la vida. Con las reformas, pensaron que iban a quebrar el 10% de las empresas, pero la cifra final no llegó al 1%. El PBI per cápita creció de 8.000 dólares a 35.000 dólares entre 1980 y 2015.

Bajaron los impuestos, flexibilizaron el mercado laboral y se abrieron a competir con el mundo. Estas reformas pueden ser tildadas perfectamente de “neoliberales”, pero lo paradójico es que las impulsó el Partido Laborista, de la mano de Roger Douglas y Ruth Richardson (que se conocen como la era de las “Rogernomics”)

La reforma del Estado no solo consistió en achicarlo, sino en profesionalizarlo. Aprobaron leyes como la State-Owned Enterprise Act o la Public Finance Act, que establecieron criterios de selección y evaluación de los jerarcas estatales con los mismos criterios que aplican las empresas privadas: si logran las metas, se les renueva el contrato y cobran bonus; si no, afuera.

Que suceda esto en Uruguay parece imposible. Estamos acostumbrados a ver sentados en los directorios de las empresas públicas a cualquier mequetrefe, cuyo mayor mérito es haber juntado algunos votos o doblado muchas listas en el comité barrial. Pero de Key Performance Indicators (KPI), competencias de gestión y resultados tangibles mejor no hablamos.

Nueva Zelanda es el país donde es más simple hacer negocios. Figura como número 1 en el ranking Doing Business del Banco Mundial, que evalúa todos los trámites, costos y tiempo que insume abrir una empresa, obtener permisos de construcción, contratar o despedir trabajadores, pagar impuestos y hasta cerrar la empresa. Uruguay figura en el lugar 101 de 192 países rankeados.

Pero lo más triste es que desde hace 20 años la situación permanece incambiada: Nueva Zelanda siempre ubicada entre los tres primeros lugares y Uruguay siempre a mitad de tabla.

Lo que hay que entender es que si facilitamos el hacer negoci



os, inmediatamente mejoran todos los demás indicadores: ingreso per cápita, calidad de vida, transparencia, educación, empleo, seguridad interior y hasta el índice de felicidad.

El ejemplo que se debe seguir es claro: Nueva Zelanda. No es Cuba, ni Venezuela ni Argentina. El camino también es claro: se sabe qué reformas han dado resultado y cuáles no.

El no hacer estos cambios no es por falta de dinero, sino por falta de visión, de convicción o de coraje. O de las tres juntas. Si es cierto que las nubes pasan y el azul queda, también es cierto que las oportunidades pasan y el abismo queda. 

El momento del cambio es ahora. Ahora, o probablemente nunca.









miércoles, diciembre 08, 2021

¡CALLEMOS! HABLA CAYETANA.


¡CALLEMOS! HABLA CAYETANA.

por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 9 de diciembre de 2021.


Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos (1974). Argentina-española-francesa. Nació en cuna de oro. Se formó en los mejores colegios de Buenos Aires e hizo un doctorado en Historia en la Universidad de Oxford. Fue periodista. Hoy hace política desde el Partido Popular y es diputada por Barcelona. Es inteligente y autónoma. Es mujer. Es liberal. Por todo esto es “políticamente indeseable”.

Políticamente indeseable es el título del libro publicado recientemente por Cayetana, donde nos cuenta de su vida a través de los capítulos que vinculan su actividad laboral con una serie de valores y posturas políticas sobre la identidad, la xenofobia, el apaciguamiento, el tacticismo o la sumisión y también capitula sobre la empatía, la afirmación de valores y la interpelación a la acción.

No voy a reseñar este libro (cosa que acaba de hacer nada menos que Mario Vargas Llosa), pero sí me quiero detener en un intercambio de twits con uno de los tantos uruguayos invadidos de zurdopatía igualitarista. 

Cuando comento en las redes que compré el libro de Cayetana, digo que es “una mujer que tiene los cojones bien puestos y las neuronas volando … (y por lo tanto) no necesita leyes de género, ni cuota partidaria, ni feminismo (para ocupar cargos). Le sobra talento”.

Y aquí viene la andanada de argumentos pueriles y gastados para descalificarla: “Esa mujer nació siendo sucesora a un Marquesado, descendiente de nobles e ilustres, fue educada en el mejor colegio de Buenos Aires y llevó su carrera universitaria en Oxford: así nadie necesita cuotas ni feminismos para llegar a ser influyente. Qué gracia”.

Mi respuesta fue que habiendo nacido con esos blasones y ese dinero, bien pudo dedicarse a gastarse una buena vida; sin embargo decidió estudiar y hacerse un lugar en el duro mundo de la política. Y también comento que hoy en día no es imprescindible ir a Oxford para adquirir saber, sino que con ganas y voluntad, puedes hacerte experto en casi cualquier campo, simplemente recurriendo a la información pública y gratuita que ofrece la web.

Reconoce el twitero que sí, que se pudo haber quedado en su casa, “pero una vez que salió la tuvo mucho más fácil que tantas mujeres”. Ante este “pero”, yo le consulto si acaso “el Canario Luna no la tuvo “más fácil” en su carrera artística al haber “heredado” esa voz privilegiada. O si él mismo (un hombre joven y sano) no la tiene mucho más fácil que yo, que vengo luchando contra dos cánceres”.

Le sugerí hacer un poco de “justicia social”, ya que me parece muy injusto “que los sanos sean cada vez más sanos y los enfermos seamos cada vez más enfermos”, para lo cual sugerí “repartir” mejor nuestras “riquezas sanitarias”, así yo me quedo con parte de su salud y él con parte de mis cánceres. No contestó.

Bajo la atractiva premisa de “que pague más el que tiene más”, olvidamos entender por qué tiene más el que tiene más, y esto es (en el 80% de los casos) porque las personas que tienen más estudiaron más, planificaron más o arriesgaron más y lo hicieron así porque son mas: más curiosos, más responsables o más emprendedores.

Es lo que recoge con tanta sabiduría liberal el artículo 8 de nuestra Constitución de la República que reza: “Todas las personas son iguales ante la ley, no reconociéndose otra distinción entre ellas sino la de los talentos o las virtudes”.

Los liberales no creemos en la igualdad, porque sí creemos en el individuo. Y cada individuo es diferente de otros en sus gustos, deseos, preferencias, talentos recibidos y virtudes practicadas. Por eso, todos tendremos resultados diferentes al final de la carrera de la vida.

Lo que si abogamos los liberales, es que las personas puedan tener similares oportunidades en el arranque, en especial en la educación, donde nadie quede sin conocimientos básicos para construirse su propio futuro y no puedan hacerlo porque sus padres no tienen dinero, no creen en el estudio o no fomentan buenos hábitos. 

Pero luego, una vez dentro del salón de clases, será responsabilidad de cada uno atender o no al profesor, sacar buenos o malos apuntes, tener la disciplina de estudiar o la actitud de querer superarse.

Pensar -como piensa cerca del 70% de los uruguayos- que los ricos lo son porque heredaron, tuvieron suerte o se aprovecharon de otros, es un gran freno a emprender, a valorar a los que sí saben crear riqueza y además, nos llena de odio y frustración. Hete aquí el caldo de cultivo de las ideas socialistas.

Dice Cayetana:

"Como periodista y política, he vivido la declinación española, capítulo a capítulo. Sé hasta qué punto la mediocridad y el sectarismo han erosionado las instituciones. He visto a los medios de comunicación deslizarse por la pendiente de las junk news y a la sociedad entregarse al victimismo y la irracionalidad."

"Durante un año y medio luché contra lo indeseable en la política hasta que me convirtieron en políticamente indeseable. Desde esa condición, la del hombre en la arena, que, con el rostro cubierto de sangre, sudor y polvo, políticamente derrotado, afirma: «Que por mí no quede», me reafirmo en mis esperanzas … de acabar con la presunta superioridad moral de la izquierda y con el síndrome de Estocolmo de la derecha”.

Es con este talante, de saberse derrotado ante las masas, pero convencido de que estás haciendo lo correcto, que hay que dar la batalla cultural. Y escuchar a los más sabios -no a los más elocuentes- nos ayudará a reafirmarnos en nuestras propias esperanzas. 

Por eso, callemos. Habla Cayetana.





jueves, noviembre 25, 2021

Vacunas, miedo y dinero


VACUNAS, MIEDO Y DINERO.
por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 25 de noviembre de 2021.

No soy anti vacunas (me aplicaron 4 dosis). No creo en confabulaciones internacionales que organizan “experimentos sociales”. No creo en brujas. Pero que las hay, las hay.

Hay una sola cosa que sí es cierta: en casi todo el mundo se ha exagerado -hasta los límites del ridículo- la forma en que se ha comunicado el avance del virus y la aplicación de muchas medidas restrictivas de la libertad individual que se han tomado. 

Gabriel Pereyra lo expresó claramente desde Búsqueda al escribir su columna “Confesión de un periodista avergonzado”  donde reconoce haber ejercido una suerte de censura a quienes tenían una posición contrataría a la vacunación, o, al menos, dudaban (con fuertes fundamentos científicos), sobre si las vacunas eran tan benditas y sanadoras como nos las presentan.

Si así fuera, ¿por qué luego de recibir cuatro dosis, aún me exigen hacer un test de PCR (que cuesta unos U$S 100 cada uno) para salir y volver al país? ¿No era que las vacunas iban a acelerar la “inmunidad de rebaño” y así reducir los tiempos de encierro por cuarentenas obligatorias y evitar miles de muertos? Parece que no.

Los resultados que se están viendo (en muertos cada 100.000 habitantes) no son tan diferentes entre países que aplicaron distintas estrategias para combatir el virus, ya sean países como Argentina (que obligó a una cuarenta extensísima que destruyó aún más su ya endeble economía) u otros que vacunaron masivamente (como Uruguay o Israel) vs. los que no vacunaron tanto (sea porque dejaron más libertad de elección o porque no tenían dinero para comprar las vacunas).

Lamentablemente la información suministrada por gobiernos y agencias internacionales, tampoco ha sido muy transparente, incluso en Uruguay hay sentencias que obligan al MSP a dar cierta información pública y otra sentencia que anula ese fallo. 

Organismos como la Organización Mundial de la Salud o los centros de control en Estados Unidos y Europa, han ejercido una enorme presión sobre médicos y hospitales para que registren como muerte “por Covid” (no sólo “con Covid”), situaciones inverosímiles, como una persona que muere de un balazo, pero como tenía Covid, su certificado de defunción deja la bala a un costado y pasa a engrosar las estadísticas de muertes por el virus.

Lo mismo sucede cuando los noticieros informan de las muertes diarias: ponen el énfasis en la cantidad de muertos, pero no detallan demasiado si se trata de ancianos de 95 años con comorbilidades previas, o de personas que estaban inmunodeprimidas por un doble trasplante y con las defensas totalmente bajas.

Todo esto genera miedo. Y el miedo vende. Vende vacunas, vende periódicos, vende publicidad y vende bien a los políticos que “nos cuidan” desde el “Estado paternalista”. Para muestra este botón: el desastroso presidente argentino Alberto Fernández, llegó a tener más del 70% de aprobación cuando tenía a toda la población encerrada bajo la consigna “yo te cuido”. Gracias, Alberto.

¿Quién romperá este nudo gordiano? Seguramente no lo harán los laboratorios que venden estas vacunas y están facturando miles de millones de dólares. No lo harán las compañías aéreas que transportan esas vacunas, ni las empresas de logística que las distribuyen, ni los que venden los freezers, ni los que hacen los test de PCR, ni los empleados de todas esas empresas que necesitan trabajar y sus familias, ni los periodistas que se guían por la máxima good news, no news y menos aún lo harán los políticos que se muestran a diario como héroes sin capas.

Ahora quieren vacunar masivamente a los menores de 12 años, cuando -por ejemplo- en Suecia y Dinamarca suspenden la vacunación en este segmento debido al riesgo de inflamación cardíaca. Y aquí en Uruguay el diputado Eduardo Lüst pide públicamente más información, ya que “siete profesores de la Facultad de Medicina, integrantes del Comité de Farmacología de la Sociedad Uruguaya de Pediatría, `no consideran oportuno ofrecer una vacuna aprobada para uso de emergencia de forma universal en menores de 12 años”, según publica en su Twitter.

En un pasaje del libro (y la película) El nombre de la rosa, de Umberto Eco, donde fallecían misteriosamente varios sacerdotes por querer acceder al conocimiento, el investigador de tales muertes (interpretado por Sean Connery), tiene este diálogo con un miembro muy conservador del convento que no quería que leyeran comedias divertidas porque “la risa mata el miedo y sin el miedo no puede haber fe, porque sin miedo al Diablo, ya no hay necesidad de Dios”.

Sin este miedo cuasi irracional al virus, el dios Estado tendría menos poder. Y tampoco lo tendría el dios Don Dinero. 

Yo no creo en brujas. Pero que las hay, las hay.




viernes, noviembre 19, 2021

La murga no es Uruguay


La murga no es Uruguay

por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 18 de noviembre de 2021.

El slogan de campaña del Frente Amplio y el PIT-CNT “La LUC no es Uruguay”, sabemos que es una consigna falsa, mentirosa y manipuladora. En cambio, la frase “La murga no es Uruguay”, se acerca mucho más a la realidad.

El carnaval uruguayo ha dejado de ser -hace décadas- una fiesta popular para transformarse en una plataforma populista que sigue los lineamientos de Antonio Gramsci, teórico marxista italiano quien sostenía que “la única forma que tenemos para hacernos del poder como comunistas, no es lo que hizo Marx. Nosotros debemos infiltrarnos en la sociedad, en la iglesia, infiltrarnos dentro de la comunidad educativa, lentamente, e ir transformando y ridiculizando las tradiciones que se han sostenido históricamente, a fin de ir destruyéndolas y formando la sociedad que nosotros queremos”. Más claro, échele agua.

Días pasados, la murga Cayó la cabra se pasó de la raya, pretendiendo hacer humor (negro) con la muerte del Dr. Jorge Larrañaga, cantando: “Hay orden de no aflojar, fue la promesa de Larrañaga, que hasta último momento, la militaba. Aún no se sabe mucho de su partida inoportuna; lo que todo el mundo sabe, es que estaba en una “.

Además de no ser nada gracioso (como la inmensa mayoría de las letras carnavaleras, cada vez más simplotas, más lineales, más para tontos espectadores que nunca reirán con el humor fino de Les Luthiers), este pasaje generó enormes críticas y desprecio público (al menos del público sensato, que todavía queda). Estos son algunos comentarios recogidos en la prensa y las redes sociales por parte de periodistas, políticos, profesionales y gente común:

  • “Los `mugreros´ (en vez de murguistas) hace 5 años se divertían con la muerte de Jorge Batlle, hoy con la de Larrañaga. Lo que nunca cambió: siempre subsidiados y premiados con impuestos”.

  • “¿Habrá este año fondos públicos para financiar la burla y el escarnio a un gran uruguayo como lo fue Jorge Larrañaga? Porque sería aberrante que, además de todo, esta inmundicia sea financiada con fondos públicos”. 

  • “Si el carnaval es tan bueno, que se financie solo. No tenemos por qué financiar con nuestros impuestos a falos músicos que hacen militancia con su “arte”.

  • “El gremio del carnaval sale a defender (a Cayó la cabra) argumentando que 'se vale todo´ porque así es el humor y el 'arte popular´. No señores, así son ustedes, odiadores seriales, sembradores de resentimiento. Y en su idioma los voy a calificar con un término bien `popular´: son unos ´terrajas”.

  • “¿No les parece raro que no haya humor sobre los desaparecidos, o los femicidios, o las violaciones o los abortos? … ¡Qué se yo!, si dicen que en el Carnaval `se vale todo”.

