Buscar este blog

jueves, diciembre 22, 2022

LA INFORMACIÓN BAJO LA HOJARASCA


LA INFORMACIÓN BAJO LA HOJARASCA

por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 22 de diciembre de 2022.


Dice El Principito: “lo esencial es invisible a los ojos”. ¡Y vaya si tiene razón! Con la información sucede lo mismo: en la superficie está la hojarasca, la noticia tremendista, la noticia chusma, la noticia que atrapa, pero no informa. Por debajo de esta hojarasca debería estar el análisis profundo de los hechos, intentar entender sus causas (siempre complejas) y poder aprender de tales sucesos. Pero, lamentablemente, prima la hojarasca. Veamos algunos ejemplos. 

El caso Astesiano tiene todos los componentes para una novela de John Grisham o Dan Brown: misterio, poder, traición … y no sería de extrañar que algún día veamos este caso traducido a una serie en Netflix. Pero el caso nos invita a pensar más profundo sobre los procesos de selección del personal “de confianza” en cargos públicos, los controles de gestión o  la fuerza de la institucionalidad republicana donde un Fiscal y un juez van directo contra el custodio presidencial en forma libre y autónoma. Pero … ¿qué es más divertido? ¿Narrar los elementos novelescos de esta trama o el análisis “aburrido” de lo que transcurre bajo la superficie? No lo duden: la taquilla está en la telenovela.

Algo similar sucede con la elección de la presidencia del Consejo de Intendentes, donde Carolina Cosse (Intendente de Montevideo), Yamandú Orsi (Canelones) y Andrés Lima (Salto), no se pusieron de acuerdo sobre quien de los tres ejercería el mandato. La hojarasca nos entretuvo hablando de los “egos” de Cosse y Orsi, de sus aspiraciones presidenciales, de las cáscaras de banana que se tirarían unos a otros, de la “interna” del Frente Amplio y otras minucias más. Pero nada se habla de la inutilidad del Congreso de Intendentes, de lo absurdo de tener 19 circunscripciones territoriales para un país que entra en un barrio de San Pablo, de cómo todas las intendencias (sin excepción) se despilfarran entre el 70% y el 85% del presupuesto en sueldos y gastos de funcionamiento. Esto aburre. La hojarasca, no.

La renuncia de Carolina Ache como vice canciller por haber estado involucrada en el confuso episodio de la entrega de un pasaporte al narco Sebastián Marset mientras estaba preso en Emiratos Árabes Unidos, también está en la lista de una próxima serie de Netflix. La hojarasca habla de confabulaciones entre narcos, policías y políticos, del corrupción, de tráfico de influencias, de abogados sin escrúpulos y reyertas políticas en la interna del Partido Colorado, ya que si bien Ache ocupa su cargo por el sector Ciudadanos, también tiene una excelente relación con Pedro Bordaberry, el temido candidato para los ex talvistas. Pero poco se habla de cómo la burocracia (siguiendo sus protocolos paso a paso) puede llegar a dejar que “se le escapen varias tortugas”. No solo Marset se salió con la suya, sino también lo hizo Rocco Morabito (mafioso italiano que se fugó de Cárcel Central caminando por la calle San José durante el gobierno del Frente Amplio) o el caso de Marcelo Balcedo que tenía una mansión cerca de Piriápolis y varios autos de lujo, que ni a Aduanas ni a DGI se le ocurrió investigar, pero luego te hacen un drama si uno se trae dos chucherías desde Estados Unidos y supera el ridículo límite de los 200 dólares por importación.

La reforma jubilatoria también está tapada de hojarasca. Se apela a la sensiblería de tener que trabajar unos años más para que el sistema no colapse (y va a colapsar porque es un nuevo parche) en vez de hacerle entender a la gente que cada uno debe hacerse responsable de su propio futuro, que el BPS se gasta el 70% de su gigantesco presupuesto en cosas que no tienen nada que ver con la jubilación (como las asignaciones familiares, subsidios por desempleo, subsidio a la compra de lentes, paseos para jubilados y otros etcéteras más). Tampoco se habla de su estructura organizacional y de la futilidad de hacer elecciones de los tres “representantes sociales” (empresarios, empleados y jubilados) quienes en última instancia tienen poca incidencia en un organismo de siete miembros, donde cuatro de ellos los designa el Poder Ejecutivo. Y tal discusión se podría llevar para analizar a la fundida Caja de Profesionales Universitarios o las cada vez menos populares elecciones universitarias.

