Para la mayoría de los estudiantes universitarios hablar del Silicon Valley o Valle del Silicio, suena como hablar de un volcán en la luna; poco o nada se sabe de ese lugar mágico ubicado a 30 minutos al sur de San Francisco, en el condado de Santa Clara.
En este lugar se encuentran las más importantes empresas de alta tecnología del mundo. En el marco natural de las colinas que separan la costa del desierto, se encuentran miles de empresas entre las cuales están Intel, Apple, Yahoo, eBay, Cisco, Hewlett Packard, Xerox, etc.
Entre ellas conforman el panorama general del valle. Nutrida principalmente por dos grandes Universidades, las más destacadas de la actualidad en ciencias físico-matemáticas que son las Universidad de Stanford en Palo Alto y la Universidad de California en Berkeley.
Cruzando la bahía, la zona se ha convertido en un polo generador de nuevas tecnologías, que cambian día a día la forma en que el mundo trabaja, vive y piensa. Sin embargo el Valle del Silicio no es simplemente un símbolo de la alta tecnología. La alta tecnología ya existe en Japón, Singapur y aún en Suecia o Rusia.
Pero el Silicon Valley lidera el mundo, y las pequeñas empresas que allí se desarrollan son realmente pioneras, únicas en su especie, innovadoras, revolucionarias. El Silicon Valley, líder en el mundo se ha convertido en el símbolo del emprendedor exitoso, el entrepreneur como lo llaman por esos lados, que siente que lo dejan hacer y hace.
Este estilo de vida ha identificado consecuentemente a los numerosos “think tanks” que proporcionan el sustento intelectual a la administración de los gobiernos, desde Reagan hasta Obama, así como también la inspiración suficiente para provocar la reducción de regulaciones y el estímulo a la iniciativa privada.
El Silicon Valley es en la actualidad objeto de estudio y campo de desarrollo de infinidad de investigaciones llevadas a cabo por científicos sociales. Pero aquí se mantiene un equilibrio entre educación emprendedora, investigación y capital de riesgo que permiten encaminar al éxito a muchos proyectos.
Cultura emprendedora
La cultura del valle es informal y orientada hacia la gente. Las puertas están siempre abiertas, cuando existen puertas. Las empresas son muy pequeñas en cuanto a estructura, aunque facturen millones y sean líderes en alta tecnología.
Es un ecosistema, una mezcla de conocimiento, nuevas ideas y dinero que hace de esta región de California el lugar ideal para quien desee comenzar una empresa desde cero. Es un estilo de vida, una forma de pensar, una sustentación intelectual donde la gestión del conocimiento y el capital intelectual son el arma básica.
Aquí se ha incentivado la falta de regulaciones y el compromiso son el ser humano y su capacidad de crear. La mayoría de los participantes en las empresas tienen contratos de ownerships o Shareholders, que traducido a nuestro castellano, sería algo así como, participación accionaria a todo evento, en las buenas y en las malas.
Aquí no se conocen las palabras “estabilidad o seguridad laboral”. Es un espacio único en la tierra, donde la gente no se identifica con liquidaciones de sueldo sino con participaciones en nuevas empresas, y donde hasta Colón se sentiría como un aventurero de baja monta. Es por esa razón que todos quieren conocer el Silicon Valley, a ver si se les pega el espíritu emprendedor, como también para estudiar la sociología de esta comarca emprendedora.
Así el Silicon Valley ganó el estatus de ser el mayor centro de innovación del mundo. Aquí fueron creadas las bases para el último salto de productividad estadounidense, en los años 90, tiempos en que el crecimiento económico no se daba a costa de la acumulación de deuda.
El valle en el 2010
Ahora en medio de la peor recesión pos guerra, los estadounidenses miran hacia el Silicon Valley en busca de la salvación para la crisis y la innovación que colocaría al país de nuevo en la ruta del crecimiento. En una reciente encuesta, los estadounidenses afirmaron, ocho de cada diez, que el país está perdiendo la corrida de la innovación. Apenas un 29% creen que el próximo Google o Facebook surgirán aquí.
Esa descreencia tiene dos motivos. Primero, los buenos tiempos de los años 90 nunca volverán. Los inversionistas de venture capital o capital de riesgo, aquellos que aceleran el crecimiento de empresas iniciantes, llegaron a casi US$8 mil millones por mes a fines de la década de los 90. Hoy, cayeron para mil millones de dólares mensuales y no aparecen proyectos grandiosos.
Los gringos están pesimistas en relación al futuro económico del país. Libros como ¿Somos Roma?, El mundo pos-Americano, Los últimos días de la República Americana y El Fin de la América captan esa ansiedad y transforman en éxito de ventas. La mitad señala que los mejores días del país quedaron atrás.
Estamos aquí para marcar un punto en el universo. De otro modo, ¿para qué estar aquí?. Estamos creando un conocimiento completamente nuevo, como un artista o un poeta. Así es como tienes que pensar esto. Estamos re-escribiendo la historia del pensamiento humano con lo que estamos haciendo. - Steve Jobs. 1985
Otra mirada
Por otro lado la mitad de los estudiantes de Ph.D. en computación en los Estados Unidos son extranjeros y 13 de las mejores universidades del mundo están en ese país. Un estudio del Centre for European Reform mostró que Estados Unidos invierte un 2,6% del PIB en universidades, más del doble de Europa y Japón.
El Silicon Valley se está llenando de emigrantes que ven el mejor ambiente para emprender. Estados Unidos todavía, y lejos, continúa siendo el país con más inversión en empresas start-up o en inicio. Según la consultora PricewaterhouseCoopers, fueron 28.3 mil millones de dólares en año pasado, ante 4,2 mil millones de China.
Según los expertos, el futuro estará por las áreas de biotecnología, nanotecnología y energías verdes. Estados Unidos seguirá siendo un país donde los emprendedores son héroes, mucho más si se hacen ricos. A lo inverso que sucede en nuestra cultura latina que los endemoniamos. Sin dudas seguirá siendo el país con más rápida transformación de la innovación en lucros.
Desde el Silicon Valley 2010 / Fernando Vigorena
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