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jueves, octubre 11, 2007

El Dinero, ¿origen de todos los males o de todas las virtudes? [1]


Muchos uruguayos creen que el dinero es el origen de todos los males. Que el dinero corrompe, que lo consiguen los fuertes a costa de los débiles, que los ricos se hacen más ricos a costa de los pobres. Por lo tanto, concluyen, no es bueno “hacer dinero”, y para quien lo haga, el Estado se encargará de sacárselo, o mejor dicho, de saqueárselo.


Pero, ¿se han preguntado cuál es el origen del dinero? El dinero es un medio de intercambio de valor por valor: de bienes, trabajo, servicios o ideas a cambio de billetes. Es la manera mas equitativa y justa de asignarle un valor a la creación humana y requiere necesariamente una transacción, un acuerdo ganar-ganar entre dos seres libres.

El dinero, al igual que un producto, es necesario crearlo. Y quienes crean dinero son los hombres y mujeres honrados que ponen su esfuerzo, su talento y el uso de su mente para tal fin. No son los mendigos, ni los empleados públicos los que crean dinero. Estos lo exigen, lloriqueando o presionando, a los que lo sí lo crearon, para luego malgastarlo.

El dinero exige las más elevadas virtudes para conseguirlo y para conservarlo. Usted recibirá por su trabajo o por sus bienes lo que otra persona esté dispuesta a pagar por ellos en un intercambio libre y voluntario de valor por valor. Pero no recibirá más que eso. Si recibe de más, recibe caridad. Y la caridad no es un derecho.

El hombre honesto es aquel que sabe que no puede consumir más de lo que produce. El dinero es sólo un instrumento que lo conducirá donde quiera, pero no lo sustituirá como conductor. El dinero no comprará felicidad para quien no sepa qué desea, no le dará un código de valores a quien no lo tenga, ni le proporcionará un propósito en la vida a quien haya eludido tal elección.

El dinero, y su creación, es el barómetro de las virtudes de una sociedad. Cuando vea que el comercio se hace, no por consentimiento de las partes, sino por coerción, cuando advierta que para producir necesita autorización de quienes no producen nada, cuando vea que el dinero fluye hacia quienes trafican favores y no bienes, cuando vea que la corrupción es tapada y la honradez se convierte en autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada.


[1] Algunos textos tomados de “La Rebelión de Atlas” de Ayn Rand.

2 comentarios:

Lonjazo dijo...

Estupendo y clarísimo. Como siempre.
Saludos

t dijo...

Muy bueno !!!