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miércoles, mayo 26, 2021

Peajes y orden de no aflojar.


Peajes y orden de no aflojar.
Por Guillermo Sicardi | jueves 27 de mayo de 2021 | Semanario Búsqueda



Hace pocos días El Observador titulaba: Fin del cobro manual de peajes: anuncian retiro “paulatino y coordinado”, lo que despertó la reacción inmediata del SUNCA y el PIT-CNT cuya consigna es: “por la defensa de los puestos de trabajo”, no importa si éstos agregan valor o lo restan.

Un enorme error en el que la izquierda cae una y otra vez, es en creer que hay que defender “el puesto” de trabajo, en vez de defender a la “persona” que ocupa ese puesto. Así dan pelea para mantener cajeros de banco, guardas de ómnibus, pisteros de estaciones de servicio o cobradores de peaje, todas actividades que van quedando obsoletas ante el avance de la tecnología. Basta releer el trabajo de la Universidad de Oxford, The future of employment (2013), donde proyectan que el 47% de las tareas laborales que realizamos hoy los humanos, serán remplazadas por software, robótica o nuevas tecnologías.

Defender puestos de trabajo obsoletos (como los mencionados) lo único que hace es encarecer el costo de vida de los uruguayos y, por ende, el famoso “costo país”, que hace que cada producto que queramos exportar cargará sobre sus hombros el costo de estos salarios innecesarios.

La dirigente sindical de los peajes, declara: «Heber innovó al plantear este escenario porque en cada pliego de licitación de todos los gobiernos anteriores, se dejaba establecido que las empresas que licitaban nos tenían que tomar. Siempre nos brindaron certezas y garantías»,  

Esta es la enorme diferencia entre los emprendedores y los dependientes. El emprendedor, el empresario, el comerciante, navegan diariamente en un mar de incertidumbres. Cada mañana, cuando levantan la cortina de su negocio, no saben cuántos clientes van a entrar, si en la vereda de enfrente no se le instalará un nuevo competidor o si el Estado no le pondrá una nueva traba burocrática. No tiene certezas sobre sus ingresos, si se va a poder tomar vacaciones o quién lo cubrirá en caso que se enferme …. Por eso estas personas desarrollar fortalezas emocionales para navegar en aguas turbulentas.

En cambio al sindicalista-empleado-dependiente no le gustan los riesgos ni está dispuesto a asumirlos. Es paradójico que estos “revolucionarios” defensores del Che Guevara, de las guerrillas y las revueltas, sean tan miedosos a la hora de valerse por sí mismos para lograrse un sustento. En patota parece que todos somos guapos. Pero individualmente, sólo unos pocos lo son.

Decía Juan Bautista Alberdi, el pensador liberal creador de la Argentina republicana allá por 1856: “Garantizar trabajo a cada obrero sería tan impracticable como asegurar a todo vendedor un comprador, a todo abogado un cliente, a todo médico un enfermo, a todo cómico -aunque fuese detestable- un auditorio. La ley no podrá tener ese poder, sino a expensas de la libertad y de la propiedad, porque sería preciso que para dar a los unos lo quitase a los otros; y semejante ley no podría existir bajo el sistema de una Constitución que consagra a favor de todos los habitantes los principios de libertad y de propiedad, como bases esenciales de la legislación”

En Uruguay tenemos unos 300.000 desocupados (de los cuales casi 250.000 se inscribieron para el sorteo de 15.000 puestos de trabajo del plan Jornales Solidarios), para trabajar en un Municipio y ganar $12.500 por mes. No parece una gran suma. Sin embargo, esto demuestra que la gente quiere TRABAJAR, más allá del monto del salario, las licencias, los aguinaldos o el cobro de horas extras.

El Estado deberá seguirse achicando (como con los peajes) y las empresas privadas contratarán cada vez menos gente. Si la izquierda no entiende que hay que flexibilizar las normas laborales y terminar con el carácter de “orden público” de las mismas (que impiden llegar a acuerdos entre partes si se apartan de la norma, como negociar menos días de licencia o menos beneficios) cada vez habrá menos empleo.

Esto no tiene que ser visto como una “perdida de conquistas laborales”, porque lo que estarán perdiendo es mucho peor: se perderán empresas y las que queden no estarán estimuladas a contratar mano de obra, y menos aún cuando sea  cara, poco capacitada y difícil de desvincular. Es mejor un empleo “frágil” que un no empleo.

Por lo tanto, con la reforma del Estado y la flexibilización laboral, también habría que aplicar la frase del Dr. Jorge Larrañaga: “Hay orden de no aflojar”.





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