  • “Son sencillamente despreciables”. 

  • “¡Qué lo parió! Se fueron al carajo. Y para variar, siempre para el mismo lado”.

El Dr. Rafael Gibelli lo resume muy bien en un post: “Como los políticos, como los chorros, como todos los que se han criado en este bendito suelo de la actualidad, paridor de malditos y otros condenados, los murguistas son fiel reflejo del repollo del que han salido. No hay códigos, o mejor dicho, hay otros códigos que la mayoría de los decentes no llegamos a comprender. Ellos comparten los valores de la chusma, del villano, del ambiente prostibulario o cerril; la risa travestida en risotada y los dientes limpios, en agujeros donde sólo caben las caries.”.

Con este mismo espíritu de bajeza, los murguistas parecen haber bajado de los tablados y subido a defender la LUC con argumentos tan o más burdos que este desagradable “salpicón”. 

Es hora de poner coto a estos desmanes, ya que “Lo incorrecto es incorrecto, aún cuando todo el mundo lo esté haciendo. Lo correcto es lo correcto, aún cuando nadie lo esté haciendo”.


El agujero negro del BPS


El agujero negro del BPS
por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 11 de noviembre de 2021.

El Banco de Previsión Social (BPS) está nuevamente fundido. Lo fundieron los políticos “generosos con plata ajena”, el principio de “solidaridad intergeneracional” y la concepción socialista (que predomina en todas las tiendas políticas y sociales) del tan mentado “Estado presente”.

Veamos algunos datos:

  • el BPS tiene un déficit anual de unos 650 millones de dólares que lo cubre con aportes que le llegan del Poder Ejecutivo (es decir, de los impuestos que pagamos los ciudadanos en cada compra o en cada transacción y van a la bolsa de “rentas generales”).

  • Recauda más de 8.000 millones de dólares, pero solo destina un poco más del 30% al pago de jubilaciones, el restante 70% se va en salarios, gastos de funcionamiento y en pagar “prestaciones sociales”: seguros de salud, seguro de paro, subsidio para lentes y para prótesis, equinoterapia, asignaciones familiares, plan de equidad, subsidio por maternidad y paternidad, subsidio por expensas funerarias, pensión a víctimas de delitos violentos, vacacionales para jubilados, cursos y talleres sobre cultura y recreación, turismo social para adultos mayores o paseos diarios y algunos otros.

  • En las últimas elecciones del 2016, el voto en blanco, los anulados y las abstenciones fueron los “candidatos” más votados. Entre los empleados, ganó el candidato del PIT-CNT con apenas el 39,2% de los votos mientras los votos en blanco y anulados fueron el 41,7%. En jubilados, hubo un 42,7% de abstenciones y entre los empresarios hubo un solo candidato que ni lo votaron los propios, ya que el 50,6% votaron en blanco o anulado.

  • El directorio del BPS está compuesto por siete miembros: cuatro nombrados directamente por el Poder Ejecutivo y tres representantes “sociales”. Los directores son todos políticos, algunos con muy buena formación en el tema y otros que tocan de oído. Pero como políticos o gremialistas que son, les encanta inventar cada día nuevos beneficios para agradar al público y conseguir votos (y en 10 años veremos si hay plata para pagar la fiesta).

    Por eso ahora la comisión de expertos que se creó para analizar y proponer cómo desactivar esta bomba de tiempo, probablemente repita la vieja “solución”: hay que trabajar más años (y jubilarse a los 65 años en vez de a los 60), hacer más aportes o aumentar impuestos para seguir subsidiando este agujero negro.

Para desatar este nudo gordiano, el movimiento Un Solo Uruguay respalda la candidatura de tres de sus miembros a los distintos órdenes para las elecciones obligatorias del próximo domingo 28 de noviembre. Eso es cosa buena.

Pero la gran verdad, es que las elecciones de candidatos sociales a integrar un directorio en minoría son un fiasco; un saludo a la bandera para mostrarle al mundo cuánto abusamos de los mecanismos democráticos para obtener resultados muy pobres.

Vean si no sucede casi lo mismo con las elecciones universitarias (con altísimos porcentajes de voto en blanco en todos lo órdenes) o las elecciones en la Caja de Jubilaciones y Pensiones de Profesionales Universitarios (CJPPU), una institución que parece estar más bien conducida por analfabetos iletrados que por expertos letrados.

Un Solo Uruguay ha irrumpido en escena para proponer cosas “a contrapelo”, ir contra lo políticamente correcto y decir las cosas que a muchos molestan. Gobierne quien gobierne.

Esperemos que los candidatos de este movimiento de “autoconvocados” hagan lo que hay que hacer. Y estando a sus antecedentes, guardo esperanzas de que lo harán.

HEGEMONÍA


HEGEMONÍA

por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 4 de noviembre de 2021.

En mi vida he leído muchos libros, pero pocos me han hecho pensar, reflexionar y ayudarme a revisar mis propios paradigmas por otros mejores. HEGEMONÍA, el libro de Federico Leicht,  es uno de ellos

HEGEMONÍA es un libro que corre el velo que nos han puesto durante años de prédica estatista y nos impiden ver la realidad, sin relatos ni edulcorantes. 

HEGEMONÍA deja al desnudo el relato dominante, del discurso políticamente correcto,  de la cultura “zurdópata” (como el autor la define) y nos hace ver que todo el entramado de políticas, ONG´s, minorías que se sienten discriminadas o el lenguaje inclusivo, van socavando las bases de la moral de Occidente y se traduce en una verdadera batalla cultural.

Una batalla por las ideas, pero sobre todo, una batalla por los valores; los valores de la democracia, la república, el mérito, el esfuerzo, los derechos individuales, la propiedad privada y en especial, la libertad, la libertad de buscar tu propia felicidad.

Al caer el Muro de Berlín en 1989, (esa obra que simboliza el fracaso del comunismo y el socialismo en lo político, lo económico, lo cultural, lo social y lo moral), la izquierda sale a crear un nuevo “relato”, a buscar nuevos enemigos y también nuevos aliados.

Se crea el Foro de San Pablo para aplicar la receta de Antonio Gramsci: no ir a la guerra, sino copar las instituciones democráticas, en especial, la educación, siguiendo por los sindicatos, organizaciones no gubernamentales defensoras de causas “justas”. Esa es la verdadera revolución, sin disparar una sola bala.

A través de este “relato” y con el uso del lenguaje, van construyendo nuevas realidades, la llamada “posmodernidad”. Es que las palabras no son inertes, las palabras crean imágenes en nuestra mente y esas imágenes conducen a la acción, sea por el camino correcto o el errado. 

Esto va creando una post verdad, una suerte de universo paralelo similar a la novela 1984 de Orwell, donde frases como: “La guerra es la paz”, “La libertad es la esclavitud” o “La ignorancia es la fuerza”, pasan a ser aceptadas pacíficamente.

A partir de allí, el terreno está fértil para germinar las semillas el odio, el miedo, el resentimiento y así buscar en el Estado el amparo que nos hicieron creer, no podemos generarnos nosotros mismos.  

Por lo tanto, bajo este esquema, el verdadero poder no está en quien detenta los cargos, sino en quien maneja el lenguaje, quien logra imponer (aún con la mentira) una superioridad moral que los hace inmunes a cualquier fracaso, a cualquier error, a cualquier atropello.

HEGEMONÍA nos hace ver que hemos sido domesticados y hoy nos comportamos más como corderos que como leones. Por eso HEGEMONÍA es también un libro que educa. Y como dice Herbert Spencer: “Educar es formar personas aptas para gobernarse a sí mismas y no ser gobernadas por los demás”

Para algunos, HEGEMONÍA puede resultarles un libro apocalíptico, pero no lo es. Lo mismo decían de Ayn Rand y su La Rebelión de Atlas, escrita en 1957 en plena guerra fría, donde la hoy llamada “brecha” ya estaba instaurada entre los saqueadores y los productores, entre los que viven de su propio esfuerzo y los que viven del esfuerzo de los demás, entre los que comercializan valor por valor y los que mendigan valor por necesidad.

