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miércoles, mayo 26, 2021

Mi cáncer individual y nuestro cáncer social.



Mi cáncer individual y nuestro cáncer social.
por Guillermo Sicardi | Semanario Búsqueda | jueves 22 de abril de 2021.

Tengo cáncer. Me operaron a fines de febrero de un importante tumor de colon que me tuvo seis horas en el quirófano y un pos operatorio doloroso y cansador. Por eso hace algunas semanas que no escribo mi columna habitual.

Pero esto es lo de menos. Todos cargamos con alguna cruz, algunas serán más pesadas y otras más livianas. Pero lo único cierto es que cada persona, cada individuo, es el responsable de superarlas. Podrá consultar a sus familiares, amigos más cercanos y a los mejores profesionales, pero la decisión final sobre que tratamiento hacer y con qué actitud enfrentarlo, es personal e intransferible. Estas decisiones no se “socializan” ni se votan en una asamblea popular. Como tantas otras.

Durante los meses previos a mi operación, estuve haciendo radioterapia y quimioterapia y lo que más me llamó la atención es cómo a la mayoría de las personas les cuesta llamarle cáncer al cáncer. Prefieren  resguardarse en eufemismos como “terrible enfermedad”, “tener el bicho” o “el cangrejo”. Si no llamamos a las cosas por su nombre, jamás lograremos controlarlas. Y veremos como esto sucede a nivel personal y también a nivel comunitario. Para muestra basta un botón: al Partido Comunista Uruguayo, tuvieron el tupé de llamarlo “Democracia Avanzada”. Y nadie se inmutó.

La famosa Clínica Mayo de Estados Unidos, dice que “el cáncer es ocasionado por mutaciones en el ADN dentro de las células (…) que contiene un grupo de instrucciones que indican a la célula qué funciones realizar y cómo crecer y dividirse. Los errores en las instrucciones pueden hacer que la célula detenga su función normal y se convierta en una célula cancerosa”.

Agreguemos lo que nos enseña la Psiquiatra española Marian Rojas Estapé cuando afirma que el cerebro no sabe diferenciar lo que es real de lo que es imaginario; por lo tanto, cada vez que modificamos nuestros pensamientos se producen efectos químicos en nuestro organismo, que serán positivos o negativos, dependiendo de las ideas y conductas que adoptemos.

Llevemos todo esto a nivel de una sociedad, donde existen células (los individuos, las familias, las instituciones) y también creencias dominantes (unos creen en la libertad, otros en la opresión; unos en el valor del trabajo, otros en vivir del esfuerzo ajeno; unos en el libre mercado, otros en los monopolios). 

La pregunta a hacernos es: ¿en qué momento las células que integran la sociedad uruguaya comenzaron a pasar las “instrucciones” a las generaciones siguientes en forma equivocada? Nuestros bisabuelos les trasmitieron a nuestros abuelos el valor del trabajo, la responsabilidad individual, el ahorro, el deseo de superación y el orgullo de la labor bien cumplida. Pero hoy estos valores casi cayeron en desuso.

Los nuevos cánceres sociales son varios, implica tener a miles de personas viviendo del trabajo de otros; que la mayoría de los jóvenes sean incapaces de comprender un texto básico; que gastar a troche y moche sea mejor que ahorrar; que el Estado tiene que proveerlo todo, de la cuna a la tumba y que la mayoría de los jóvenes aspiren a un empleo público, antes que a emprender sus propios proyectos de vida.

El cáncer social ha destruido organismos que estaban sanos, o, al menos, no tan dañados, como lo fueron los países de Europa del este, la Cuba pre Batista, Corea del Norte o Venezuela y ahora se suma hasta la propia Argentina, otrora líder mundial en ingreso per cápita y hoy pelea los primeros lugares en pobreza, corrupción y destrucción de los principios republicanos que soñó Juan Bautista Alberdi.

Una actitud positiva, valiente y decidida, ayuda a curar el cáncer de una persona. A nivel social, una actitud positiva, valiente y decidida en defensa de las ideas de la libertad, la propiedad privada, el emprendedorismo y un Estado chico y eficiente, cumplen la misma función sanadora. Es una batalla por las ideas, por las propias y por las colectivas.

Yo tengo cáncer. Y lamento anunciarles que ustedes también. La diferencia es que ustedes aún no se han dado cuenta y por lo tanto, están haciendo poco o nada para prevenirlo o combatirlo. 

Por lo tanto, mientras sigan tolerando que el ADN alterado de lo políticamente correcto se continúe propagando por el entramado social, la metástasis será imparable e incurable. Entonces, ¿está dispuesto a dar la batalla por las ideas? Si la respuesta es sí, hágalo. ¡Y hágalo ahora!



 

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