Sin dudas que estamos viviendo “la civilización del espectáculo”, título del libro de Mario Vargas LLosas quien la define así: “¿Qué quiero decir con civilización del espectáculo? La de un mundo en el que el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal. Este ideal de vida es perfectamente legítimo, sin duda. Pero convertir esa natural propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene consecuencias a veces inesperadas. Entre ellas la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad, y, en el campo especíico de la información, la proliferación del periodismo irresponsable, el que se alimenta de la chismografía y el escándalo”. 

Cada vez que lea, escuche o mire una noticia, pregúntese si lo están informando, lo están entreteniendo o lo están idiotizando.


viernes, diciembre 16, 2022

Gramsci en Uruguay.


Gramsci en Uruguay.

por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 15 de diciembre de 2022.


Nadie se explica cómo, a pesar del enorme fracaso que ha sido el socialismo en todo lugar donde se lo ha aplicado, sigue gozando de buena salud. Todos creíamos que con la caída del muro de Berlín y la implosión del comunismo ruso, el fracasado régimen dictatorial iba a fenecer para siempre, dejando por el camino miseria, persecuciones políticas, falta de libertades y 150 millones de muertos. Sin embargo, resurgió como el ave Fénix.

Pero Juan Pedro Arocena, en su reciente libro: Gramsci, su influencia en el Uruguay, nos da varias respuestas para explicar este fenómeno.

Primero, hace una clara síntesis ideológica entre el marxismo y el gramscismo, las discusiones teóricas dadas por el comunista Rodney Arismendi y un racconto histórico sobre cómo la izquierda logró “acumular fuerzas”, juntando políticos, estudiantes, obreros, sindicalistas, artistas, murguistas y cuanto otro grupo o grupúsculo que se percibiera como “débil”, para explicar que su desgraciada situación era por culpa del “capitalismo salvaje”. ¡Unos magos!

Gramsci, comunista italiano que escribió sus “cuadernos” desde la cárcel, sostenía que la revolución y la conquista del poder no se iba a conseguir por las armas, sino copando todos los espacios que hicieran a la “cultura” de una sociedad: la educación, las manifestaciones artísticas (el canto popular, la murga, el deporte), el apegarse a causas “nobles” (defensa de los negros, los homosexuales, los pobres) e imponiendo un nuevo lenguaje, al mejor estilo 1984 de George Orwell.

Dice Arocena: “Finalmente pululan un sinnúmero de banalidades semióticas, tales como el uso o no de la corbata, el pelo corto y el rostro afeitado o la melena y la barba, el lenguaje tradicional o el inclusivo, la presentación formal o zaparrastrosa, tender a un relacionamiento respetuoso o irrelevante, los gustos y aficiones de predominantes tradiciones nativistas o murguista. carnavalera. Los factores aglutinantes escasean y son también triviales: la celeste, el asado y el mate, aunque el consumo indiscriminado en todo tiempo y lugar de esta infusión, es también un ridículo privilegio de exageración identitaria propia de la izquierda”. El “muro de yerba”, al decir de Francisco Faig.

Todo esto lleva a la banalización y a la radicalización de cualquier idea, prefiriéndose el ataque a las personas que a las ideas (falacia ad hominem), lo que hace a las masas cada vez más estúpidas y maleables. Y eso es lo que busca la izquierda: siervos y no ciudadanos, seres dependientes y no independientes, débiles y no fuertes.