Por eso Ayn Rand dice: “Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino, por el contrario son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada.”

HEGEMONÍA es un libro que nos invita a la reflexión, pero también a la acción. 

Las batallas no se ganan en un escritorio, sino en el terreno. Y el terreno de la batalla cultural que ellos han elegido, es en el lugar de trabajo, de estudio, en los medios de comunicación, en la familia, en un cumpleaños o en una reunión entre amigos.

Federico Leicht ya hizo su trabajo al poner este libro en nuestras manos y en nuestras mentes.  Ahora nos toca a nosotros hacer el nuestro y difundirlo, porque “Para que triunfe el mal, solo es necesario que los buenos no hagan nada”. Edmund Burke.



jueves, octubre 28, 2021

¿POR QUÉ ES TAN CARA LA VIVIENDA EN URUGUAY?


¿POR QUÉ ES TAN CARA LA VIVIENDA EN URUGUAY?
por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 28 de octubre de 2021.


El principal culpable de que la vivienda sea tan cara en Uruguay, es, no lo dude, el Estado.

Para empezar, el precio del cemento portland se fija sobre la base del precio de venta que pone Ancap, y como Ancap tiene costos altísimos (por sus propias ineficiencias, exceso de empleados públicos, baja productividad y pérdidas acumuladas durante veinte años) el precio de venta también es caro. 

Esto hace que los competidores (que tienen mayores eficiencias y ganan dinero todos los años) fijan sus precios a la par de Ancap o apenas por debajo, ya que no tienen necesidad de bajar precios para ganar cuota de mercado. Ergo, todo el cemento es más caro.

En un completo informe presentado por el diario El País  el pasado 17 de octubre, el mercado se divide así: “Cementos Artigas (propiedad de la española Cementos Molins y la brasileña Votorantim) 45%, Cementos del Plata (propiedad de Ancap), 43%; Cementos Charrúa (Cimsa, propiedad de Diego Lugano y Diego Godín que lo traen de Turquía), con 8% y la Compañía Nacional de Cementos (5%, que no produce y vende Cementos Artigas)”.

Ahora se suma un nuevo actor: Cielo Azul Cementos y Calizas (pertenece a Intercement del Grupo Camargo Correa) que acaba de inaugurar una moderna planta de cemento en Treinta y Tres con capacidad de 600.000 toneladas al año, lo que lleva la capacidad anual de la industria de 1.020.000 toneladas a 1.620.000 toneladas este año.

El costo de la mano de obra es otro factor que encarece el metro cuadrado de construcción. El famoso “aporte unificado” al BPS (que incluye aportes, licencias, etc.), es cercano al 80%; es decir, si un obrero cobra $1.000 en la mano, el costo para el comprador es de más de $1.800. Pero lo peor no es el costo directo, sino la baja de la productividad. Hablas con cualquier constructor o arquitecto y te dirán que años atrás un empleado levantaba "x" metros cuadrados de pared en un día y hoy hacen un 30% menos. El objetivo de los sindicatos es “meter gente en las obras”, no importa si luego sus propios miembros del sindicato pueden pagarse una “vivienda digna” o no.

El financiamiento tampoco ayuda. Los mecanismos legales para financiar viviendas son poco dinámicos. La ley 16.760 (fines de los 90) terminó con el monopolio del Banco Hipotecario del Uruguay para financiar edificios “en el pozo” bajo la ley de propiedad horizontal, permitiendo que los bancos privados financiaran la obra y luego al propietario a 15 o 20 años. Esto fue un gran dinamizador del sector.

Pero hay que usar otros mecanismos como hay en Chile (el mutuo hipotecario) donde cada día los bancos llevan a la bolsa de valores las ofertas para fondear a sus clientes a largo plazo y esos papeles los compran las administradoras de fondos jubilatorios (AFP), fondos de inversión, compañías de seguro o similares.

Los fideicomisos se utilizan mucho para financiar viviendas en varios países de la región, como Argentina,  Chile y hasta Paraguay, siendo un instrumento muy flexible y de costos de implementación relativamente bajos y con garantías para todas las partes: el constructor, el financiador y el comprador.

La justicia lenta también encarece el costo de la vivienda. Si un promitente comprador o un inquilino no paga en fecha, el proceso judicial para recuperar la propiedad es lento y caro. Por lo tanto, si alguien invierte para revender o alquilar ya calcula un costo estimado para el caso de  incumplimiento. Por eso hace bien la L.U.C. en permitir “desalojos express” cuando no hay garantías de alquiler.

La ley de “vivienda de interés social” eliminó algunos impuestos a la construcción y comercialización de inmuebles, pero no veo que eso haya bajado los costos del metro cuadrado, sino que más bien canalizó muchas inversiones de argentinos (huyendo -una vez más- de la debacle de su país) y buenas ganancias para los promotores. Pero un apartamento muy simple, cerca del Parque Posadas, se termina vendiendo a más de U$S 2.500 con “interés social”. Sin éste, el precio superaría los U$S 3.000.

Otro factor que encarece es la intervención obligada de Escribanos, quienes basados en su sagrado arancel, cobran un 3% más IVA por la escritura, cuando hoy, la tecnología blockchain podría eliminar su participación en la mayoría de los casos y registrarse la propiedad (con todas las garantías) por centavos.

Los impuestos también juegan su rol. El Impuesto a las Trasmisiones Patrimoniales (1,5% del precio de venta), el Impuesto a la Renta de las Personas Físicas (I.R.P.F.) por la “ganancia” entre el precio de compra y el de venta, más el IMESI a los préstamos hipotecarios y otros impuestos menores más, hacen que uno pierda entre un 7% y un 10% cada vez que se quiera mudar. De hecho, Uruguay es uno de los países con menor tasa de movilidad del mundo (la gente se muda pocas veces en sus vidas).

Para terminar, no podemos dejar de mencionar los costos y tiempos perdidos en gestionar permisos de construcción y obtener el famoso “final de obra” (que a veces dura años), lo cual llevó al Senador Oscar Andrade (además, ex presidente del SUNCA, sindicato de la construcción), a construir su casa “en negro” arguyendo que no tenía el dinero para formalizarla (lo que motivó mi columna “Media lanza por Andrade”.

Uruguay sigue con un déficit habitacional de unas 60.000 viviendas que perfectamente puede suplirse si se hacen los cambios citados, se incorpora tecnología de punta (como imprimir casas en 3D o robots que levantan una pared de ladrillos a la perfección) y no se despilfarra dinero en otras aventuras estatales. 

Para muestra este botón: el Ministerio de Vivienda junto con MEVIR están construyendo unas casas de madera en Rivera a razón de unos U$S 1.000 el metro cuadrado. Si las casas tienen 60 metros (3 dormitorios y dos baños), costarían unos U$S 60.000 cada una. Con las pérdidas acumuladas en Ancap de unos U$S 3.000.000.000, podemos construir 50.000 casas. Nada mal, ¿verdad?

Pero si el Estado sigue estorbando los acuerdos entre particulares y derrochando dinero a troche y moche, seguiremos pagando una vivienda cara y mendigando al Estado para que nos regale una.





 

CUMPLEAÑOS 90 DE ANCAP: NADA QUE CELEBRAR.


CUMPLEAÑOS 90 DE ANCAP: NADA QUE CELEBRAR.
por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 14 de octubre de 2021.

Ancap es el “relato” más mentiroso que los uruguayos nos venimos tragando desde hace 90 años. Nos hicieron creer que Ancap nos da “soberanía”, que “es nuestra”, que nos asegura el suministro de combustibles, que evita que los privados se “abusen” del consumidor, que fija precios “justos” para todo el territorio nacional, y que … que …. que. Todo patrañas.

Voy a citar casi textualmente una serie de posts subidos a Twitter por José Matonte, un patriota que se cargó a sus hombros el desafío de desnudar a este rey con pies de barro, con datos, cifras y argumentos sólidos que nadie ha podido rebatir con contundencia.

