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miércoles, mayo 26, 2021

ANCAP, OTRA VEZ ANCAP






ANCAP, OTRA VEZ ANCAP

por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | Jueves 13 de mayo de 2021

En una reciente entrevista realizada al presidente de Ancap, Alejandro Stipanicic, en el programa “Así nos va” de Radio Carve, fue muy directo y sincero al enumerar todos los problemas e ineficiencias que tiene esta pseudo empresa pública, que no para de perder dinero, cual barril sin fondo.

Es justo reconocer que muchas de esas pérdidas no son por culpa de la propia gestión de Ancap, sino de absurdas decisiones políticas (de todas las tiendas), que creen en la fantasía de disfrazar precios con subsidios, como los que dan al boleto, a la producción de biocombustibles (para mantener a los cañeros de Artigas, origen del movimiento Tupamaro con Sendic y la UTAA), el GLP (gas licuado de petróleo) donde Ancap vende muy por debajo del precio paridad de importación, poniendo como ejemplo que si el precio es de $50, Ancap recibe solamente $9.

La lista sigue con el nefasto negocio del Portland, que desde hace no menos de diez años deja pérdidas anuales por 25 millones de dólares; entre otras cosas porque tienen un proceso industrial obsoleto, no cuentan con la tecnología más eficiente y tampoco con mano de obra bien calificada. Sin embargo nadie se anima a cerrar esta herida que no deja de drenar dinero de los contribuyentes para alimentar a sindicalistas, empleados públicos y a una fuerza política con ideas estatistas obsoletas,  como lo es el Frente Amplio.

Imaginen por un momento que bien nos vendrían esos 250 millones de dólares (dólar más, dólar menos) despilfarrados en los últimos diez años, para paliar los efectos de esta pandemia o, en tiempos normales, usarlos para apalancar a cientos de emprendedores o empresarios pymes que luchan por sobrevivir y luego por crecer, en un entorno de regulaciones, impuestos y sindicatos que desaniman al más entusiasta.

Otras ineficiencias mencionadas por Stipanicic están alojadas en toda la cadena de producción y distribución: problemas en la productividad agrícola en Bella Unión, problemas industriales en el ingenio de esa ciudad, problemas de costos en la producción de biodiesel, ineficiencias en la propia refinería, dada su escala. Tampoco son eficientes en la forma de contratar, ya que tienen que regirse por burocráticos procesos licitatorios que encarecen la compra y que una empresa privada no tiene que cargar.

Tampoco hay competencia entre las distribuidoras, todas con contratos que son una fotocopia uno del otro, con márgenes asegurados para el transportista, para el estacionero y hasta para el pistero, ya que el sindicato ha amenazado con incendiar las praderas si se incorporan surtidores automáticos que no requieren de personal, como los que se utilizan en Estados Unidos o Europa desde hace más de 30 años. La consigna es “no innovar” y que paguen “los nabos de siempre”, esa magnífica definición de Tomás Linn sobre el contribuyente promedio.

Ahora le sumamos el desastre del proyecto Gas Sayago, que surge de la auditoría que está realizando PwC (Price Waterhouse Coopers) en el cuál Ancap cuenta con un 21% de las acciones y la UTE el resto, donde no solo derrocharon millones de dólares por incapaces a la hora de formular el proyecto de inversión (inviable desde todo punto de vista) sino que lo envilecieron aún más con masajes, viajes, posgrados y sueldo a Marta Jara de 16.000 dólares por mes mientras lideró este esperpento.

Stipanicic conoce cada rincón de Ancap. Es un hombre capaz y sabe lo que hay que hacer. La pregunta a hacerse es: ¿lo dejarán hacer o lo tienen con las manos atadas? Ancap delenda est. Esa es la única solución. No le saquen el cuerpo a la jeringa.  Y menos aún desperdicien a un ejecutivo capaz, que no abundan.



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