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lunes, octubre 25, 2010

Estafa a la voluntad popular

Firmás, votás, y después te hacen trampa
POR GABRIEL PEREYRA

Son incontables los casos en que, desde y por el ejercicio del poder, se desprecia a la gente, se atenta contra los principios más básicos de la institucionalidad y se pasan a la retaguardia lo que antes eran principios; pero en la historia de la democracia uruguaya será difícil encontrar una decisión que sea tan grosera y autoritaria como la adoptada por la Cámara de Diputados esta semana, que votó por anular la ley de Caducidad, un esperpento legal que en 1986 amparó a policías y militares por las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, que en 1989 fue avalada en un plebiscito convocado por el Frente Amplio, y que en 2009, por si no había quedado claro, la gente la volvió a respaldar en otra consulta, también impulsada por la izquierda.

Que los diputados del Frente Amplio que votaron la nueva ley interpretativa se hayan puesto por encima de la gente a la que convocaron “para que el pueblo decida” (¡qué cínico suena hoy a la distancia!), es una lección que puede contribuir a la madurez ciudadana.

¿Qué nos enseña?, por ejemplo, que en una democracia se puede burlar la opinión de la mayoría; nos puede enseñar a pensar dos veces antes de caer en la trampa política de firmar para ejercer la democracia directa convocados por quienes defendían la democracia directa cuando eran oposición, y anteponen la democracia representativa ahora que son mayoría; también nos puede enseñar lo peligrosas que son a veces las mayorías absolutas.

Si algo faltaba para completar este abuso institucional (legal, pero abuso al fin) en que incurrió la mayoría frenteamplista en la Cámara de Diputados, fue el hecho de que tuvo que hacer un ejercicio de fuerza para obligar a algunos legisladores a apoyar este mamarracho legal. Aún no se sabe qué actitud adoptarán los senadores Nin Novoa y Jorge Saravia, pero algunos dirigentes del Frente afirmaron que si no votan se puede generar una crisis política en el oficialismo. Puede ser que así ocurra, pero la verdadera crisis de la izquierda en torno a este asunto ya está en curso: e

s de credibilidad, y eso, más temprano o más tarde, se paga, o se debería pagar. (gpereyra@observador.com.uy)


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