Se trata de una verdadera “batalla cultural”, que la izquierda ha sabido dar con inteligencia, paciencia, perseverancia y también sin pudor ni códigos éticos ni morales. Todo vale para denostar al “enemigo” y llegar al poder. Y una vez en él, hacer todos los desastres a los que nos tiene acostumbrados la izquierda, para lo cual basta ver los retrocesos en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Argentina y la lista continua.

Por esto y mucho más, es importante leer el libro de Arocena y entender cómo Gramsci ha permeado en nuestra sociedad ante la “debilidad de un auditorio penetrado por su silencio, su orfandad de fundamentos, su temor al ridículo, su desprevenida indefensión, su propensión a asumir como propio y sin pasar por ningún tamiz, todo lo que se presenta como bondadoso y justiciero”.

Y también han contado con la complicidad de una oposición timorata, una academia cobarde y un empresariado prescindente de la cosa pública.

Las advertencias están hechas. Los trucos de estos magos han sido develados. Es hora de actuar en consecuencia.



Atraso cambiario y competitividad.


Atraso cambiario y competitividad.
por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 8 de diciembre de 2022.


El dólar en Uruguay está muy barato. Esto es divertido para el que quiere viajar o importar chucherías, pero es pésimo para ser competitivos y así poder vender milanesas directo a la góndola de un supermercado en Estados Unidos o Europa, en vez de exportar los porotos de soja a granel. Los ejemplos pueden seguir con otros alimentos y productos industriales, pero no somos competitivos. ¿Por qué?

El economista e ingeniero agrónomo Luis Romero Álvarez lo explica claramente en su podcast La batalla de las idas en Spotity, que aquí tomo como base para esta columna.

El dólar está atrasado. No tiene mucho sentido que la moneda estadounidense se esté fortaleciendo contra otras monedas “fuertes”, como el Yen japonés o el Euro y pierda valor frente al debilucho peso uruguayo. Algo huele mal. Es como cuando uno viajaba a Estados Unidos o Europa y todo nos parecía barato. El “dame dos” (sin siquiera preguntar precios), fue muy divertido mientras duró. Pero la resaca posterior a la fiesta del dólar barato nos tuvo varios años con terribles dolores de cabeza. Hoy, ¿la historia vuelve a repetirse?

El precio del dólar no se forma en Uruguay por “la mano invisible del mercado”, sino por intervenciones estatales directas o indirectas. Como el Estado uruguayo es un gastador serial y siempre tiene déficit fiscal (gasta más de lo que ingresa por impuestos), recurren a tres elementos para cerrar las cuentas: 

1) endeudarse en dólares, con lo cual ingresan dólares a la economía y por un tema de oferta y demanda, al haber más oferta de dólares, su precio baja. 

2) cobrar más impuestos, cosa que hizo el Frente Amplio y hoy es casi imposible pensar en aumentar la carga tributaria, porque tendría un efecto contrario: a más impuestos, más evasión, menos actividad y menor recaudación (técnicamente se conoce a este fenómeno como la curva de Laffer). 

3) imprimiendo pesos desde el Banco Central para pagar sueldos y gastos. Pero si se pasan de rosca con la “maquinita”, generan inflación y para frenar la inflación (que el propio Estado provoca), buscan “esterilizar” ese efecto, ofreciendo papeles públicos (como letras de tesorería) y pagando tasas de interés muy altas, para así estimular a la gente a “sacarse los pesos de encima”. Otros, atraídos por tales tasas, venden sus dólares para pasarse a. pesos y con eso el precio del dólar cae nuevamente. 

Otra manera de ganar competitividad es abriendo la economía al mundo, cosa que el presidente Lacalle Pou está procurando hacer, aún contra la voluntad encerrona y sesentista de nuestros malos socios del Mercosur.

Una economía abierta, con bajos aranceles, fomenta la importación y esas importaciones se pagan con dólares, por lo cual, al demandarse más dólares para importar, su precio tendería a subir. Además, si no queremos que todas nuestras industrias se fundan, van a tener que ser competitivos a fórceps y en vez de buscar rascarse en el palenque del Estado, pidiendo aranceles altos, barreras no arancelarias, sustitución de importaciones, subsidios u otros mamarrachos que han fracasado durante décadas, deberán ser competitivos en serio: bajar costos, mejorar la calidad de los productos y tener una mano de obra eficiente y eficaz.