Durante su larga vida, Ancap abasteció de combustibles a toda la sociedad gracias al monopolio legal que administra y aún así, la fundieron durante la gestión frenteamplista.

Si Ancap no existiera y hubiera libre importación, el mercado (regional y mundial) nos hubiera suministrado todos los combustibles que necesitamos y en las cantidades justas. Como en su momento la refinería generaba excedentes de naftas, salieron a comprar la red de estaciones de Sol Petróleo en Argentina. Perdimos unos 300 millones de dólares en esa genial jugada.

Pero no fue la única empresa “satélite” que crearon. Se metieron en Alur, Carboclor, Gas Sayago, Cementos del Plata y otros emprendimientos que fracasaron o empardaron. Ninguna utilidad para los uruguayos de a pie.

Para lo que sí Ancap fue muy útil, fue para darle empleo y recursos a directores políticos, que usaron el ente para satisfacer sus caprichos y sus campañas electorales. También Ancap fue utilizada para ingresar amigos y correligionarios a engrosar la planilla de trabajadores al Estado, al punto tal que llegó a tener 11.000 funcionarios por los años `70.

En vez de “crear valor”, Ancap destruyó valor. Le quitó dinero del bolsillo de los uruguayos que cada uno de nosotros hubiéramos invertido en mejorar nuestras casas, en la educación de nuestros hijos, en renovar maquinaria para la empresa pyme o disfrutarlo en familia. Sin embargo, Ancap nos robó 3.000 millones de dólares por sobreprecios de los combustibles y otros 300 millones en pérdidas acumuladas en la División Portland, solamente durante los últimos diez o quince años. ¡¿Se imagina en 90 años el destrozo que hicieron?!

A nivel político solo se habla de cuánto perdería ANCAP si se desmonopoliza, pero no analizan cuánto ganarían los sectores productivos con combustibles más baratos y el derrame positivo que eso provocaría en resto de la economía. Veamos algunos ejemplos:

El comercio. En los departamentos de frontera (por diferencia de precios), se vende menos combustible que en el resto del país. Solo en naftas, se dejan 38 millones de dólares por año en los países vecinos.

La industria hace años que es menos competitiva por diversos factores, uno de ellos es por los sobrecostos energéticos.  Si la industria “prende sus motores” a pleno, es un sector que rápidamente puede volver a generar empleo. Pero preferimos mantener el monopolio.

El cultivo de arroz genera 48 empleos (chacra e industria) por cada 1.000 hectáreas, pero en los últimos años disminuyó 50.000 has el área sembrada. Tiene todo pronto para  volver a crecer rápidamente si los costos del gasoil bajaran.

La granja también genera mucho empleo.  Puede utilizar hasta 400 litros/ha de gasoil y muchos productores pequeños no descuentan IVA. Se les hace imposible competir con productos importados o transportar desde zonas alejadas.

Hay muchos más casos. Solo basta imaginar (en cualquier sector industrial o comercial) cómo mejoraría su actividad si el gasoil costara en el entorno de los 30 pesos por litro y la nafta 40. Y si el problema no es Ancap, sino los impuestos, entonces que cierren el Correo (que pierde 30 millones por año), el Inumet (que gasta otros 5 millones), AFE, el Fondes o 14 de las 19 intendencias. 

Para la inmensa mayoría de la sociedad no hay motivos para celebrar el aniversario de este ente que nos ha esquilmado con sobreprecios, con impuestos encubiertos y pérdidas millonarias. 

Los únicos que tienen motivo para festejar son los políticos que se valen de ella, sus trabajadores y un puñado de empresarios que viven a la sombra del monopolio 

Cierren de una vez por todas este monstruo insaciable. Y ese día sí, celebraremos como corresponde. 

¡Ancap delenda est!

 

ANTEL ARENA: ENTRE LO JURÍDICO Y LO POLÍTICO.


ANTEL ARENA: ENTRE LO JURÍDICO Y LO POLÍTICO.
por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 30 de setiembre de 2021.

La JUTEP (Junta de Transparencia y Ética Pública) se expidió sobre la auditoría que una empresa internacional hizo sobre la obra del Antel Arena, concluyendo que se habían violentado varios principios básicos que rigen la gestión y las contrataciones públicas: principio de transparencia (declararon reservadas y ocultas las actuaciones por 10 años), eficiencia (gastaron U$S 63MM más de lo previsto), eficiencia, publicidad, buena administración o el principio de legalidad. En resumen: un verdadero desastre en la gestión.

Para muestra estos pequeños botones: la obra se proyectó con un presupuesto inicial de unos 40 millones de dólares (que es lo que dicen costó el Movistar Arena en Argentina), pero terminó costando tres veces más: casi 120 millones de dólares. Y la valuación que hizo Price Waterhouse Coopers (PwC) es de tan solo 36 millones. ¿A dónde se fue el resto?

Prácticamente todos las compras se hicieron por el procedimiento de compra directa, no siguiendo la regla de la licitación pública, lo que motivó decenas de observaciones del Tribunal de Cuentas, las cuales fueron ignoradas. La primer y gran observación del Tribunal es que el Antel jamás debió haber construido este edificio ya que escapa al art 190 de la Constitución de la República que reza: “Los Entes Autónomos y los Servicios Descentralizados no podrán realizar negocios extraños al giro que preceptivamente les asignen las leyes, ni disponer de sus recursos para fines ajenos a sus actividades normales”. 

La auditoria internacional y la Jutep señalan que semejante proyecto se inició sin un presupuesto claro, ni un cronograma de avance de obras y ni siquiera un plan de negocios que demostrara la viabilidad de semejante inversión con dineros de los ciudadanos. De hecho, desde su inauguración hasta la llegada del Covid, “el proyecto perdió U$S 3.748.408” (esto son unas 150.000 vacunas Pfizer compradas a U$S 25 c/u).

Ante estos y otros desmanes, dos reflexiones. La primera es: ¿qué responsabilidad les cabe a las decenas de Gerentes, Jefes, asesores y empresas privadas que participaron de este despilfarro de recursos públicos? ¿Cómo puede ser que ni el Gerente General (que declara no conocer la existencia de un plan de negocios), ni el Gerente Financiero (que liberó fondos sin un control de avance de obras ni apego al presupuesto) o los responsables de controlar las obras, no hayan alertado o no hayan sido evaluados y suspendidos en sus cargos por tal mala praxis? ¿Qué creen que sucede en una empresa privada si a cualquier gerente un proyecto le termina costando tres veces más de lo previsto? 

Además, una vez constatada esta mala praxis y el daño causado a las arcas públicas, el Estado debería iniciar juicio civil a todos los funcionarios involucrados en una acción de repetición, prevista en la Constitución. Es interesante destacar la postura del juez Edgardo Ettlin  sobre la responsabilidad civil de los empleados públicos: dice que los directores de entes autónomos y servicios descentralizados “no son solamente pasibles de responsabilidad patrimonial por las decisiones que tomen fuera del marco de la Constitución, Leyes y los reglamentos, sino por toda decisión -que aun cuando fuere adecuada a Derecho- trasuntara en daños económicos consecuenciales a su organismo”. 

La segunda reflexión es sobre la renuncia a la Jutep del representante del Frente Amplio, quien firmó la resolución aprobada por unanimidad, sin objeciones de ningún tipo, pero lo hizo sin consultar a su partido, el Partido Comunista. El partido entendió que el vocal Jorge Castro no había considerado las consecuencias “políticas” de tal decisión y por lo tanto le pidieron la renuncia.  Es decir: no importan las contundentes pruebas, ni la legislación vigente, ni los informes de auditoría y ni siquiera la independencia técnica y moral de su representante. Lo que importa es “salvar a los compañeros”, hagan lo que hagan.

