José Santos es un emprendedor. Fue durante muchos años socio de la Cooperativa de Trabajo Américo Caorsi en Tacuarembó, la cual fue cayendo en una profunda crisis financiera, que arrastró tras de sí una crisis de hábitos, conductas y valores que la pusieron al borde de la quiebra.
Un grupo de socios emprendedores quisieron revertir la situación y supieron usar la inteligencia y la hidalguía para salvar un patrimonio y una historia personal y familiar con el apoyo externo, dejando de lado falsos orgullos y falsas solidaridades.
José era camionero de una empresa que perdía plata administrando su propia flota. La consultora les ofreció a todos por igual la oportunidad de comprar esos camiones y montar su propia empresa, dándole a quien los comprara la prioridad en la contratación de sus servicios, en igualdad de condiciones con la competencia.
José aceptó el desafío. Con grandes dudas, se acercó a preguntar, a buscar información, que es el primer paso que da un buen emprendedor. Luego le ayudamos a hacer un plan de acción, una lista de potenciales clientes y visitarlos. Averiguó los precios de la competencia y preparó un sencillo presupuesto y control de costos. Los números daban. Pero había que asumir un riesgo.
José consultó a sus amigos. Muchos de los cuales eran sus “compañeros” de trabajo, sus “socios”, aquellos quienes compartían un mismo espíritu “solidario”. Lo que escuchó de ellos fueron las típicas voces derrotistas de los uruguayos: “Estás seguro?”, “Vas a dejar este empleo? “En dos meses devolvés el camión”.
Sin embargo José escuchó otras voces. La primera, la suya propia. Y la de un grupo de personas que son sus verdaderos socios, sus verdaderos amigos y los verdaderos cooperativista, que lo alentamos, lo asesoramos y lo apoyamos, para que José sea hoy un Empresario., sí con mayúsculas.
Antes José pedía, hoy da. Antes José demandaba, hoy ofrece. Antes José dependía de la suerte de otros, hoy depende de sí mismo. El Uruguay necesita más Josés y más gente como la que lo apoyamos a concretar sus sueños.
José y sus amigos son un ejemplo para su ciudad, para su país, y para los 70.000 jóvenes que acaban de inscribirse para ser unos muertos en vida: empleados públicos del BSE.
Espero que estos jóvenes le conozcan y le imiten. Gracias, José.
Dr. Guillermo Sicardi, MBA
gsicardi@adinet.com.uy
http://sicardi.blogspot.com
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