Esto llevará naturalmente a hacer dos reformas que ningún político quiere hacer: la reforma del Estado, no sólo bajando gastos e impuestos que se cargan en los productos que consumimos localmente o en los que pretendemos exportar, sino también eliminando burocracia, trámites, controles, permisos y papeleos que no sirven para nada más que para alimentar al propio Leviatán. 

Y la otra reforma es la reforma laboral, ya que la mano de obra uruguaya es cada vez más cara y menos productiva. Basta hablar con cualquier arquitecto o constructor y preguntarle cuántos metros cuadrados de pared levantaba un albañil en un día hace 20 años y cuanto levanta hoy. Por eso el costo del metro cuadrado en Uruguay es más alto que en Miami. Un absurdo.

También el Estado debe permitirle a las AFAP´s (que recaudan miles de millones de pesos) a que puedan invertir parte de ese dinero en bonos soberanos o acciones triple A en Estados Unidos o Europa, ya que si las AFAP´s salen a comprar millones de dólares para hacer estas inversiones en el exterior (como lo hacen los fondos de pensiones más serios del mundo), eso llevará a demandar dólares y su precio subirá.

Otro factor que nos hace poco competitivos es el costo de la energía. Mucho verso con las energías renovables, con el precio paridad de importación de los combustibles y con el futuro del hidrógeno verde, pero lo cierto es que la factura no baja sustancialmente. 

Desde hace unos años Uruguay viene surfeando las olas con muy buena suerte: como tenemos una excelente tradición de buenos pagadores (casi arruinada en el 2002 por Tabaré Vázquez y el Frente Amplio que pedían el no pago de la deuda externa y así caer en default), conseguimos dinero prestado a buenas tasas, pero dinero prestado al fin. Esto es patear el problema a futuro, porque, algún día, las deudas hay que pagarlas. 

La otra suerte que hemos tenido es la gran demanda por alimentos y “commodities” que Uruguay produce en forma muy eficiente, lo cual ha permitido que ingresen miles de millones de dólares por la venta de soja, trigo, carne, arroz o lácteos; pero esta fiesta algún día se va a acabar, o, al menos, la música que la anima no va a ser tan alegre.

Uruguay tiene que ser competitivo. El gobierno parece querer ir por esta senda de competitividad, pero seguramente encuentre muchos contras. Empecemos por tomar acción sobre el tipo de cambio y la apertura de la economía. Una vez en el baile, tendremos que bailar. Y aunque sea con la más fea (por culpa de no haber tomado las decisiones que hay que tomar), luego veremos que esta rana fea se convertirá en princesa. Como le pasó a Nueva Zelanda. No lo hicieron de la noche a la mañana, pero lo hicieron muy rápido y muy bien. Nosotros también podemos.



jueves, diciembre 01, 2022

Fútbol y política: panem et circenses.


Fútbol y política: panem et circenses.
por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 1 de diciembre de 2022.


Panem et circenses (pan y circo) es una expresión que se le atribuye al poeta Juvenal quien criticaba a los políticos que, para paliar las penurias que vivía Roma luego del incendio durante el gobierno de Nerón, la posterior erupción del Vesubio (que terminó con Pompeya) y los problemas económicos, utilizaban el Coliseo para ofrecer múltiples espectáculos circenses y panes gratuitos, para distraer al pueblo y lograr que los votasen. Esta receta populista de pan y circo ha sido tan efectiva, que goza de buena salud desde hace más de 2000 años.

Hoy con el mundial de futbol en Catar, vemos que diferentes gobiernos de diferentes partes del orbe, pretenden recurrir a esta máxima para ganar las simpatías del público, repitiendo recetas de populistas y dictadores del pasado.

