Buscar este blog

martes, julio 14, 2009

La Constitución de la REPUBLICA

El sábado 18 de Julio se cumplirá un nuevo aniversario de la jura de la primera constitución uruguaya, la de 1830. Más que recordar el momento histórico, interesa detenerse a reflexionar acerca de lo que significa vivir al amparo de una constitución.

La idea central es que la Constitución, al mismo tiempo que instituye el poder, lo limita. La constitución establece las reglas para determinar quién gobierna, quién manda, y al mismo tiempo traza el marco dentro del cual ese poder ha de ejercerse. Es la constitución la que dice a través de qué procedimientos se llega a ocupar legítimamente los cargos de gobierno, cuánto duran los mandatos, qué pueden y deben hacer los que mandan y cómo han de hacerlo. Además, la constitución declara que las personas tienen derechos, que los gobernantes siempre deben respetar y que señalan otro límite a su autoridad.

Antes de que las constituciones irrumpieran en la época moderna, a fines del siglo 18, lo que había eran reyes que creían –o fingían creer- que gobernaban porque Dios los había elegido para cumplir esa tarea. Los reyes hacían lo que querían, así fuera declarar una guerra internacional, establecer impuestos que condenaban al hambre al pueblo o poner preso a un hombre por el resto de su vida.

Así estaban las cosas cuando estalló la Revolución Francesa (1789), que terminó con los reyes y proclamó la idea republicana: la soberanía radica en la nación (nadie tiene un “derecho divino” a mandar a los demás), los poderes deben dividirse para contenerse y controlarse recíprocamente, todas las personas son iguales ante la ley y tienen una serie de derechos que nadie puede cercenar.

Las repúblicas sudamericanas pelearon sus guerras de emancipación y se constituyeron como estados soberanos sobre la base ideológica aportada por la Revolución Francesa. De ella tomamos los conceptos fundamentales con los cuales pretendimos ordenar la vida colectiva. Doscientos años después de haber iniciado la tarea, los americanos del sur aún no hemos logrado completarla.

El apego a la constitución, empero, tiene también sus desventajas para ciertos gobernantes. A ellos, la constitución los frena, los limita, les impide ejercer el poder a su arbitrio.

Quienes son sinceramente republicanos se someten de buen grado a los “frenos y contrapesos” de la constitución. Pero hay otros que están convencidos de que “el fin justifica los medios”, por lo que ven a la constitución como a un obstáculo a superar en pos del logro de los fines perseguidos, sean estos “la seguridad nacional”, “el desarrollo”, “la justicia social” u otros cualesquiera.

Doscientos años después de la Emancipación, así estamos los americanos del sur. No hemos logrado zafar del subdesarrollo. Seguimos luchando contra el atraso, la pobreza, la ignorancia y la exclusión social. Pero no está claro que todos hayamos aprendido de la historia común. Siguen apareciendo en nuestro continente los líderes que, en nombre del pueblo, se llevan por delante la constitución o pretenden modificarla una y otra vez, por las buenas o por las malas, hasta que se adapte a su proyecto político como un guante a la mano.

En Uruguay también supimos de dictadores y atropellos a la constitución, así como sabemos de admiradores de Chávez y de Fidel Castro.

Nuestra historia, sin embargo, también exhibe otros momentos de apego al Derecho como norma de la convivencia, de respeto y tolerancia entre los ciudadanos de distintas ideas, de trabajo y progreso, de integración social y de amparo a los más débiles y de defensa de la razón y de la justicia (no de la envidia ni del odio entre clases sociales).

Nada de eso - que es lo mejor de nuestra historia y de nosotros mismos - existió nunca fuera de la constitución. Todo eso, lo que fuimos y lo que queremos ser, es lo que simboliza la Constitución de la República Oriental del Uruguay y lo que los republicanos habremos de celebrar en nuestros corazones, con o sin acto oficial, el próximo 18 de Julio.

¡Viva la República!


resumen del artículo elaborado por el Dr. Ope Pasquet

No hay comentarios.: