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jueves, mayo 19, 2022

¿Cuándo cerraremos el Inumet y El Correo?


¿Cuándo cerraremos el Inumet y El Correo?

por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 19 de mayo de 2022.


El Correo Uruguayo pierde 36 millones de dólares por año mientras sus colegas privados cada día ganan más dinero. Tiene 1.700 funcionarios. Sus principales clientes son otros organismos públicos. El 86% de la correspondencia pertenece a organismos públicos y menos del 1% son cartas particulares. Cuenta, además, con un modernísimo centro logístico que está lejos de llegar a su plena capacidad operativa. Y aun así no son líderes del mercado.

Su actual presidente declara “lo que nos falta es que la gente nos elija”, pero eso jamás va a suceder si trabajan de 9 a 17 cuando sus competidores lo hacen hasta las 22 horas y realizando entregas en el día.

A pesar del enorme crecimiento que ha tenido la entrega de paquetes por las compras vía Internet el Correo Uruguayo no ha crecido en ese segmento, “no hemos podido captar lo que deseamos de ese mercado de paquetería”, declara su presidente a Canal 4 pocos días atrás. Pero tampoco declaró cuál es su plan para lograr tales objetivos y en caso de no alcanzarlos si piensa presentar su renuncia o seguir cobrando su suculento sueldo mensual.

El INUMET es otro ejemplo de despilfarro de los dineros públicos por un servicio que ha quedado obsoleto a raíz de los avances de diferentes aplicaciones gratuitas que cualquiera puede tener en su celular.  Pero si bien todos podemos ver los pronósticos del tiempo con igual o mayor precisión que el INUMET en cualquier app gratuita, el INUMET nos cuesta unos 6 millones de dólares por año. Esto es 30 millones de dólares en un periodo de gobierno y 60 millones de dólares en 10 años.

En la página web de transparencia presupuestaria de la OPP dice que el INUMET “se orienta a la medición de las variables meteorológicas mediante el uso de instrumentos modernos, bien calibrados y mantenidos; con redes de observación bien dimensionadas y aprovechando las posibles coordinaciones con otras instituciones nacionales y con servicios meteorológicos de países vecinos”. Esto es una hermosa declaración de deseos imposible de materializar, ya que este organismo destina el 99% de su presupuesto en sueldos y gastos de funcionamiento y apenas dedica un 1% a inversiones.

Hace un par de días todo el equipo ministerial de este gobierno dio una conferencia de prensa mencionando las diferentes medidas económicas que estaría tomando para paliar los efectos de la inflación y el aumento de ciertos alimentos, cuya inversión estimaba en unos 50 millones de dólares. Todo ese despliegue de jerarcas y dinero que estos dos organismos se gastan en poco más de un año.

Es muy desalentador ver como los dineros públicos se siguen malgastando más allá de que cambien los gobiernos y los jerarcas. El pato de la boda sigue siendo el contribuyente, quien parece no estar demasiado preocupado por estos menesteres. Siendo así, que sigan pagando impuestos y que pase el siguiente gobernante.


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Cerrar el INUMET ya.

por Guillermo Sicardi - Jueves 24 de mayo 2018


“La Dirección Nacional de Meteorología (hoy INUMET) es un hermoso lugar para comenzar con "la madre de todas la reformas" —la reforma del Estado—, esa que iba a "sacudir las raíces de los árboles" pero que hasta ahora no ha llegado ni a insinuar una suave brisa”.

Así comenzaba mi columna “¿Alerta roja o tarjeta roja?”, publicada en Búsqueda el 25 de octubre de 2012. Pasaron seis años y el INUMET sigue gastando y haciendo de las suyas.

Solo durante este mes de mayo 2018, emitió 39 “alertas meteorológicas” (que no terminan en nada, como siempre) y gracias a ello se generaron 159.056 faltas entre los alumnos de primaria. Total, ¿qué les importa? Más vale dar una “alerta” y “cubrirse”, que andar pasando calores para explicar por qué no dijeron nada, como les pasó con el tornado de Dolores.

En ese caso realmente grave, la presidente de aquel momento dijo a Teledoce, “que el fenómeno del martes no se podría haber previsto en ningún lugar ni con ninguna tecnología”, aunque un rato antes había dicho “que se podría haber previsto el tornado de Dolores si se contara con un radar meteorológico”. ¿Por qué no lo tienen? Porque se gastan el 90% del presupuesto en salarios, el 9% en gastos de funcionamiento y apenas el 1% en inversiones.

El INUMET es otra oficina pública inútil que hay que cerrar cuanto antes. La tecnología de sitios como AccuWeather, Windguru o Wunderground, más los informes de meteorólogos independientes vinculados a los medios de prensa, hacen completamente innecesario y extremadamente costoso al INUMET, que se gasta unos 25 millones de dólares en cinco años.

Recordemos que por el año 2011-2012 estuvieron varios meses en conflicto y no publicaban el pronóstico del tiempo. A nadie le importó, porque nadie usa ni confía en tales pronósticos. Ni ellos mismos lo hacen.

Para confirmar tal aseveración basta leer en su página oficial, la “Iniciativa Presupuestaria 2016-2021”, donde reconocen que “Resultan insuficientes los recursos humanos (en cantidad, perfil y formación), tecnológicos y financieros para cumplir la misión”. Y agregan que “un Instituto técnico como el INUMET altamente dependiente de los avances técnicos y científicos, debe de comenzar en el corto plazo con un proceso de formación y actualización de su personal y de incorporar personal técnico especializado de forma de minimizar la brecha existente con otros servicios meteorológicos regionales e internacionales”.

Por eso proponen cosas absurdas, como invertir millones para competir con los servicios internacionales mencionados, o hacer un convenio con Antel (tal vez para revivir el fracasado Antel Sat) y, cuando no, ¡contratar más personal presupuestado!.a sumar a los más de 180 que tenían al 2015, y tres nuevos cargos de confianza: Secretario General (que hoy cobra $132.247, unos U$S 4.200), Gerente Técnico ($124.467, unos U$S 3.960) y Gerente Administrativo.

Dicen (tímidamente) que deben ir hacia la automatización de las mediciones con “tecnologías de observación remota”, pero “INUMET no está en condiciones de incorporar inmediatamente todas estas tecnologías” (porque se gastan el 90% en salarios y sólo 1% en inversiones) y entonces proponen “la incorporación paulatina de por lo menos una treintena más (de observadores meteorológicos) para cumplir con el plan propuesto”. Si no querías sopa, dos platos.

Con estos costos que el Estado carga sobre las espaldas de empresas, empresarios, profesionales y empleados privados, será imposible ser un país de primera. Por eso, al igual que lo que hay que hacer con Ancap, debemos cerrar el INUMET ya. 

Este gobierno no lo hará. Y la oposición, así como las cámaras empresariales, jamás lo plantearon hasta ahora. ¿Tendrán la convicción y el coraje de hacerlo en el futuro?


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¿Alerta roja o tarjeta roja?

por Guillermo Sicardi (*) - jueves, 25 de octubre de 2012

La Dirección Nacional de Meteorología (DNM) es un hermoso lugar para comenzar con "la madre de todas la reformas" —la reforma del Estado—, esa que iba a "sacudir las raíces de los árboles" pero que hasta ahora no ha llegado ni a insinuar una suave brisa.

Desde hace meses el sindicato está en conflicto y la DNM no brinda la información sobre el clima en tiempo y forma. Pero esto no parece preocuparle a nadie en lo más mínimo: los marinos profesionales, ingenieros agrónomos, productores rurales o aviadores pueden vivir perfectamente sin los pronósticos de la DNM. Es que desde hace años el mundo civilizado ha optado por contratar los servicios mucho más precisos y profesionales de empresas que cuentan con los mejores técnicos y la mejor tecnología.

Tan es así que en setiembre pasado, el noticiero "Subrayado" de Canal 10 visitó la DNM e informó que "Ingresar al edificio de la Dirección Nacional de Meteorología es como entrar en el túnel del tiempo. Una de las funcionarias contó a ‘Subrayado’ que los instrumentos que utilizan en el interior del país para medir el clima no son calibrados desde hace 30 años".

Me pregunto: ¿para qué existe la DNM? Su página web dice que existe para brindar "el suministro de los servicios meteorológicos en la República, sus aguas y espacio aéreo jurisdiccionales". Pero esta misión también la tiene Accuweather: "proveer pronósticos locales en más de dos millones de ubicaciones a nivel mundial". Entonces, ¿con cuál de los dos servicios nos quedamos si ambos hacen lo mismo?

Para responder a esta interrogante hay que hacerse una nueva pregunta: ¿quién brinda un servicio mejor? La experiencia nos indica que la DNM da un servicio "a la uruguaya", lejos de la excelencia. Y cuando cometieron errores garrafales, como omitir alertas cuando tenían que darlas o dar alertas para "cubrirse" cuando no tenían que anunciarlas, nadie se hizo responsable de tales yerros.

La DNM gasta millones de dólares anualmente cuando por solo 699 dólares al año se puede contratar el servicio Premium Profesional de Accuweather o similares. Ese derroche de dinero sale del bolsillo de los contribuyentes, quienes se tienen que ganar su sustento —ellos sí— entregando un servicio de calidad a sus empleadores o a sus clientes, cosa que no se le exige a la DNM ni a ninguna dependencia estatal.

¿Entonces? ¿Qué esperan para cerrarla? Peter Drücker, en su libro "La Gerencia", dice que la función del gobierno es una actividad humana y, por lo tanto, envejece más tarde o más temprano. "La regla aplicable al gobierno moderno (y a cualquier otra institución privada) no debe ser ‘lo que hagamos perdurará eternamente’, sino que la regla es: ‘lo que hagamos hoy muy probablemente será abandonado en un período de relativamente pocos años’".

Como ya no vemos "aguateros" ni "faroleros" recorriendo las calles de Montevideo porque fueron sustituidos por la "piqueta fatal del progreso" traída por Thomas Alva Edison o por los ingleses de la Waterworks Company, tampoco deberíamos ver más a la DNM, Pluna, AFE, el Diario Oficial, varios municipios y decenas de oficinas públicas.

La verdadera "alerta roja" en este país es que si no eliminamos el peso que tiene el Estado, reducimos la burocracia y mejoramos la gestión de la cosa pública, jamás seremos un país de primera como Nueva Zelanda, Finlandia, Noruega o Canadá.

Hay muchas actividades que el Estado uruguayo debe dejar de hacer. No precisamos más alertas rojas. Lo que sí precisamos es que a esas actividades alguien les saque la "tarjeta roja".







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