Recuerdo el caso de "Negrete"; un paraguayo que vivía en Buenos Aires y se ganó el PRODE, habiendo sido su gran mérito acertar el PROnóstico DEportivo de aquel fin de semana.
Negrete era un hombre de nula cultura, que había ocupado trabajos mediocres y luego de vivir un tiempo en Argentina cultivó los típicos hábitos rioplatenses del futbol, el boliche y la timba.
De la noche a la mañana Negrete se volvió millonario. Y como suele sucederle a las personas que no están preparadas para el éxito, dilapidó rápidamente su inmerecida fortuna. Hoy, 37 años después, apenas si le queda una humilde casa.
Intuyo que los yacimientos de petróleo que supuestamente podremos tener en nuestro territorio, serán para Uruguay lo que el PRODE fue a Negrete: una efímera ilusión de poder y riqueza; un diamante en bruto en manos de un ídem que no sabrá qué hacer con él.
Noruega también tiene gas y petróleo. Pero tiene gobernantes con visión de futuro y un pueblo que sabe que los logros se obtienen con el hacer, no con el simple querer.
Ellos crearon un fideicomiso para que los ingresos por la venta de hidrocarburos estén protegidos de sus propios gobernantes y de sus propias tentaciones. Saben que esos dineros no son para comprar votos ni favores, ni para satisfacer necesidades (siempre infinitas), sino para apalancar proyectos innovadores y a las personas capaces de realizarlos.
Ellos crearon un fideicomiso para que los ingresos por la venta de hidrocarburos estén protegidos de sus propios gobernantes y de sus propias tentaciones. Saben que esos dineros no son para comprar votos ni favores, ni para satisfacer necesidades (siempre infinitas), sino para apalancar proyectos innovadores y a las personas capaces de realizarlos.
El pueblo uruguayo no está preparado para recibir semejante herencia. Será como un nuevo Maracaná: un placebo que nos hará creer que somos buenos y que vamos por el buen camino. Y lo peor: nos hará perder otro medio siglo.
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