EPPUR SI MUOVE ...
Cuando Galileo Galilei manifestó su adhesión a la teoría de que el Sol es el centro del sistema planetario y la Tierra uno de sus varios planetas que giran a su alrededor, dio lugar a que la Iglesia y su Papa, Urbano VIII, consideraran como herejía sus afirmaciones.
La inquisición le inició un proceso ante el Sacro Colegio Cardenalicio donde compareció el sabio para abjurar de su doctrina. Parece que cuando terminó, arrodillado, de leer su retracción, el anciano al levantarse murmuró:”Eppur si muove” (“Y sin embargo se mueve”.)
La intolerancia de los dogmas, en este caso el dogma de la Iglesia, hizo que la ciencia, el avance tecnológico y las mejoras que traen para el común de los mortales, se demoraran durante siglos. La contundencia de los hechos presentados por Galileo, no quisieron ser vistos por quienes se beneficiaban de un statu quo absurdo, pero que, de admitirlo, podría amenazar su poder..
Esta situación se repite hoy en nuestros días, cuando los países, sus gobernantes y sus ciudadanos, no quieren reconocer la contundencia de los hechos y no se animan a recorrer los caminos que conducen a una mejor calidad de vida, mejores ingresos y mejores empleos.
El pasado Jueves 20 se inauguró el Ciclo “Qué hacen los que HACEN”, donde se comparó la situación de Nueva Zelanda con Uruguay, dentro del ranking que organiza el Banco Mundial “Removiendo Obstáculos al Crecimiento” (www.doingbusiness.org)
Este estudio muestra muy claramente que los países que crecen (y con su crecimiento económico crecen también las oportunidades para sus ciudadanos), son aquellos países que han liberado su economía de trabas y obstáculos a la iniciativa de su gente; que facilitan los tramites para crear una empresa y no frenan la creatividad con burocracia; protegen los derechos de propiedad fisica e intelectual; facilitan el acceso al crédito y se organizan adecuadmente para que el cumplimiento de los contratos y el recupero de los creditos en caso de quiebra, tengan una importante significacion y no sea un mero mecanismo para burlar acreedores.
Pero además estos países se ocupan de defender al trabajador, no con leyes y reglamentos que lo atan de por vida a un empleo, sino que se lo defiende gracias a un mercado de trabajo ágil, donde se puede contratar libremente a los buenos y despedir, sin costos, a los haraganes.
Nuestro país se niega a hacer estos cambios. Y como bien expuso el Dr. David Yuravlivker del Banco Mundial, a Uruguay le llevará 34 años alcanzar los niveles actuales de España en el supuesto de que Uruguay crezca a una tasa constante del 3% anual y España se quede estancada. Esto explica, en gran parte, la incontenible emigración de nuestros jóvenes a la madre patria.
Podemos seguir haciendo grandilocuentes declaraciones, invocar vaya a saber que dioses, pero lo cierto es que Estonia y Lituania figuran entre los 20 primeros lugares y nosotros, desde un triste lugar 85, nos abrazamos con Venezuela que está en el 120, uno de los últimos lugares de la lista.
El Papa Juan Pablo II, en 1992, pidió perdón por los sufrimientos que ocasionó la iglesia católica a Galileo Galilei: "Una trágica incomprensión mutua” –señaló el Papa 350 años después del juicio contra Galileo- “que ha sido interpretada como el reflejo de una oposición radical entre ciencia y fe”, dijo entonces.
Espero que los uruguayos no demoremos otros 350 años para hacer los cambios que tenemos que hacer. Esto no es un problema de religión, de política, de ideologías, ni de fe.
La realidad es como es. “Eppur si muove”.
Dr. Guillermo Sicardi, MBA
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