Siendo así, el gobierno nacional debería considerar seriamente si mantiene o no a representantes de la oposición en diferentes organismos del Estado, sobre todo aquellos que son de contralor y ofrecen una garantía a todos los ciudadanos, como lo son la Corte Electoral, el Tribunal de Cuentas o la propia Jutep. Si van a poner militantes en esos cargos, mejor ocuparlos con gente allegada al gobierno de turno y no hacernos trampas al solitario.

Es muy malo que todo el Frente Amplio salga a defender tan mala gestión y lo haga priorizando lo político por encima de lo jurídico. Están caminando por un angosto pretil de la República, con riesgo de caer en la intolerancia, la demagogia y el abuso de poder. Estemos atentos.


sábado, setiembre 25, 2021

Cumbre CELAC: entre estadistas y bufones


CUMBRE CELAC: ENTRE ESTADISTAS Y BUFONES

por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 23 de setiembre de 2021.


La CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) surge básicamente del riñón del Foro de San Pablo, con la finalidad de contar con un ámbito de coordinación regional que impulse las ideas (fracasadas) de la izquierda y, de alguna manera, le haga un poco de sombra a la O.E.A.. Ellos mismos lo expresan así: 

“Los mandatarios presentes en la cumbre manifestaron esperanza en que la consolidación de la CELAC pueda suponer la liberación de los países latinoamericanos de la tutela tradicional de Estados Unidos y Europa …”.  

“Urge entonces la inmediata conjunción de esfuerzos … de todos los países de la región con similitudes culturales e idiomáticas … con una historia común de padecimiento de la dependencia y el colonialismo y sobre  todo con situaciones económicas de similar precariedad y amenazadas todas por los mismos grupos financieros depredadores internacionales de nuestras economías”.

Como se puede apreciar, la CELAC no sirve para nada útil ya que está sustentada en las ideas equivocadas de la “dependencia y el colonialismo” donde vivimos bajo “la tutela de Estados Unidos y Europa” que nos chupan la sangre con “grupos financieros depredadores internacionales”. Un militante de pantalón corto podría haber escrito un panfleto menos berreta que éste que figura en la página del Foro de San Pablo 

Estuvo muy bien el presidente Luis Lacalle Pou al dejar al desnudo a los dictadores de Cuba, Venezuela y Nicaragua y hacerlo cara a cara, con firmeza y con dulzura. Sin enojos ni enconos. Pero con la convicción que la libertad es un bien demasiado preciado como para hacerse los tontos cuanto estos personajes de pacotilla la avasallan.

También hizo muy bien el Brasil de Jair Bolsonaro, al salirse de la CELAC en enero de 2020, así como también antes se había ido de Telesur. Y en ambos casos lo hizo sin eufemismos. Cito declaraciones del ex canciller brasileño Ernesto Araújo:  "Brasil decidió suspender su participación en la CELAC … (porque) no tenía resultados en la defensa de la democracia o en cualquier área. Al contrario, daba protagonismo a regímenes no democráticos como los de Venezuela, Cuba, Nicaragua". Más claro, échale agua.

Es muy bueno que mandatarios democráticos y republicanos como Luis Lacalle Pou en la CELAC y pocos días después Jair Bolsonaro en la ONU, marquen claramente la línea divisoria entre república y republiqueta, entre individuos y colectivos o entre libertad y socialismo. Y hacerlo “sine metu” (sin miedo”), con la convicción de estar defendiendo principios y valores correctos y no jugando a lo políticamente correcto.

Los dictadores Díaz Canel y Maduro, demostraron lo que son: dos bufones repitiendo frases gastadas que hacen reír al escucharlas, pero que hacen llorar a sus pueblos cada vez que aplican tales disparates. ¡Basta de bufones, de dictadores y sus adláteres! Necesitamos más republicanos y más estadistas. ¡A por ellos!.


miércoles, setiembre 08, 2021

Teletrabajo: una ley innecesaria


Teletrabajo: una ley innecesaria 
por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 09 de setiembre de 2021.


“El Derecho, siempre corre de atrás a la realidad”. Esta es una frase que aprendes durante los primeros días en la Facultad de Derecho y significa que los particulares son mucho más creativos y capaces de regular sus relaciones, antes que venga el Estado a encorsetar esa realidad a través de leyes, decretos y regulaciones (muchas de ellas absurdas).

Durante la pandemia, los particulares (empleadores y trabajadores, clientes y proveedores, alumnos y docentes) han llegado a tan buenos acuerdos ganar-ganar, que más del 70% de los “explotados” trabajadores, no quieren volver a las oficinas y prefieren seguir siendo estrangulados por sus abusadores empleadores. Entonces, ¿para que regular lo que ya está -de hecho- más que bien regulado?

El teletrabajo no surge durante la pandemia. Ya en el año 2003 (¡hace casi 20 años!) organicé junto a mis colegas de Magna Alumni (la asociación de posgraduados de la Universidad ORT), un evento donde profesionales del Estudio del Arq. Carlos Ott, explicaron cómo desarrollaban proyectos y ganaban clientes en lugares tan lejanos como Dubai, Tierra del Fuego, París, Emiratos Árabes, Canadá o China. 

La ley aprobada fue elaborada con una mentalidad del siglo XIX para ser aplicada en el siglo XXI. Parte de varios conceptos errados (desde siempre) y que ahora son más errados aún: a) que el trabajador es la parte “débil” de la relación; b) que el trabajador es tan tonto que no sabe lo que realmente necesita y por lo tanto el Estado deber “protegerlo”; c) que considera al trabajador como un mero “engranaje” de un proceso productivo al que hay que pagarle por “hora”, como si fuera un taxi o una máquina que se alquila y no ser evaluado por resultados, por aportar ideas o sugerir mejoras.

Cada vez va a existir menos el concepto de “relación de dependencia”. A los jóvenes les da alergia el solo pensar que van a trabajar toda la vida en la misma empresa, cosa que era el summum hace 50 años, donde el gran “orgullo” de un trabajador era recibir un reloj de oro cuando se jubilaba luego de 35 años de trabajo en el mismo lugar. Hoy los millenials prefieren matarse antes que repetir el modelo laboral de sus abuelos o sus padres.

La ley carga todo costo de trabajar desde el hogar en el empleador: pagarle la internet (como si el trabajador no tuviera una conexión en su casa para mirar Netflix o pasarse horas en Instagram o Tik-Tok). Tiene que comprarle una silla y escritorio “ergonométrico” (como si hoy no se pasara esas miles de horas jugando al League of Legends sentado sobre un cajón de verduras). Y así podemos continuar con medidas de seguridad (como si se quema tomando mate en su casa durante el horario laboral, ¿es un accidente de trabajo o es un descuido que cometió por apurado, torpe o distraído?).

Nada dice la ley de los innumerables beneficios que tiene el teletrabajador (y por eso más del 70% no quieren volver a la oficina), como ser: despertarte 15 minutos antes de empezar la jornada y no dos horas antes; no tener que gastar dinero en traslados, ni perder 40 horas mensuales arriba de un auto o bus (una hora para ir, otra para venir, por cinco días, por cuatro semanas = 40 horas); no gastar ropa ni dinero en comidas fuera del hogar; poder llevar e ir a buscar a los hijos a la escuela; echarse una siestita en tu cama y con tu almohada; trabajar de camisa y corbata (por arriba) y en pijama y pantuflas (por abajo). Y la lista de beneficios puede continuar. 

Yo, realmente, hubiera aceptado un salario menor si me hubieran permitido trabajar a distancia y evitarme todos estos sinsabores. Pero para los legisladores, yo, como empleado, soy una “victima” y me tratan como a un niño inmaduro incapaz de poder negociar mis condiciones laborales ajustadas a mi talla y medida. Nada de individualismo. Nada de “el contrato es ley entre las partes”.  ¡¿Pero acaso no se dan cuenta que el que está más feliz que perro con dos colas soy yo como teletrabajador?!

Para terminar, veamos cómo un liberal resuelve esto sin el Estado. Ayn Rand, la maravillosa filósofa y autora de El Manantial y La rebelión de Atlas, trabajó un tiempo como guionista en Hollywood para Hal Wallis, productor -entre otras- de la película Casablanca. Era un jefe que la atosigaba y exigía plazos muy breves y no le daba “derecho a la desconexión”. Pero Ayn Rand, en vez de recurrir al sindicato, al juez, a la ley o al piquete, prefirió escribirle esta carta a su jefe (de la que extracto algunos párrafos y el texto completo pueden leer en el link ):

“19 de marzo de 1946. Estimado Jefe: Este no es un acuerdo legal, sólo moral. Estas son las condiciones de trabajo que necesito para hacer honestamente el mejor trabajo posible: 1. Tiempo para estudiar un proyecto antes de aceptarlo y no ser lanzada a uno de forma inesperada y repentina. 2. Una larga y detallada reunión a solas contigo antes de empezar un guión, durante la cual me expliques de la forma más completa posible tu idea y cómo piensas abordar la historia. 3. Que no haya plazos semanales mientras estoy trabajando en un guión, dejando a mi criterio el entregar una secuencia tan pronto como la termine. 9. Siempre que tengas algo importante que decirme (como el sábado pasado), por favor dímelo personalmente, no a través de una tercera persona. 10. Si en algún momento estás disgustado por mi actitud personal o sientes que no estoy siendo razonable, o que me estoy volviendo difícil, temperamental o arrogante, por favor llámame inmediatamente y dímelo, para evitar que un malentendido surja a partir de lo que una conversación podría haber corregido. Si esto cuenta con tu aprobación, creo que ambos estaremos contentos y que los resultados se reflejarán en mi trabajo”.

¿Crees que tú y tu jefe son los suficientemente maduros, asertivos y razonables como para llegar a este tipo de acuerdos, o necesitan de “Papá Estado” para que les haga chás-chás en la cola?

Usted decide. Y de su decisión dependerá si la ley aprobada es necesaria o no.



viernes, setiembre 03, 2021

Quitarle lastre a nuestros “remeros” pyme.

Quitarle lastre a nuestros “remeros” pyme.

por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 02 de setiembre de 2021.


Los remeros uruguayos tuvieron un excelente desempeño en las recientes Olimpíadas en Tokio, corriendo la final entre los seis mejores del mundo. Fuimos el único país latino en la final, compitieron de igual a igual con “países de primera” como Alemania, Bélgica, Italia o Irlanda y lo hicieron con un barco similar al resto. La diferencia estuvo y está en lo que marca el artículo 8 de nuestra Constitución: los talentos y las virtudes.

Ahora bien, ¿se imaginan ustedes si al barco de estos dos remeros le cargáramos una bolsa de 50 kg. de cemento Portland de Ancap? ¿Y una estación meteorológica vetusta del Inumet? ¿Y de paso subimos a dos empleados públicos para que “controlen” a los remeros o le den “apoyo”? 

Nada de esto es ficticio. Es real. Tanto los remeros olímpicos, como los comerciantes pyme (que salen a “remarla” todos los días), cargan en sus barquitos el lastre de las pérdidas millonarias de Ancap, del Inumet, del Fondes, de la regasificadora, del Antel Arena, de los trámites burocráticos y de miles de empleados públicos innecesarios.

Con este lastre encima, no sólo no vamos a poder competir con Nueva Zelanda, Australia, Estados Unidos o Alemania, sino que tampoco podremos hacerlo con Paraguay, Estonia, Georgia y también nos pasarán países africanos como Ruanda, Kenia o la diminuta isla de Mauricio.

Estos países han entendido que el empresario no es un “explotador” sino un “benefactor” de la sociedad (al arriesgar su dinero, ofrecer servicios de mejor calidad y precio y generando empleo y pagando impuestos mientras trabaja de sol a sol) y por ello han establecido buenas reglas para facilitar su actividad.

El pasado martes 31 tuve el placer de compartir con el Dr. Gerónimo Frigerio (abogado argentino, especialista en desarrollo, con vasta experiencia internacional y autor del libro “Simple”) un webinar sobre el rol del empresario en la sociedad y la importancia de hacerle simple su labor, desde la apertura de una empresa, la contratación de trabajadores (y su despido), así como el registro de derechos de propiedad o la rapidez en aprobar un permiso de construcción. 

Estos datos los lleva el Ranking Doing Business del Banco Mundial, donde Frigerio participó en su armado y varios años después, en el 2020, escribió el libro “Simple”, donde detalla con precisión milimétrica, los cambios que tiene que hacer Latinoamérica para entrar en una senda de crecimiento sostenido, facilitando la creación y desarrollo de las Mipymes.

Estas micro, pequeñas y medianas empresas, son más del 90% de las empresas registradas, contrataran actualmente al 60% de la mano de obra y son las que van a contratar más en el futuro cercano, porque las empresas grandes van a ir más por la automatización y robotización que la escala de una Mipyme no permite y por eso tienen que contratar gente, no máquinas.

Frigerio habla de generar un “el efecto triple cero”: cero tiempo en abrir una empresa, cero costo, y cero papeleo (que todo sea por el celular). Lamentablemente esto no es así. Y tiene consecuencias: las malas (y/o caras) regulaciones, hacen que casi el 50% de las economías latinas se muevan  en la informalidad, porque volverse formal implica costos de abogados, escribanos, contadores, pérdidas de tiempo por la burocracia y pago de altos impuestos que inviabilizan la rentabilidad. Por eso vuelan debajo del radar.

Que Uruguay mejore en este ranking, no depende más que de nosotros mismos. Pero eliminar burocracia, controles absurdos o impuestos altos, no será fácil. Hay una casta de políticos, empresarios y sindicalistas que viven a la sombra de esta enredadera.

Por eso quienes tienen que reclamar estos cambios, serán los propios empresarios y la sociedad civil que entienda su rol clave para el futuro. Porque el futuro no es mañana, ¡es ahora!






sábado, agosto 14, 2021

Combustibles que calientan a un pueblo.


Combustibles que calientan a un pueblo.
Por Guillermo Sicardi | jueves 12 de agosto de 2021 | Semanario Búsqueda

El alto precio de los combustibles que padece el Uruguay desde hace décadas, no es por culpa del precio del petróleo, de la tortuosa “paramétrica” y ni siquiera de la “joya de  la abuela”  de Ancap. La culpa es de una manga de políticos del primero al último, que no se animan a hacer las reformas estructurales que todos sabemos hay que hacer.

Ancap nunca debió haber existido. No tiene sentido que el Estado arriesgue en actividades industriales y comerciales que pueden hacer los privados en forma más eficiente. La lírica idea de José Batlle y Ordóñez era que, si las mal llamadas “empresas públicas” ganaban dinero, los ciudadanos pagaríamos menos impuestos. Pobre iluso. La triste historia fue exactamente al revés: los ciudadanos tenemos que trabajar miles de horas extras para pagar los dislates de políticos medio pelo, sindicalistas abusadores y empresarios prebendarios.

Ancap es la punta del iceberg de una estructura gigantesca de mal uso de fondos públicos. Por eso hizo bien el gobierno en dejar al rey desnudo y mostrar los sobreprecios que hay en cada litro de combustible: subsidio al boleto capitalino (que beneficia a empresas con nombre y apellido); la imposición de usar etanol de la ineficiente Alur (otro engendro para pagar favores a la memoria de Raúl Sendic padre y sus cañeros de la UTAA, cuna del Movimiento Tupamaro); un subsidio al supergás (que directa o indirectamente beneficia a tres empresas privadas oligopólicas); y también es usada para cobrar impuestos encubiertos a través de las tarifas (que no pasan por la iniciativa privativa del Poder Ejecutivo, ni la aprobación del Parlamento). Por eso se debería “acabar este recreo” cuanto antes. 

Además, Ancap nunca va a ser eficiente por un tema de economías de escala. La refinería de La Teja es chica y como el negocio de refinar petróleo crudo es un commodity, existen dos condiciones que a Ancap se le hará muy difícil (cuando no imposible) poder cumplir para que cierren sus números: refinar grandes volúmenes y lograr mucha eficiencia. 

