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miércoles, mayo 26, 2021

¿Por qué las instituciones y empresas publicas no rinden?


¿Por qué las instituciones y empresas publicas no rinden?

por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 11 de febrero de 2021.


“Realizar el futuro, implica siempre desechar el pasado. La pregunta a realizarse es: Si hoy no estuviéramos comprometidos con esto, ¿lo intentaríamos? Si la respuesta es negativa, corresponde extraer la consecuencia: ¿Cómo podemos salirnos … y rápido?. Ha pasado casi medio siglo desde que Peter Drücker publicó  el libro “La Gerencia” en 1973, pero parece que pocos lo leyeron y menos aún lo entendieron. 

Si hoy no estuviéramos comprometidos con Ancap, ¿a alguien en su sano juicio se le ocurriría construir desde cero una refinería, en un país que no tiene petróleo y en un mundo que no deja de criticar los efectos nocivos de los combustibles fósiles y brega por energías limpias? Sin embargo, los uruguayos seguimos atrapados a este nefasto pasado ancapiano. Y lo peor: creemos que toda esta historia de fracasos ¡ahora sí!, devendrá en un magnífico éxito. Drücker nos explica por que no podemos concebir tal esperanza.

“La institución pública tiene problemas de rendimiento, precisamente porque no es una empresa”. No está movida para satisfacer las necesidades de los clientes, sino la de sus funcionarios. No le preocupa perder clientes, porque se mueven en régimen de monopolio. Tampoco les asusta no ganar dinero o endeudarse, ya que utilizarán el poder policíaco del Estado para cobrar los precios que se les ocurra o aumentarán impuestos que compensen sus ineficiencias. Y por último: su preocupación principal es gastarse hasta el último centavo de su “presupuesto”, ya que el ahorro está penalizado, no premiado.

Dice Drücker: “La institución que es financiada por un presupuesto se ve recompensada por lo que se le asigna, más que por lo que gana. Se le pagan las “buenas intenciones” y los “programas”. Se le paga por no provocar el desagrado de interesados importantes (sindicatos, políticos, empresarios prebendarios) más que la satisfacción de determinado grupo (clientes, usuarios). El modo en que se le paga, la orienta equivocadamente”. 

Como no logran buenos resultados (entre otras cosas porque no se fijan metas claras ni responsables directos en conseguirlas), se hace “muy grande la tentación de duplicar el presupuesto, precisamente porque no hay resultados” y sobre todo, existe la tentación de “culpar al mundo exterior” de tales yerros.

Muchos creen que las funciones del gobierno son eternas. Una vez que a algún político se le ocurre incursionar o regular una actividad, eso será para siempre. Sin embargo -dice Drücker- el gobierno es una actividad humana y por lo tanto, envejece más tarde o más temprano. “La regla aplicable al gobierno moderno no debería ser “lo que hagamos durará eternamente”, sino todo lo contrario: “lo que hagamos hoy muy probablemente será abandonado en un período de relativamente pocos años”. 

Evidentemente no es esta la regla en Uruguay. No aceptamos el concepto de “abandono planeado”, que es deshacerse de aquellas actividades que ya no concuerdan con el propósito o misión de la empresa, que no aportan satisfacción a los clientes o ni siquiera ganan dinero. Con los casos de Ancap, Alur, Fondes, Inumet, AFE y tantas otras reparticiones, hemos perdido el rumbo. Y cuando esto sucede hay que tomar la brújula y ver dónde está el Norte, que es la misión, la razón de ser y de existir de esa organización.

Al respecto, nos ilustra Drücker: “las instituciones modernas existen para hacer aportes fuera de sí mismas, para atender y satisfacer a quienes no son sus miembros. El hospital no existe para bien de los médicos y las enfermeras, sino de los pacientes. La escuela no existe para provecho de los docentes, sino de los alumnos. La administración que olvida este hecho, administra mal”.

A la luz de estas enseñanzas y de nuestra experiencia, ¿cree usted que estamos administrando bien o podríamos hacerlo mejor? 

 

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