Por Leonard Peikoff, Ayn Rand Institute [1]
La Navidad en América es una exuberante muestra del ingenio humano, del capitalismo, la productividad y el disfrute de la vida. Pero todos estos aspectos son criticados como "materialistas". Pero nos dicen que el verdadero significado de la Navidad, es creer en una serie de fábulas y anécdotas y servir a un sentimiento altruista, que pocos se toman en serio.
De hecho, la Navidad tal como la celebramos hoy es un invento americano del siglo XIX.
La libertad y la prosperidad de post guerra crearon la nación más feliz en la historia. El resultado fue el deseo de celebrar y disfrutar de los bienes y placeres de la vida en la tierra. La Navidad (que no fue un día feriado federal hasta 1870) se convirtió en el icono estadounidense para festejar este sentimiento.
Histporicamente, las bases de la Navidad se remontan a épocas muy antiguas y dioses ancestrales como Odin, Thor y Saturno, de la mitología escandinava los primeros y el último de la mitología latina. Sin embargo, quien verdaderamente contribuye a la formación de su leyenda es una persona real, el obispo San Nicolas de Myra, del siglo cuarto.
Este obispo se hizo legendario por su bondad y generosidad para con los demás. Aparentemente, todo se origina con la historia de tres doncellas pobres, que no tenían dote para casarse. Su padre en la desesperación estaba a punto de vender a una de sus hijas como esclava para conseguir el dinero necesario para que las otras dos se casaran. Cuando el obispo se entero de la desgracia de esta familia, en silencio, en la noche, y por la ventana abierta de la casa de las jóvenes hecho tres bolsas llenas de oro. Por casualidad, éstas entraron en las medias de las muchachas. Así nació la historia de que un ser bondadoso daba regalos y los dejaba en las medias de todos.
Posteriormente, los grupos más marginados y más necesitados de Myra, como los huérfanos y los marineros hicieron a San Nicolás su santo patrono, pues su bondad se había vuelto ya reconocida. Muchos pronto buscaban en este buen obispo la protección y la guía que les hacía falta. Y pronto la leyenda se extendió por todo el norte de Europa. Rusia y Grecia también lo convirtieron en su patrono, así como los niños, los estudiantes, e incluso los ladrones.
De esta manera, San Nicolás fue tomando dimensiones míticas, y ahora era un santo que premiaba las buenas acciones y castigaba las malas. Después de su muerte, en un 6 de diciembre, se siguió celebrando esa fecha, y así surgió aparentemente la Navidad medieval. Ese día, todos sacaban comida para el santo y paja para sus caballos, y a la mañana siguiente, los niños obedientes encontraban que la comida y la paja habían sido intercambiados por lindos juguetes y regalos. Fue entonces, cuando se originó verdaderamente la costumbre de intercambiar regalos en nombre de la fraternidad y la solidaridad.
Por primera vez, el dar regalos se convirtió en una característica importante de la Navidad. Los primeros cristianos denunciaron el dar regalos como una práctica romana, y los Puritanos la llamaron de diabólica. Pero los norteamericanos no iban a ser disuadidos. Gracias al capitalismo, hubo suficiente riqueza para hacer regalos, un gran aparato productivo para publicitar y ponerlos a disposición del público a precios baratos, y un país tan contento que su gente quería llegar a sus amigos y expresar su disfrute de la vida. Todo el país tomó con regocijo el dar.
En 1808, el escritor norteamericano Washington Irving escribió una sátira titulada "La historia de Nueva York desde el principio del mundo hasta la caída de la Dinastía Alemana de Diedrich Knickerbocker". En este texto el escritor se imaginó a un Santa Claus que andaba en un vagón tirado por caballos, por las cimas de los árboles dejando caer los regalos por las chimeneas.
Después en 1822, el Dr. Clement Clarke Moore retomó el tema y escribió Una Visita de Santa Claus, mejor conocida como La Noche antes de Navidad. Aquí le agregó un ingrediente más escandinavo y cambió los caballos por renos. Además mucho de lo que conocemos como características clásicas de Santa las creó él. Por ejemplo, la risa, su nariz y su aire bonchón vienen de este hermoso poema.
Durante un tiempo, la apariencia de Santa fue interpretada por muchos hasta que en 1863, un inmigrante alemán, Thomas Naast trajo consigo una imagen del personaje que fue aceptada por todos, pues suavizó la imagen rígida y eclesiástica del anterior. Poco tiempo después se le solicitó que ilustrara el poema de Moore, y así se llegó al simpático gordito con traje rojo que hoy maravilla a todos los niños. Naast además es el responsable de que Santa viva en el Polo Norte.
En 1931, el artista gráfico Haddon Sundblom y otros publicistas que trabajaban para la Coca Cola Company, terminaron de hacer un diseño con proporciones humanas y ese toque de abuelito tierno. El color llamativo y los ojos brillantes del Santa de Sundblom fue el que terminó por conquistar a grandes y a chicos alrededor del mundo.
Por supuesto, la Puritanos denunciaron Santa como el Anti-Cristo, porque él dejó a Jesús a un lado. Además, Santa implícitamente rechazó toda la ética cristiana. Él no denunció a los ricos ni les exigió dar todo a los pobres; por el contrario, dio regalos a niños ricos y a pobres por igual. Tampoco es Santa un campeón de la misericordia cristiana o del amor incondicional. Por el contrario, él es justo: Santa sólo da regalos a los niños que se portaron bien, no a los malos.
Todas las mejores costumbres de Navidad, desde los cánticos a los árboles espectacularmente decorados, tienen su raíz en ideas y prácticas paganas. Esas costumbres fueron rápidamente adoptadas y difundidas por la propia cultura americana, fruto del uso de la razón, la ciencia, los negocios, la globalidad y el egoísmo racional, es decir, la felicidad.
La tragedia de América es que sus intelectuales han tratado de sustituir felicidad con culpabilidad, al insistir en que el significado espiritual de la Navidad es la religión y el auto-sacrificio. Pero el espiritualista debe comenzar primero por reconocer la realidad.
La vida requiere el uso de la razón, el egoísmo bien entendido y el capitalismo. Esto es lo que debería celebrarse durante la Navidad. Es tiempo de dejar a Cristo fuera de la Navidad y tornar esta fecha en una celebración sin culpas por ocuparse primero de uno mismo, por usar la razón y por hacer de ella una celebración del bienestar humano.
[1] (traducción libre de Guillermo Sicardi, con agregados tomados de Internet).
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