Tan es así, que pocos días atrás, la refinería de Marsden Point en Nueva Zelanda (casi tres veces más grande que la nuestra y varias veces más eficiente) anunció que dejará de refinar petróleo crudo y se dedicará exclusivamente a importar productos terminados desde Asia. Allí rige un sistema de libre competencia y libre importación, pero nadie teme a quedarse sin combustibles, como sí temen por estos lares.

Tampoco los paraguayos temen a tan nefasto designio. Dejaron de refinar petróleo hace años; desde el 2018 hay libre competencia en toda la cadena de suministro y los precios ya no los fija el gobierno sino el mercado. ¿Será así porque los paraguayos se volvieron más ilustrados y más valientes que nosotros? Ellos pagan el gasoil a unos $U 34,40, nosotros a $U 50,81 (32% menos). 

La pregunta a hacerse es: si no existiera la refinería y no estuviéramos atados a un pasado de discursos rimbombantes, falsas promesas y compromisos varios, ¿a quién se le ocurriría hoy construir una refinería de combustibles fósiles cuando el mundo va hacia las energías renovables y nosotros carecemos de petróleo y nos sobran energías limpias? 

Quienes se oponen a terminar con el monopolio de Ancap, se oponen a darle libertad de elección al consumidor. Esta misma gente critica a los dictadores cubanos por no abrir la jaula de la isla, sabedores que se les vuelan todos los cubanos. Aquí saben que si abren la jaula de la libre importación, a Ancap se le pueden volar varios litros de combustibles. Pero como ello implica que la política se quede sin cargos, sin ingresos y sin influencias … mejor dejar la jaula cerrada.

El precio de los combustibles bajará cuando se achique -en serio- el costo del Estado (ya que casi la mitad del precio en el surtidor, son impuestos). Es lo que está reclamando el movimiento social Un Solo Uruguay (USU) que se volvió a auto convocar el pasado sábado en Durazno, emitiendo una declaración que dice: “Se sigue identificando la necesidad de revisar el Estado, su rol y funcionamiento. Hoy continuamos sufriendo un Estado pesado y débil en sus políticas de desarrollo”.

Si a los miembros de la coalición multicolor no los “une el amor” por modernizar el Estado, que entonces los “una el espanto” de ver lo que sucede cuando un Macri gradualista no está a la altura de las circunstancias. 

Si Jorge Luis Borges reviviera y viera a su Argentina en esta decadencia, el espanto lo retornaría a su tumba. Si José Gervasio Artigas reviviera y viera a los orientales tan poco ilustrados y tan poco valientes, seguramente se volvería a ir al Paraguay, donde tantos de sus hijos lo han seguido en los últimos años.

Guardo la esperanza que algún día los uruguayos nos vamos a avivar y otro día nos vamos a animar a hacer estos cambios. También guardo la esperanza que esos días no lleguen demasiado tarde.

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Comentario de esta columna en Radio Rural lo puede esuchar en este link
https://soundcloud.com/guillermo-sicardi/combustibles-que-calientan-a-un-radio-rural-2021-08-13-guillermo-sicardi





 



jueves, agosto 05, 2021

MEDIA LANZA POR ANDRADE

 
MEDIA LANZA POR ANDRADE

Por Guillermo Sicardi | jueves  de 2021 | Semanario Búsqueda

El 23 de enero de 2014, escribí en Búsqueda la columna titulada “Una lanza por Campiani”,Una lanza por Campiani destacando la exitosa gestión gerencial del denostado empresario argentino, cuando todos le pegaban en el piso. El tiempo me dio la razón: a Pluna no la fundió Campiani, sino un Estado meterete, con los combustibles de Ancap tan caros como ahora, más las trabas del gobierno kirchnerista (tan “amigo” del gobierno frenteamplista de Mujica), que impidieron la ejecución plena del buen plan de negocios que venía ejecutando.

Hoy también resulta fácil pegarle al senador Oscar Andrade por no haber pagado ni mano de obra, ni aportes al BPS, ni planos, ni impuestos municipales al construirse su buena casa (no “un rancho” como él dice) arguyendo que es un “pobre albañil” con bajos ingresos y que dona la mitad de los mismos a su partido y obras de caridad. No voy a detenerme en la doble moral de Andrade, porque ya todos sabemos lo que es la doble moral de cualquier comunista/socialista/estatista: “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”.

Voy a quebrar -no una lanza, sino media- por Andrade. Tiene razón cuando dice que a cualquier trabajador de ingresos bajos o medios, le resulta muy difícil -cuando no casi imposible- poder construirse su propia vivienda y regularizarla ante los organismos del Estado, por culpa de los altos costos, tiempos y burocracia que ello implica.

Lo que no dice Andrade (y casi ninguno de quienes lo critican por su inconducta), es que esas trabas y sobrecostos son creados por su propio Partido Comunista, por las ideas socialistas que campean en todos los partidos políticos, dándole al Estado cada vez más poder, más controles, más empleados públicos y más costos, que hacen inviables muchos emprendimientos “en blanco”.

Andrade, que presiona desde el SUNCA y el PIT-CNT a empresarios y ciudadanos (grandes, medianos, chicos y chiquititios) a que contraten más mano de obra, a que paguen 80 pesos de aportes por encima de los 100 que se lleva el trabajador, a que vayan presos si un obrero se accidenta y decenas de exigencias más, no ha pagado un solo jornal, ni creado un solo puesto de trabajo, arguyendo que todo lo hizo bajo la modalidad de “mano de obra benévola”. 

¿La culpa es de Andrade o de la legislación absurda que exige papeleos, trámites y burocracia? ¿Qué valor agregado creen que agrega un inspector del BPS, bomberos o  cualquier intendencia para que la casa sea más segura, más cómoda o más barata? 

¿Qué tal si eliminamos a los Escribanos Públicos del medio y los sustituimos (en el 80% de los casos) por la Blockcain y ...¿chau Escribanos?? ¿Qué tal si cerramos de una vez por todas la división portland de Ancap y con eso abaratamos el precio del cemento? ¿Qué tal si cerramos decenas de organismos públicos, oficinas y reparticiones inútiles y bajamos los impuestos a los hierros, los ladrillos o la grifería para un hogar?

El Ranking Doing Business del Banco Mundial muestra con “datos duros”, la facilidad o dificultad de hacer negocios en 190 países (y construirte tu propia casa es hacer un negocio). El ranking mide los tiempos, trámites y costos que se insumen desde abrir una empresa, hasta su cierre, pasando por el registro de la propiedad, contratar y despedir trabajadores o registrar un permiso de construcción.

En el ranking global, Uruguay figura en el lugar 101, bien a mitad de tabla, ese triste y gris lugar donde los yoruguas nos sentimos tan cómodos. El ranking lo encabeza Nueva Zelanda, ese país tan parecido al nuestro en tamaño, producción lechera o turismo, pero tan diferente en cuanto a su gestión de la cosa pública y a la mentalidad de su gente y sus gobernantes.

En el específico rubro de “manejo de permisos de construcción”, Uruguay figura en el lugar 151 entre 190  países evaluados. Somos de los peores de la clase. 

Si queremos aprender algo de este “AndradeGate” y “castigar” a los responsables, repartamos los “palos” en forma más justa: yo le daría 20 azotes a Andrade, pero los otros 80 se los daría a ese Estado soso, pesado, burocrático, inútil y caro, que Andrade, su PIT-CNT, su Frente Amplio y también vastos sectores del Partido Colorado, de Cabildo Abierto, del Partido Independiente y hasta del propio Partido Nacional, ayudan a alimentar, mantener o crecer. 

Por eso lo del título: levanto media lanza por Andrade. Pero también levanto una lanza entera por los miles uruguayos de bien que terminan siendo víctimas de un Estado, que en vez de ser parte de la solución, es la parte más importante del problema.