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viernes, marzo 29, 2013

Los que hoy cosechan, no son los mismos que ayer sembraron.

publicado en Búsqueda el jueves 20 de diciembre de 2012
por Guillermo Sicardi *
 
 
La “Ley de la cosecha” dice que para recoger frutos hoy,  antes hubo que labrar la tierra, sembrado las semillas y cuidado los cultivos. Así también lo afirma el milenario Kybalión: "Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo ocurre de acuerdo con la ley. Azar no es más que el nombre que se da a una ley desconocida; hay muchos planos de causación, pero ninguno escapa a la ley".
 
Los emprendedores conocen muy bien esta regla. Saben que nada se logra por pura “suerte” y que “no hay almuerzo gratis”, sino que los logros son fruto del trabajo consciente,  la persistencia y la autoconfianza. El que tiene más, es porque hizo más.
 
Cosechar es mucho más fácil que sembrar. El que siembra una semilla o una idea, tiene que tener una gran visión de futuro, asumir riesgos y desafiar el statu quo. El hombre-masa no quiere cambios. Prefiere lo malo conocido a lo bueno por conocer. Para estos “hombres mediocres” (al decir de José Ingenieros) “el horror a lo desconocido los ata a mil prejuicios, tornándolos timoratos e indecisos, nada aguijonea su curiosidad; carecen de iniciativa y miran siempre al pasado”.
 
Esta cultura de conducir mirando por el espejo retrovisor mata a las empresas y mata a las naciones. Jon Madonna, ex CEO de KPMG Internacional, decía: “Nada detiene más rápido a una organización que aquella gente que cree que la forma en que trabajaban ayer es la mejor manera para trabajar  en el mañana. Para tener éxito, no sólo es necesario que su gente cambie la forma en que actúa, sino que deberían cambiar la forma en que piensan acerca del pasado”.
 
Cuando un obrero comete un error grave es probable que pierda su empleo. Cuando un Gerente General comete un error grave, es probable que todos pierdan el empleo. Y cuando un gobierno comete no uno, sino varios errores graves, es probable que muchísima gente pierda sus empleos.
 
Hay que saber diferenciar a los gerentes (que administran el día a día) de los líderes empresariales (que administran el futuro). Lo mismo sucede con los políticos: están los que dicen lo que la gente quiere oír y están los que hacen lo que hay que hacer. Los primeros son simples gobernantes, los segundos, son estadistas.
 
Los gobernantes de hoy están recogiendo los frutos de las transformaciones que  sembraron los estadistas de ayer: la Ley Forestal permitió atraer las impresionantes inversiones de las papeleras; la ley de puertos, privatizó las operaciones portuarias y hoy Uruguay es un gran polo logístico; y la ley de zonas francas permitió crear Zonamerica, un parque tecnológico y de negocios que todos coindicen en decir “esto no parece Uruguay”.
 
En las empresas son siempre los mismos los que frenan los cambios; aún aquellos que los benefician. Luego que se implementan las mejoras, nadie quiere volver atrás., pero pocos reconocen su error y menos aún piden disculpas por las pérdidas ocasionadas. Y absolutamente nadie se hace cargo de los costos que causaron por frenarlas.
 
Con los ciudadanos y votantes sucede algo similar. Hoy el Frente Amplio está recogiendo los frutos de las reformas “neoliberales” de la década de los ´90, que con tanto furor atacaron y hoy con igual furor disfrutan. Pero ya nadie recuerda los obstáculos al crecimiento que ellos mismos levantaron.
 
Si los uruguayos seguimos actuando como un “paisito”, como un “enano llorón”, condenados a recibir golpizas de los bravucones del barrio, jamás podremos aspirar a ser un país de primera como lo son Nueva Zelandia, Canadá, Finlandia o Noruega. Debemos elevar nuestras miras.
 
Los grandes líderes empresariales y los grandes estadistas, lo que hacen es sembrar las semillas de la libertad individual, la eficiencia, la apertura al mundo y el desarrollo tecnológico y cultural, eliminando los yuyos de los monopolios, la protección al ineficiente, la rutina, la igualación hacia abajo y la falta de transparencia, que sólo genera negociados y corrupción.
 
Está muy claro que los que hoy cosechan estos buenos frutos, no son los mismos que ayer los sembraron. Y ya podemos ir aventurando  qué tipo de cosecha recogeremos mañana, con las magras semillas que se están plantando hoy.

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