Veamos a nuestros hermanos argentinos, siempre tan adictos al populismo berreta. Ya desde el año 2009 durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, se financió con fondos públicos el programa Fútbol para todos (FTP), en acuerdo con otro gran corrupto como lo fue Julio Grondona, presidente de la Asociación Argentina de Fútbol. 

En 1978 los militares en el poder (con el General Rafael Videla a la cabeza), organizaron el XI Campeonato Mundial de Fútbol, donde Argentina salió campeón y el gobierno dictatorial sacó provecho de tal alegría. 

Todos hemos visto varios documentales sobre la vida de Diego Armando Maradona y cómo los políticos siempre quisieron pegarse a su éxito y fama. Y el pobre Diego cayó en la trampa, defendiendo al kirchnerismo, tatuándose una imagen del Che Guevara en su brazo y saliendo a apoyar a dictadores como Fidel Castro en Cuba o Nicolás Maduro en Venezuela.

Otro espectáculo circense fue la invasión de las Islas Falkland por parte de Leopoldo Fortunato Galtieri, quien logró unir a millones de argentos tras ese sentimiento chauvinista que tanto los caracteriza. Llenó la Plaza de Mayo y logró más vítores que muchos políticos demócratas. La dictadura, la inflación, los desaparecidos y la pobreza quedaron en un segundo plano al grito de ¡las Malvinas son Argentinas! Si no hubiera estado Margareth Thatcher del otro lado, tal vez hoy seguían los militares en el poder (¡y con apoyo popular!)

“Italia debe ganar. Es una orden”, le dijo Benito Mussolini al general Giorgio Vaccaro, presidente de la Federación Italiana de Fútbol, al disputarse el mundial de 1934 (en pleno auge del fascismo), donde la azurra salió campeona y benefició la imagen del Duce. 

También Hitler supo sacar provecho de los Juegos Olímpicos de 1936 para demostrar la superioridad de la raza aria, pero el estadounidense Jesse Owens (de raza negra) les arruinó la fiesta al ganar 4 medallas oro que Hitler se negó a entregar en persona. Su ministro para la ilustración pública y propaganda, Joseph Goebbels, sabía muy bien como “armar circo”: mítines multitudinarios llenos de banderas, uniformes y estandartes; canciones motivadoras; marchas y desfiles y un sinnúmero de artistas y deportistas que salían a defender al régimen. Y vaya si le funcionó.

Por suerte en Uruguay la cosa es diferente. No hay dudas que el futbol ha servido de trampolín o al menos de buena vidriera para varios políticos, pero ninguno de ellos ha utilizado esa relación entre el deporte y la política, más allá de la legítima popularidad que trae la buena gestión en un área para utilizarla en otra: no lo hizo Julio María Sanguinetti (como hincha y dirigente de Peñarol), ni Tabaré Vázquez (quien lograra el campeonato uruguayo con Progreso) o Eduardo Ache en Nacional, por solo citar a algunos.

Esta “cosa uruguaya” que nos hace diferentes, debemos cuidarla. La salida del Maestro Oscar Tabárez como director técnico de la selección uruguaya, tuvo un mayoritario componente “técnico” (su ciclo y su estilo se estaba agotando), pero también es cierto que -dada su manifiesta condición de frenteamplista- muchos disfrutaron y otros sufrieron su salida, porque perdían o ganaban a “uno de los nuestros”. No debe ser así.

No solo el fútbol es terreno fértil para el circo, sino que también lo son la murga, el canto popular el caso Astesiano, el caso Charles Carreras, las denuncias contra Katöen Natie, el plebiscito contra la LUC u oponerse a las reformas de la educación y de la seguridad social, no con buenos argumentos sino con cánticos y eslóganes de “barra brava”.

Ni regalemos un Rolls Royce de 500.000 euros a los jugadores por ganarle a Argentina (como acaba de hacer Arabia Saudita), ni amenacemos de muerte a los familiares de los jugadores si se salen de la raya de la policía moral (como hacen en Irán). 

La tentación del pan y circo es muy grande, por lo que seamos nosotros - los ciudadanos- los que mantengamos a raya a nuestros políticos. De la tienda que sean.